Acuerdo salarial sindicatos y CEOE: nuevo pacto contra los trabajadores

Los principales sindicatos españoles CCOO y UGT, han firmado poco antes de las elecciones autonómicas y locales del 24 de mayo, tras cinco meses de negociaciones, el III Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) con la representación de la patronal CEOE. Por el mismo se han establecido “subidas salariales” irrisorias del 1% y 1,5% para los próximos tres años (2015-2017).

La ministra de Empleo, Fátima Báñez (2i), el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo (i), el secretario general de UGT, Cándido Méndez (2d), y el presidente de la CEOE, Juan Rosell. Foto: EFE

Los incrementos salariales son llamativamente escasos, tras las pérdidas sufridas en el poder adquisitivo de los trabajadores, como demuestra el retroceso sobre la renta nacional que han experimentado los salarios en los últimos años.

Durante los años 2008-2010 las rentas salariales suponían algo más del 50%, y nunca históricamente habían bajado de esa cifra, a partir del año 2012 han llegado a descender por debajo de la cuota del 48%. Asimismo, la distancia del salario en el Estado español respecto a la media de la UE es de un 27,3% menos, habiendo sido en el año 2008 esta distancia algo inferior, un 24,3%, según encuesta EUROSTAT para empresas de 10 o más trabajadores. Para empresas de menor tamaño, muy abundantes en el tejido productivo español, las distancias han sido mucho mayores.

Las subidas acordadas, que en realidad, según se han apresurado a señalar los representantes de la patronal, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), son meramente orientativas pero no de obligado cumplimiento -“acuerdo paraguas” lo han llamado-, son en la práctica, como ha venido sucediendo en los últimos años, una congelación salarial.

Para 2015, por ejemplo, y en medio del supuesto “milagro económico” que está aireando continuamente Mariano Rajoy, con una subida del PIB que para algunos, los más optimistas, se espera alcance el 3,5%, se pretende una subida raquítica de hasta el 1%. Según el salario medio existente -en realidad el más habitual es muy inferior- esta subida supondría un pago mensual de 16,1 euros brutos. Eso siempre que se logre el máximo posible establecido en el acuerdo, que es meramente orientativo puesto que debe concretarse en cada convenio. Y teniendo en cuenta, además, que gracias a la Reforma Laboral aprobada por el gobierno de Rajoy -y dejada pasar sin pena ni gloria por los sindicatos mayoritarios-, cualquier empresa podría descolgarse por el mero hecho de prever una reducción de las ventas, por ejemplo. En 2016 la subida podrá alcanzar hasta un 1,5% con las mismas condiciones, mientras que para 2017 no se fijó incremento alguno.

En cuanto a la vinculación de la subida a los precios y el mantenimiento del poder adquisitivo, el pacto también incluye una cláusula de “garantía salarial” que tendrá en cuenta la inflación, de modo que si los precios suben por encima del 2,5% entre 2015 y 2016, se activaría esta cláusula para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. Esta ha sido una de las razones por las que los sindicatos firmantes han sacado pecho para justificar la firma del acuerdo. Sin embargo, las patronales pueden estar tranquilas ya que la inflación prevista para 2015 es de -0,3% y del 1,1% para 2016, según FUNCAS (think tank de la Confederación Española de Cajas de Ahorro). Mientras que no se asegura en todos los casos el mantenimiento del poder adquisitivo, como aseguran los sindicatos, puesto que si los precios ascendieran en 2015 y 2016 por encima de las subidas previstas en el AENC, pero por debajo del 2,5%, se produciría una clara pérdida de poder adquisitivo.

Por otra parte, es muy destacable que pese a lo inflado del salario medio para la realidad de devaluación y depauperación salarial del país, según los propios datos estadísticos oficiales que se manejan ha sido la primera vez desde 1945 que el salario medio de un año resulta más bajo que el de dos años antes. Si tenemos en cuenta además la evolución de los precios, hubo una pérdida media del 7,1% de su poder de compra en seis años, lo que equivale a 125 euros al mes.

Según el INE, por otra parte, hay importantes diferencias dependiendo del tamaño de la empresa. Las más pequeñas dentro de las denominadas PYMES (1 a 49 trabajadores) tienen un salario medio mensual bruto de 1.317,18 euros, las empresas entre 50 y 199 trabajadores, también PYMES tienen unas retribuciones medias mensuales brutas de 1.735,55 euros; mientras que las que tienen más de 200 trabajadores fijan su sueldo medio bruto en 2.006,81 euros. Hay que considerar que el tamaño mayoritario de las empresas españolas fue en 2008 de entre 1 y 9 ocupados, alcanzando el 92% del total, y que el número medio de trabajadores por empresa es de 4,7 trabajadores.

Ya el II AENC que se firmó el 25 de enero de 2012 recogía unas exiguas subidas salariales máximas del 0,5% para ese año y del 0,6% para 2013 y lo mismo para 2014 si el PIB no superaba el 1%, lo que fue el caso.

Este acuerdo fue considerado, evidentemente, por los propios firmantes sindicales como de la “contención salarial” después de que el I AENC, firmado el 9 de febrero de 2010 facilitara subidas salariales del 1% para ese año, de entre el 1% y el 2% en 2011 y entre el 1,5% y el 2,5%, si bien este último año no se llegó a aplicar y se puso en marcha el siguiente pacto, mucho más restrictivo.

CCOO y UGT: el “partido” de la contención

Durante la crisis económica sistémica instalada desde el año 2007-2008, la negociación colectiva ha sido un elemento clave más de estabilidad social y política que los sindicatos mayoritarios burocratizados, UGT y CCOO han asegurado, con muy pocas fisuras. Un rol, sin embargo, que han jugado no sólo en esta crisis, sino también durante el gobierno de Zapatero y los gobiernos anteriores. Tres ejemplos bastante actuales de fisuras en ese control pretoriano de la burocracia sindical, inmovilizando y destruyendo las luchas, han sido las movilizaciones y huelgas heroicas y ejemplares de los trabajadores de Coca-Cola en Fuenlabrada, Panrico en Barcelona y ahora los de las contratas de Movistar en todo el territorio español. Sin embargo, de momento, estas han sido la excepción. Todo los servicios prestados por las direcciones sindicales hacia los capitalistas y el poder establecido se han producido a cambio de innumerables prebendas económicas, muchas de ellas denunciadas como casos de corrupción, EREs, Planes de Formación, etc.

El acuerdo alcanzado entre los sindicatos y la patronal de la CEOE, como también ocurrió con la firma de la ayuda para una pequeña porción de los desempleados que habían finalizado todas sus prestaciones y que casualmente fue firmado con el gobierno de Rajoy un día antes de la convocatoria de las Marchas de la Dignidad de marzo de 2014, ha supuesto un nuevo capítulo en el relato de entrega y sostenimiento continuo del régimen social y político que lleva en vigor desde el ’78 en el Estado español.

Pero a pesar de la absoluta degradación burocrática que corroe a estos sindicatos y del papel fundamental que, consecuencia de su descomposición profunda, han desempeñado en el mantenimiento y consolidación de las políticas anti-obreras del gobierno de Zapatero primero y posteriormente de Rajoy, la lucha por recuperar estos sindicatos de las manos de la burocracia sigue siendo vital.

Los procesos antiburocráticos internos que se han abierto en el seno de los mismos, tanto de organización como es el caso de Ganemos CCOO, como fundamentalmente de la lucha de clases, como el caso de Panrico y de otras luchas de menor trascendencia, que al calor de la lucha de clases avanzaron en plantearse entre sus objetivos desterrar a los burócratas corruptos de sus direcciones, son hoy imprescindibles para establecer mecanismos de democratización en su seno que reviertan esta situación, convirtiendo a los sindicatos en lo que deben ser: organizaciones dirigidas y puestas al servicio de los intereses de la clase trabajadora.

Esta consideración nace del convencimiento de que no resulta factible hoy por hoy la creación de nuevos sindicatos, o sobre la base de los alternativos actualmente existentes, que de una manera exclusiva pudieran hacer frente desde fuera, con la fuerza y la implantación necesaria entre los trabajadores, a esta deriva burocrática sindical.

Más bien parece, y es lo que la realidad nos está indicando, que la estrategia sindical ha de ser múltiple y diversa, fomentando procesos de acción directa sobre la base de la toma de decisiones en asambleas democráticas de trabajadores que realmente impulsen y unifiquen los conflictos más allá de sus direcciones. Lo que en ocasiones podrá provenir de las bases y sectores de los sindicatos tradicionales, que aunque no en abierta ruptura, pudieran desembocar e impulsar huelgas y conflictos que coadyuven a elevar la conciencia y la capacidad de lucha de los trabajadores de una empresa o un sector determinado, como ha sido por ejemplo el caso de Coca-Cola, en otras ocasiones podrá provenir de luchas planteadas por fuera de los sindicatos mayoritarios burocratizados, con alternativas de plataformas, coordinadoras, sindicatos alternativos o la combinación de todas ellas.

Aunque hay que reconocer que en la mayoría de los casos en los que las luchas se planteen en sectores de trabajadores precarizados, es muy probable, que estas luchas puedan cimentarse sobre el surgimiento de estructuras organizativas por fuera de los sindicatos tradicionales. Así lo hemos visto entre los trabajadores precarios de Movistar, de Correos, de Telepizza, McDonalds, etc. Al igual que entre los parados, puesto que el sindicalismo tradicional está totalmente fuera de este segmento cada vez más numeroso de trabajadores.

En cualquier caso de lo que se trata es que los trabajadores y trabajadoras comiencen a organizarse, a coordinarse y a tomar sus decisiones de manera autónoma y colectiva, superando las trabas y la división impuestas por las direcciones burocráticas, provengan de donde provengan, de modo que se incremente su conciencia de clase y su capacidad de lucha, tanto defensiva como ofensiva.

El importante acto de coordinación “contra la precariedad y los abusos patronales” realizado el pasado sábado 29 en Madrid, en el que confluyeron múltiples luchas obreras (Coca Cola, Panrico, Correos, Movistar, Everest, Bosal, Fútbolmania, Bankia, Bomberos forestales, Madrid Río y The Phone House) dirigidas por sectores combativos de distintos sindicatos (tanto “mayoritarios” como “alternativos”), es un gran ejemplo de que se puede avanzar en esta perspectiva.

En este proceso, hay que trabajar en todas las direcciones posibles. Luchando por la dirección de los sindicatos burocratizados para ponerlos al servicio de la clase trabajadora, o si es necesario, organizaciones de sindicalismo alternativo, pero siempre con el objetivo de incrementar los procesos organizativos colectivos y no burocratizados, la elevación de la conciencia de clase y la combatividad, al mismo tiempo que se impulsa la coordinación entre los distintos sectores en lucha para, en estos tiempos de tan publicitado “cambio político”, desarrollar mediante la lucha de clases un programa social y económico de carácter clasista. O dicho de otro modo, imponer la “agenda obrera” en la “agenda política”.

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Juan Carlos Arias | Madrid