El lunes 17 tanto en Madrid como en la ciudad barcelonesa se ha realizado una huelga de todo el transporte metropolitano. También ha habido huelgas parciales en otras ciudades del Estado. Han parado conjuntamente trabajadores del metro, de Renfe, autobuses (solo en Barcelona) y de ferrocarriles. Es la primera vez en muchos años que hay un paro total del transporte de pasajeros en estas ciudades. Esta lucha está marcada por la decisión del Gobierno de Rajoy de descontarles la paga extra de Navidad. En el caso de Renfe, además, se suma, el proyecto de privatización. En autobuses TMB, que se reincorpore al trabajador de Andreu de Cabo.
La jornada de huelga estuvo marcada por altos servicios mínimos impuestos sin acuerdo sindical. Aun así el servicio ha sido realizado con mucha lentitud y no ha salido un solo vehículo de más respecto de los mínimos. Ambas ciudades han estado colapsadas por una multitud de coches que pugnaban por entrar con colas kilométricas. Una serie de piquetes en diversos puntos neurálgicos han fortalecido la huelga. La circulación en hora punta ha sido muy complicada con importantes retrasos.
En ambas ciudades los militantes de Clase contra Clase y No Pasarán hemos participado de las manifestaciones por la zona céntrica y de los piquetes en las cocheras de TMB de Barcelona. En Barcelona más de 3000 trabajadores han hecho sentir su protesta conjuntamente por la mañana. Del mismo modo lo hicieron en Madrid, desplazándose por la Gran Vía. Los trabajadores demostraron en la calle la fuerza de la que son capaces de movilizar, a pesar de los más que excesivos servicios mínimos.
¡Basta de represión a los trabajadores!
La mañana del paro de los transportes comenzó en Madrid no sólo con lucha sino también con represión, cuando alrededor de las siete de la mañana el impresionante operativo de la Policía Nacional (que algunos medios estiman que era de tal magnitud que había 6 policías por cada trabajador en el piquete) cargó contra un grupo de trabajadores en la estación de Atocha, deteniendo a tres huelguistas.
Los arrestados, dos compañeros de UGT y una compañera de CGT, fueron liberados hacia el mediodía, pero penden sobre ellos los cargos de “desobediencia y residencia a la autoridad”. Montse Cepeda, compañera taquillera y delegada de CGT, denunció en la prensa la brutalidad policial. “No estaba preocupada por mí, estoy preocupada por hacia dónde va este país, en el que por no hacer nada, te caen encima cuatro policías”. ¡Basta de represión y persecución a las trabajadoras y trabajadores! ¡Basta de causas contra los que luchan! Si tocan a uno, tocan a todos.
Sacar la lucha de las calles es un crimen político
El paro conjunto de los transportes de cercanías da una clara imagen de la fuerza que tienen los mismos en la economía y la vida social de la ciudad. Los piquetes junto a las manifestaciones en las ciudades también van en el mismo sentido. Estos servicios transportan diariamente millones de personas que van a su trabajo, lugar de estudios, etc. Lo cual los hacen imprescindibles para la patronal en general. Los efectos de esta huelga hace que los trabajadores lleguen mucho más tarde de lo normal a las empresas, solo por dar un ejemplo importante del rol que juegan.
Esto demuestra lo criminal que es la política de la cúpula sindical de CCOO y UGT. Estas que han convocado una importante movilización el sábado pasado con centenares de miles en las calles madrileñas, plantean llevar las movilizaciones callejeras hacia un Referéndum en el cual se vote a favor o en contra de los recortes del Gobierno. Esta votación se está dando en las calles y las luchas. El 29S con enormes manifestaciones en todas las capitales de provincia, la convocatoria del sábado 15 y las fuertes huelgas de transportes son una muestra inequívoca de la voluntad de los trabajadores. Sacar la lucha de las calles es un crimen político.
Los compañeros de Clase contra Clase planteamos que de ninguna manera se puede luchar con una papeleta en las urnas. Que si las cúpulas sindicales quieren luchar contra los ajustes tienen que convocar asambleas, unitarias y decisorias, en los lugares de trabajo para discutir y votar un plan de lucha con movilizaciones callejeras y tantas huelgas generales como sean necesarias para acabar con los recortes y el paro.