La CGT ha anunciado la convocatoria de un paro general de 24 horas en todo el Estado español para el próximo 31 de octubre. Parece que la convocatoria va a contar con el apoyo de la llamada izquierda sindical o de clase -como el SAT, la CSI y otras fuerzas más reducidas- y por sectores del 15M.
Sin duda la ofensiva que está lanzando el Gobierno del PP y los de las Comunidades Autónomas ameritan que los trabajadores preparemos una respuesta contundente y generalizada, incluida una gran huelga general, mientras la política de la burocracia sindical de CCOO y UGT no hace más que obstaculizar esto. Es necesario por tanto que desde la izquierda política y sindical pensemos las vías para romper este criminal corsé que suponen los Toxo y Méndez y retomemos el camino que empezamos el 29M, fortaleciendo la organización y la unidad de los trabajadores.
Ahora bien, esta tarea no se puede reducir a la convocatoria formal de una huelga por parte de las fuerzas que representan a la izquierda sindical, pero que aún tienen un peso significativamente menor en el movimiento obrero que CCOO y UGT. Un reciente ejemplo de esto son las huelgas de profesores convocadas en solitario por la CGT en Madrid (con un 4% de seguimiento según la misma CGT) y en Barcelona (no hay datos de la CGT aunque parece que el seguimiento esta siendo aún menor).
Hay que acabar con la influencia de los Toxo y Méndez en el movimiento obrero
No podemos obviar que hoy por hoy los dos sindicatos mayoritarios organizan y sobre todo dirigen a los sectores que tienen la capacidad real para parar el país. Lo vimos el 29M, y recientemente con la masiva movilización del 15S. En esta última, el cortejo de la izquierda sindical y política reunió a poco más de 5.000 personas.
De lo que se trata entonces es de horadar la influencia y peso político de la burocracia sindical en el movimiento obrero, para lograr que los cientos de miles que aún no han roto con la política de Toxo y Méndez lo hagan. Y esto no se podrá conseguir sin reforzar la organización en los centros de trabajo, promover la democracia obrera y dar cabida en el movimiento obrero a los sectores más explotados.
No compartimos pues los argumentos de los sectores que cuestionan esta convocatoria de huelga en nombre de la llamada “unidad sindical” con las direcciones de UGT y CCOO. Esta es la política que se viene aplicando en muchos conflictos de la industria y el sector público, y en ella la línea de la izquierda sindical muchas veces no se distingue de la marcada por los mayoritarios, que lleva al desgaste los conflictos.
Muy al contrario pensamos que para lograr imponer una Huelga general y un plan de lucha la izquierda sindical debe recrudecer su pelea contra la burocracia sindical, pero con toda una batería de medidas que debiliten su influencia en la clase obrera y forjen la unidad de los trabajadores -sean del sindicato que sean y tengan la categoría laboral que tengan-, y impulsando medidas auto-proclamatorias que pueden llevar a la desmoralización y desorganización de los mismos trabajadores de estos sindicatos.
Confluir con las bases de CCOO y UGT y con los trabajadores no sindicalizados
Las razones para la huelga sobran, y la presión de las bases de los trabajadores sobre Toxo y Méndez crece día a día. La CGT viene acumulando cierto prestigio ganado en estos años, en parte en base a la influencia perdida por UGT y CCOO. Por ello está en condiciones de levantar una política mucho más útil que la de convocar una huelga en solitario, que sirva para avanzar fortalecer y ampliar los sectores combativos.
La situación plantea la necesidad de promover una política desde las bases, que parta de promover la coordinación de las luchas obreras en curso (transporte, educación, sanidad), forjar la unidad con el movimiento estudiantil, que promueva asambleas en los centros de trabajo que devuelvan la dirección de las luchas a los trabajadores, que se creen de comités pro-huelga en las empresas, se organice manifestaciones y protestas. Sin una política así, resulta imposible que se pueda poner un fin efectivo a la política de paz social de la burocracia sindical.
Una política que no debe ser tomada en solitario, sino con el mayor frente único. La política de formar un bloque crítico el 15S creemos que apunta en una buena dirección y se opone a la tradicional línea sectaria (contra-cara de la oportunista de la llamada “unidad sindical”) que lleva a aislar a la izquierda sindical de las bases de CCOO y UGT. Aunque desgraciadamente aún hay muchos sectores en la CGT y otras centrales partidarios de la línea abstencionista y sectaria, como los que se negaron a ir a la manifestación de Madrid.
Para nosotros cabe profundizar en esta dirección, planteando una contundente denuncia y exigencia a la direcciones de CCOO y UGT, a la vez que buscamos la mayor confluencia con sus afiliados y delegados de base que estén en contra de su dirección y estén dispuestos a luchar.
Asimismo, la izquierda sindical debe poner especial énfasis en incluir a aquellos sectores que no están sindicalizados y que carecen de derechos en sus centros de trabajo, los temporales, subcontratados, precarios, en negro, los parados.
Para esta tarea la izquierda sindical y la CGT de especialmente, tiene algunas “posiciones conquistadas” que deberían utilizar, como su peso en el ferrocarril, el transporte urbano, los profesores y otros sectores y regiones, pero también el mayor respeto que cosechan entre la juventud, en comparación con el desprestigio de los sindicatos mayoritarios.
Creemos que la política de la CGT y la izquierda sindical debe apuntar a fortalecer la organización obrera y recomponer el movimiento obrero democrático y de base, para que éste se dote de un programa obrero frente a la crisis y de lucha contra la burocracia sindical, en la perspectiva de que los trabajadores recuperemos los sindicatos de sus manos y lograr que éstos sean independientes del Estado burgués, contra el que deben luchar hasta derribarlo.