A propósito de la publicación del nuevo número de la revista Estrategia Internacional publicamos una entrevista a realizada por el semanario La Verdad Obrera a Emilio Albamonte (Director de Estrategia Internacional y dirigente de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional) y Claudia Cinatti (dirigente del PTS de Argentina).
La Verdad Obrera: Nos pueden contar brevemente cuáles son los principales temas de este nuevo número de la revista Estrategia Internacional
Claudia Cinatti (CCi): Este nuevo número aparece cuando la crisis capitalista entra en su quinto año y estamos viendo las primeras respuestas de masas, como la “primavera árabe” o la resistencia a los planes de ajuste en Grecia o el Estado español, que con el desarrollo de la crisis y el ataque capitalista sobre los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares, tenderán a profundizarse. Esta situación nos plantea con urgencia retomar el pensamiento estratégico del marxismo revolucionario para poner estas lecciones al servicio de construir fuertes partidos obreros revolucionarios que puedan intervenir en los enfrentamientos decisivos por venir. En este sentido, la reflexión teórica de la revista está dedicada a las discusiones de táctica y estrategia de la III Internacional, en particular sobre el “frente único obrero” y el “gobierno obrero”, a través de un contrapunto entre el pensamiento estratégico de Trotsky, Gramsci, y Clausewitz. Esta discusión tiene una gran actualidad política, como vemos en las polémicas desatadas en la izquierda mundial sobre la posición hacia Syriza en Grecia, en la que muchas de corrientes de la extrema izquierda recurrieron a estas discusiones de la III Internacional para justificar una política oportunista de apoyo a Syriza, discusión que está abordada en el marco del análisis de la lucha de clases y los nuevos fenómenos políticos que está dando la crisis capitalista.
Otro eje importante de este número es la reflexión en torno a la construcción de un partido obrero revolucionario en Argentina, partiendo del rol de la izquierda anticapitalista y socialista, y en particular del PTS, en el desarrollo de la vanguardia obrera y juvenil. La revista incluye, además: un artículo de Juan Chingo donde realiza un análisis profundo de la crisis capitalista y sus consecuencias geopolíticas; un artículo de Paula Bach donde polemiza con Paul Krugman, el principal representante de la corriente neokeynesiana. También los comentarios de Esteban Mercatante al último libro de Andrew Kliman, y de Edison Salles sobre el libro China de Henry Kissinger, así como una nota de Andrea Robles donde presenta el lanzamiento de las Obras Escogidas de Trotsky coeditadas por el CEIP y el Museo Casa de León Trotsky de México.
A su vez, dedicamos una sección donde escriben Pablo Torres, Cynthia Lub, Santiago Lupe, y Pablo Oprinari, a la intervención de los grupos de la FT en los principales procesos de lucha del movimiento estudiantil y juvenil y la pelea que están dando para ligarlos a la clase obrera, tanto en Chile los compañeros del PTR alrededor de la lucha del movimiento estudiantil por la educación pública y gratuita, como en el Estado Español los compañeros de Clase contra Clase en el movimiento de los indignados y los procesos de resistencia obrera, y en México los compañeros de la LTS en torno al proceso del #yosoy132.
LVO: ¿En qué consiste el contrapunto entre Trotsky, Gramsci, y Clausewitz que mencionaban?
Emilio Albamonte (EA): En realidad es un capítulo que adelantamos del libro Clausewitz, el marxismo y la cuestión militar que estamos escribiendo y esperamos publicar próximamente. El centro del artículo está dedicado a la discusión sobre la táctica de gobierno obrero en los debates de la III Internacional, las reflexiones de Trotsky y Gramsci como parte de estos debates. Hasta ahora, en nuestras elaboraciones anteriores, nosotros habíamos desarrollado a partir del Programa de Transición, cómo Trotsky empleaba la fórmula de gobierno obrero como popularización de la dictadura del proletariado y como política para desenmascarar a las direcciones oficiales del movimiento obrero en su negativa a romper con la burguesía y tomar el poder, como hicieron por ejemplo los bolcheviques entre marzo y septiembre de 1917 durante la revolución rusa. También habíamos abordado la que Trotsky define como “hipótesis improbable”, que cobró especial importancia luego de la segunda guerra mundial, con la revolución en China, Indochina, Cuba, etc., de que direcciones pequeño-burguesas, incluidas las estalinistas, bajo condiciones excepcionales, de crack financiero, guerra u ofensiva de las masas vayan más allá de lo que quisieran en su ruptura con la burguesía.
En este artículo nos dedicamos especialmente a revalorizar la táctica de gobierno obrero tal como había sido discutida en el IV congreso de la Internacional Comunista, y en particular como la plantea Trotsky para la revolución alemana de 1923, donde en el mismo sentido antiburgués y anticapitalista opuesto a cualquier interpretación democratizante, con el que la sostiene en el Programa de Transición, plantea que el Partido Comunista Alemán forme un gobierno de coalición regional con los sectores de izquierda de la socialdemocracia, en primer lugar, para armar al proletariado y desarmar a la burguesía y así acelerar la preparación de la insurrección, con el objetivo de constituir “bastiones revolucionarios” para la ofensiva a nivel nacional.
A su vez, desarrollamos en contrapunto con algunos de los conceptos fundamentales de Clausewitz, cómo Trotsky articula constantemente la defensa y el ataque, la conquista de posiciones y su utilización para la ofensiva, para mostrar la estrecha relación que establece entre la fórmula de gobierno obrero y la estrategia, cuestión que ha sido totalmente devaluada en los debates y las elaboraciones de las corrientes que se reivindican del trotskysmo de la segunda posguerra a esta parte. Tanto el estudio que estamos haciendo sobre Clausewitz, la vuelta a los debates de los primeros congresos de la III Internacional, las conclusiones de la revolución alemana de 1923, la discusión sobre la táctica de gobierno obrero y su relación con la preparación de la insurrección, etc., creemos que son discusiones de primer orden para hacer hoy. Si, como sostenemos, efectivamente estamos ante una crisis histórica del capitalismo, lo que significa es que los revolucionarios tenemos que prepararnos para grandes enfrentamientos entre revolución y contrarrevolución en el próximo período.
LVO: De hecho este último aspecto, como decían, atraviesa también la revista…
CCi: Así es, con este número de Estrategia queremos polemizar con una tendencia muy extendida que vemos entre las corrientes de la izquierda mundial que se reivindican trotskistas y que se han vuelto escépticas de la capacidad de la clase obrera como sujeto revolucionario, y que ante cada fenómeno político de cierta envergadura tienden a ver “vías alternativas” o “atajos”, cuyo correlato es la devaluación constante de las contradicciones de estos fenómenos y tienen como consecuencia el retraso en la construcción de fuertes partidos revolucionarios. Esto llevó a adoptar la estrategia de construir “partidos amplios” anticapitalistas sin delimitación estratégica ni de clase, como el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) francés, basados no en la lucha de clases sino en espacios electorales a la izquierda del reformismo. Estos proyectos están en una crisis profunda, bajo la presión que ejerce el reformismo de izquierda en sus filas, como vemos en la parálisis y pérdida de militantes del NPA.
Como desarrollo en mi artículo “Lucha de clases y nuevos fenómenos políticos en el quinto año de la crisis capitalista”, gran parte de las corrientes de izquierda que se reivindican trotskistas ceden a variantes reformistas de izquierda como Syriza en Grecia y el Front de Gauche en Francia. En Argentina, por ejemplo, tenemos una discusión pública con los compañeros del Partido Obrero que han apoyado el llamado de Syriza, a conformar un “gobierno de izquierda”, lo que asimilan a la táctica de “gobierno de trabajadores”, cuando Syriza no solo tiene un programa de conciliación con el imperialismo de la UE sino que, además, es una formación parlamentaria sin peso orgánico en la clase obrera.
También en este número de la revista Simone Ishibashi y Eduardo Molina desarrollan una polémica sobre la “primavera árabe”, principalmente con la LIT-CI (cuyo principal partido es el PSTU de Brasil) y la UIT-CI (a la que pertenecen los compañeros de Izquierda Socialista), en particular con la concepción de estas corrientes de “revolución democrática” lo que los llevó nada más ni nada menos que a considerar que en Libia, a pesar de la intervención militar de la OTAN, lo que tenemos es un gran triunfo revolucionario.
LVO: Uno de los artículos destacados de la revista son los “Apuntes del PTS sobre la construcción de un partido obrero revolucionario en Argentina”. ¿Pueden sintetizarnos los ejes de esta reflexión?
EA: Se trata de pensar las vías para el surgimiento de un partido revolucionario en la situación actual. Como desarrollan Christian Castillo y Fernando Rosso en el artículo que mencionabas, lo que podríamos llamar la “extrema izquierda” tiene la particularidad de que enfrenta la crisis capitalista relativamente fortalecida, donde a pesar que en los últimos años lo que viene primando son las ilusiones reformistas, la izquierda revolucionaria desde el 2001 a esta parte es un actor ineludible en la escena nacional. Desde la crisis del 2008 entre el gobierno y las patronales agrarias, y especialmente desde de la gran lucha de Kraft de 2009, existe una tendencia a la emergencia de la izquierda obrera, socialista y anticapitalista, dentro de la cual creemos humildemente que el aporte de nuestro partido viene siendo clave para que esta tendencia no se diluya detrás de variantes patronales, así como en su articulación en torno al Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Es en este marco que en la revista abordamos diferentes hipótesis para el surgimiento de un partido revolucionario que comprenden tanto del planteo de un “un partido de trabajadores sin patrones” como el llamado a discutir la conformación de un partido revolucionario unificado a las fuerzas del FIT (Frente de Izquierda y de los Trabajadores). Una discusión que consideramos fundamental, ya que del avance en este sentido depende la propia lucha por una estrategia donde la clase obrera conquiste la hegemonía sobre el resto de los oprimidos y presente una alternativa revolucionaria frente al gobierno kirchnerista y las variantes patronales que se proponen descargar los efectos de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo.
Todas las reflexiones estratégicas que desarrollamos en la revista van en el sentido de prepararnos para estar a la altura de las contradicciones que la propia crisis deja planteadas por eso son inescindibles de la reflexión sobre las vías para la reconstrucción de la IV Internacional y el desarrollo de partidos revolucionarios con fuerte peso en la clase obrera.