Dos ciudades: la Barcelona del MWC y la de los trabajadores

Barcelona, 22 de febrero: dos ciudades. La ciudad condal combativa en lucha contra la precariedad. La de los magnates del MWC y las grandes transnacionales. Una jornada de reivindicaciones golpea el discurso de la «ciudad del bien común» y la estrategia municipalita de Barcelona en Comú.

Este lunes 22 de febrero la postal más vista fue a la de la ciudad condal combativa en lucha contra la precariedad y en última instancia contra el modelo del capitalismo español configurado en las décadas del ’80 y ’90.

Las voces de esta reivindicación, de este grito a la solidaridad se hicieron sentir: eran los técnicos de Movistar y trabajadores de Metro. Con la llegada del Correscales a las puertas de ese monstruo capitalista, el Mobile World Congress (MWC), empezó el día en el cual las luchas obreras golpearon los límites de la «estrategia municipalista» de Ada Colau que busca una «ciudad del bien común».

La gran carrera contra la precariedad llegaba el lunes por la mañana a su destino, desde Bilbao, ha recorrido ciudades y pueblos para ir unificando las luchas sembradas durante años contra la precariedad, la pobreza, los recortes.

La otra ciudad: la de los magnates del MWC

Mientras, los trabajadores dejaban su «mancha azul» en una marea que atraía a distintos sectores en lucha, amanecía también la otra ciudad: la de los magnates capitalistas del MWC. Estos ricachones no llegaban en metro a las puertas del mega evento, sino luciendo coches de lujo y traje. Pero la huelga del transporte les molestaba igualmente.

Frente a las puertas del MWC, los medios no pudieron ocultar el primer sonrojo de la jornada para la alcaldesa Ada Colau, quien tampoco no pudo controlar una ciudad llena de protestas y huelgas. Hace varios meses, en semanas de campaña electoral, la candidata por aquel entonces de Barcelona en Comú se dejaba ver junto a los técnicos de Movistar. Hoy la historia era bien distinta. Colau y los miembros de su gobierno estaban dentro del congreso de los móviles, codeándose con los grandes magnates, los únicos que realmente se benefician del macro evento de explotación como el MWC.

Ni un «nuevo evento» por el bien común de la ciudad, ni condiciones de trabajo dignas distintas a la vieja casta política catalana, ni un solo atisbo de cambio. El mismo Congreso de explotación y precariedad que firmó el ex alcalde Trías -CDC- y que Colau apoyó tirando por la borda sus compromisos con los trabajadores de Movistar. La primera gran concesión que BeC hizo a los grandes capitalistas e inversores.

Y en la ciudad de «los de abajo»: el Metro en huelga, un quebradero de cabeza para BeC

Si algo no pueden recriminar ni Puigdemont, ni Felipe VI, ni los capitalistas del MWC, es que desde el ayuntamiento de Barcelona se ha hecho todo lo posible para que la huelga de los trabajadores del metro acabe desconvocada y sin el cumplimiento de los reclamos de los trabajadores.

Días de negociaciones, presiones y desacreditaciones desde el propio Ayuntamiento y Ada Colau, condenando la lucha de los trabajadores de Metro, pero sobre todo, atacando la huelga como «incompatible» o «desproporcionada». El mismo domingo Ada Colau y la presidenta de Mercedes Vidal, regidora de movilidad del Ayuntamiento de Barcelona y presidenta de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), dijeron en su comparecencia después del fracaso de las negociaciones, que han hecho todo lo que ha estado a su alcance «para que se desconvoque la huelga». Pero nada para acabar con la precariedad.

Ada Colau fue clara: el objetivo era garantizar un funcionamiento pleno del MWC. Y es por ello su búsqueda incesante del «fin de la huelga» y dejar una ciudad postal que mostrara su cara más servicial, ideal para los negocios capitalistas. El nuevo intento de poner su política al servicio de los intereses burgueses no viene saliendo bien a Ada Colau y su equipo. Los trabajadores del Metro en huelga marcharon por el centro de la capital catalana, cruzándose con los de Movistar.

Así lo demuestran las declaraciones de John Hoffman, director del MWC, quien el lunes por la mañana ya mostró su «malestar y decepción» por la huelga de Metro. Y aseguró que «le causó al congreso varias molestias». Un claro toque de atención al que Ada Colau respondió que «entendiendo y comprendo al señor Hoffman, que espera que el congreso funcione perfectamente en todos los ámbitos posibles». Además agregaba que «la movilidad había estado garantizada hoy en Barcelona gracias a la colaboración de todos».

El servilismo de la alcaldesa es incansable. Al cierre de esta edición Ayuntamiento y TMB se reúnen para valorar las propuestas de los sindicatos, con el fin de evitar otra jornada de huelga mañana miércoles.

Correscales finaliza en el centro de Barcelona: la carrera contra la precariedad que unifica las luchas

Una marea azul cruzó el Paseo de Gracia de Barcelona a última hora de la tarde, una marea de lucha a la cual se unieron centenares de colectivos y activistas que mostraron de este modo su solidaridad con los técnicos de Movistar. No hubo nadie de BeC, la firma del contrato con Telefónica y su traición al «Compromiso de las escaleras» era motivo más que suficiente para esta ausencia.

Barcelona: ciudades en conflicto

Barcelona, una gran ciudad metrópolis con varios millones de habitantes y donde se concentran las sedes de grandes empresas transnacionales capitalistas. Y como tales, buscarán que los gobiernos anfitriones, sean del partido que sea, garantice sus negocios y con ello todas las formas de explotación posible para extraer el máximo de sus ganancias. «Debemos felicitarnos como ciudad», dijo Ada Colau después reivindicar que el transporte público, según ella, funcionar con normalidad para el MWC.

Y aquí los límites de la llamada «política de gestión municipalista» que garantice e «imponga» a las empresas nuevas condiciones laborales, que brinden «servicios» a la ciudadanía. Así vendió siempre al MWC la vieja casta política: con este mega evento se «generan nuevos puestos de trabajo», se «reactiva la hostelería» y la economía de la ciudad.

Pero la ecuación es la contraria: contratos cada vez más precarios, explotación laboral y grandes beneficios para las mafias capitalistas hoteleras y de turismo y telecomunicaciones. Y una ciudad «limpia»: de pobres, de vendedores ambulantes inmigrantes. De huelgas. De movilizaciones y protestas.

Una siniestra ecuación que muestra los límites de esta estrategia. La idea de una gestión al servicio de los ciudadanos de las instituciones de la democracia liberal dejó al descubierto que los representantes de la nueva “gestión ciudadana” de los Ayuntamientos, cuando están en juego los intereses de los capitalistas o los de los trabajadores, terminan junto a los capitalistas.

Este 22F la clase trabajadora entró en escena, tensó sus músculos. Huelgas y movilizaciones ofensivas, contra la precariedad y por la mejora de sus condiciones laborales. Y que no son sólo huelgas reivindicativas, sino que incipientemente, plantean un enfrentamiento político con el gobierno. La huelga de Metro fue contundente en este sentido.

Aún estamos en los inicios. Las huelgas todavía no se extienden a la industria, controlada por la burocracia sindical. Y aunque también sigue habiendo muchísima ilusión y expectativas en los «gobiernos del cambio», estos mismos se encargan de romper esa ilusión. El establishment, el Ayuntamiento, los capitalistas y los burócratas sindicales comienzan a preocuparse, porque los nuevos gestores reformistas del capital a poco de andar muestran su debilidad congénita para lidiar con la lucha de clases.

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Cynthia Lub | @LubCynthia :: Barcelona