Reformismo, centrismo y revolución

Presentamos a continuación algunas conclusiones de la tercera jornada de la Conferencia de la Fracción Trotskista.

En artículos anteriores hemos reseñado brevemente las discusiones de los primeros dos días de la Conferencia. En torno a la evolución de la crisis capitalista y las principales tendencias de la situación política internacional .

En estas líneas abordaremos algunas conclusiones de los debates sobre las nuevas características que adopta el reformismo hoy, las diferencias entre el llamado “neorreformismo” y el reformismo obrero; las estrategias de construcción de partidos revolucionarios en la actualidad; y el papel de los diarios en la construcción de las diferentes organizaciones que conformamos la FT.

El reformismo obrero y reformismo pequeñoburgués

Con la crisis mundial hemos visto el desarrollo de organizaciones reformistas en los países centrales. Estos “neorreformismos”, como Syriza o Podemos por ejemplo, guardan diferencias fundamentales con el reformismo clásico que caracterizó el siglo XX, con sus emblemas como el Partido Socialdemócrata Alemán, o el Partido Comunista Italiano en la segunda posguerra.

Lo característico de este neorreformismo es que no se basa en los batallones centrales de la clase obrera. Se trata de un reformismo pequeño-burgués, cuya principal base social, como vemos en el caso del Estado Español con Podemos, se encuentra entre los jóvenes universitarios, “sobreeducados” (para los estándares capitalistas), y subempleados, así como en la juventud precarizada.

Los tradicionales partidos reformistas de masas, se transformaron en agentes de la ofensiva neoliberal rompiendo lazos con su tradicional base obrera. En la actualidad no hay partidos como por ejemplo el PC Italiano de la segunda posguerra, devenido Partido Democrático tomando el programa de los demócratas estadounidenses. Una de las últimas organizaciones que surgió de este tipo, fue justamente el PT de Brasil a partir de los sindicatos de la CUT en los ’80.

De ahí que el reformismo obrero realmente existente, pase hoy por los sindicatos; lo que obviamente no implica que todos los sindicatos sean reformistas.

Por ejemplo, en Francia vimos el accionar de los sindicatos durante la lucha contra la reforma laboral. Por un lado, la acción del sindicalismo amarillo de Laurent Berger, principal dirigente de CFDT, que aprovechó la primera oportunidad que tuvo para llamar a abandonar la lucha.

Por otro lado, aquel reformismo obrero realmente existente del que hablábamos quedó expresado en la CGT dirigida por Phillip Martinez que desarrolló una verdadera “estrategia de desgaste” del movimiento, diluyendo en el tiempo, la gran fuerza que se expresó en las movilizaciones de cientos de miles en toda Francia, los piquetes, y las huelgas contra la reforma laboral de Hollande.

Sin embargo, como señalaron los camaradas de la CCR en la Conferencia, se trata de una burocracia mucho más débil si se la compara con aquella dirigida de pies a cabeza por el PCF que fue capaz de evitar el desarrollo revolucionario del mayo francés. Lo vemos, por ejemplo, en el diálogo que se vio obligado a tener Martinez con la juventud del Nuit Debout (Noches de Pie), muy distinto a la CGT en el ’68 que pudo sellar un muro entre los estudiantes radicalizados y el movimiento obrero de los sindicatos.

Desde luego, los sindicatos son tan diversos como la clase obrera entre los diferentes países. Si por un lado en “Oriente”, como el caso de China, encontramos sindicatos que son utilizados por el PCCh como departamentos del Estado; en “Occidente” la ofensiva neoliberal significó un salto en la estatización de los sindicatos. Este proceso se dio a la par de la enorme extensión mundial de la clase obrera en las últimas décadas y un proceso de fragmentación de análoga envergadura; división entre contratados, efectivos, formales e informales, nativos e inmigrantes, etc.

En este marco, cuestiones como la independencia de los sindicatos del Estado, la unidad de las filas obreras, la democracia en los sindicatos, tácticas como el Frente Único Obrero (“golpear juntos, marchar separados”), la exigencia las burocracias reformistas, son claves para la intervención de los revolucionarios en la actualidad.

Leninismo y “centrismo”: dos estrategias para la construcción de partido

La estrategia para la construcción de partidos revolucionarios ha sido otro de los importantes debates que atravesó la Conferencia de la FT-CI.

Desde el siglo XX dos estrategias de construcción de partido han atravesado al movimiento obrero. La de partidos “de masas”, por lo general aparatos electorales que organizan una base pasiva de afiliados, de “gestión” de los sindicatos, con programa reformista. Es la forma de partido de aquel reformismo obrero “clásico” que mencionábamos al principio.

La otra fue la del “partido de vanguardia con influencia de masas”, formulada por primera vez por Lenin. Un partido para el combate en la lucha de clases, que agrupa a la vanguardia detrás de un programa revolucionario y desde ahí lucha por la influencia de masas a través del desarrollo de corrientes revolucionarias en el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, la intelectualidad, etc.

Entre estas tendencias se debate la estrategia actual de construcción de partido. No porque estén resurgiendo grandes partidos obreros reformistas, sino porque parte de la izquierda que se reivindica anticapitalista pretende emular, en miniatura, aquella estrategia.

Por ejemplo, en el caso de Brasil, tenemos por un lado, al PSTU, que se contenta con hacer una central obrera pequeña alternativa (Conlutas) para refugiarse en el sindicalismo mientras que, por otro lado, el PSOL se concentra en el electoralismo, con sectores como el MES que se plantean una alianza con Marina Silva (variante reciclada del neoliberalismo que cuenta con el apoyo del Banco Itaú). Una especie de “división de tareas” donde ninguno tiene una estrategia integral para influir progresivamente, en forma revolucionaria al movimiento de masas.

A diferentes niveles, las organizaciones que conformamos la FT-CI buscamos desarrollar una práctica muy diferente desde una concepción leninista. Por ejemplo, en el PTS, utilizamos La Izquierda Diario para dirigirnos a los sectores avanzados buscando influenciar a sectores de masas, junto con nuestros referentes y parlamentarios, al tiempo que desarrollamos corrientes revolucionarias en el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, el movimiento de mujeres, la intelectualidad.

Esto nos diferencia en Argentina del PO, que en el movimiento obrero y los sindicatos (y también en el estudiantil) tiene una política de alianzas por arriba sin hacer organizaciones militantes. De ahí que salga de su horizonte el Frente Único Obrero, y desistan de realizar cualquier exigencia a la burocracia, adoptando bajo diferentes nombres la idea de una “central” alternativa del propio PO.

Al contrario, en la política del PTS es fundamental el desarrollo del Frente Único defensivo contra el capital, porque es de este Frente Único que en momentos de asenso pueden desarrollarse organismos de tipo soviético, es decir, de Frente Único para pasar a la ofensiva por la conquista de un gobierno obrero, en su sentido antiburgués, anticapitalista, y revolucionario.

Leninismo 2.0

El desarrollo de la Red Internacional, con 11 diarios en cinco idiomas ha cambiado enormemente la fisonomía de la FT-CI de conjunto como corriente internacional.

En el caso del PTS, que es la organización con mayor peso de la FT, vino a potenciar las posibilidades de agitación de masas que habíamos conquistado a través de los parlamentarios, la intervención en los medios, y en las campañas electorales con el FIT. A su vez, el reciente Congreso del PTS discutimos transformar el diario en “organizador colectivo” (Ver: “El organizador colectivo de un gran partido”). Una revolución en nuestra práctica política que va de la mano con el desarrollo de corrientes revolucionarias en los sindicatos, en el movimiento estudiantil, de mujeres, etc. que señalábamos antes. Se trata de retomar el planteo de Lenin sobre el papel del diario ligado a la construcción de un partido de vanguardia con influencia de masas, en los términos y con los medios del siglo XXI.

Las organizaciones de la FT tienen diferentes realidades y se encuentran en diversos estadios de desarrollo. En Brasil, Chile, México, Francia, países en los que nuestra militancia ya se cuenta por cientos, la puesta en pie de los diarios significó un cambio, en un sentido, aún más importante que para el PTS, ya que les permitió proyectar una amplia visibilidad política. Y a diferentes niveles también al resto de las organizaciones de la FT, en sus respectivos países.

En el caso de Révolution Permanente de Francia, por ejemplo, el diario se convirtió en una de las voces de los jóvenes y trabajadores que salieron a luchar contra la reforma laboral, y logró un amplio reconocimiento entre la intelectualidad de izquierda, puesto por la New Left Review como uno de los ejemplos de nuevos medio alternativos.

O en el caso de Brasil, Esquerda Diário en vocero de una posición independiente del PT contra el golpe instituciones. Podríamos decir que cumplió el papel de expresar simbólicamente una especie “tercer partido” en la profunda crisis brasilera, mientras que los partidos tradicionales de la izquierda como el PSOL y el PSTU dividían sus simpatías entre el “campo” golpista y el lulismo.

A diferente escala, se han dado ejemplos de este tipo de proyección con la ayuda de los diarios, ya sea en determinado sector o alrededor de procesos de la lucha de clases, lo cual hace que el desarrollo de los grupos sea mucho menos propagandístico. Pero de conjunto todavía prima la etapa de acumulación de cuadros para poderse dirigir en forma generaliza al movimiento de masas.

De aquí que la actividad de propaganda, formación de cuadros, sea de fundamental importancia para permitir que los nuevos compañeros y compañeras que se comienzan a organizar con nosotros se conviertan en marxistas revolucionarios, en políticos revolucionarios del proletariado.