Donald Trump: el muro del odio racial

Como un mal remedo del ratón Cerebro que todas las noches dice “Vamos a conquistar el mundo”, Trump anunció su postulación para representar a los republicanos en las elecciones presidenciales de 2016.

Con ofensivas declaraciones contra México, el 15 de junio el magnate anunció su candidatura por el Partido Republicano para ocupar la Casa Blanca. Deberá contender con otros once precandidatos.

Donald Trump –empresario inmobiliario y de la industria de la construcción, propietario de una fortuna de al menos US$ 8.700 millones de dólares- declaró en conferencia de prensa que es el “único capaz de hacer grande a Estados Unidos de nuevo”.

Entre sus propuestas están decretar impuestos a los bienes producidos en México, derogar la iniciativa del presidente Obama para la regulación de una parte de los migrantes indocumentados, y está por la defensa de portación de armas entre los civiles en Estados Unidos. Anunció también una dura política exterior con los países que se opongan de alguna manera a Estados Unidos –hoy China, Irán y Rusia.

La opresión imperialista en números

Con un discurso insostenible en hechos materiales –que se pueden adjudicar a su ignorancia o al odio racial que él encarna– Trump sostiene que “México está ahogando económicamente a Estados Unidos.”

Según el Washington Post, desde que llegó al poder en 2012, Peña Nieto ha gastados 3,500 millones de dólares en compra de armamento militar a Estados Unidos. Estas compras fueron de 1.5 mil millones al programa de venta de armas del gobierno estadounidense y unos 2 mil millones a empresas privadas.

Con la firma de la Iniciativa Mérida en 2008, bajo la gestión de Felipe Calderón, se desplegó en México la militarización que ha costado cientos de miles de muertos, víctimas de desaparición forzada y desplazados, que se vieron obligados a dejar su tierra de origen para huir de la violencia de los cárteles del narco y del ejército mexicano.

A esto se suma la deuda externa: 145,287 millones de dólares, con el 83% emitida en dólares. Así México ocupa el octavo lugar mundial en monto adeudado a organismos internacionales. ¿Quién ahoga a quién entonces?

Sobre el narcotráfico y la violencia

Trump sostuvo: “México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas (…). Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores. Asumo que hay algunos que son buenos”.

Si se integran a los datos expuestos hasta aquí las condiciones de precariedad en que laboran los migrantes indocumentados en Estados Unidos, con los salarios más bajos del mercado laboral –un varón mexicano gana alrededor de 22,550 dólares al año, mientras el salario promedio es de 56,340 dólares anuales, como explicamos aquí–, se ve que sobre la base de la explotación y la opresión a los migrantes (históricamente) se edifica la riqueza del gigante del norte.

Párrafo aparte merece la cuestión del tráfico de drogas, que asciende aproximadamente a 40 millones de dólares por año. Estados Unidos es el principal comprador de los cárteles del narcotráfico mexicano. Pero ese tráfico no podría existir sin la colusión de las autoridades fronterizas estadounidenses, tanto civiles como policiales y militares.

¿Y qué decir de las órdenes de Barack Obama al gobierno mexicano, para impedir que los migrantes lleguen a territorio estadounidense? Es la militarización de la frontera mexicana, con el Plan Frontera Sur, con miles y miles de deportados, niños, jóvenes, mujeres, hombres. Y eso cuando las fuerzas represivas mexicanas no los arrojan directo en brazos del crimen organizado, como el reciente caso en Sonora del pasado 2 de junio. Allí hombres armados dispararon contra 100 migrantes, con el saldo de 3 muertos, 13 sobrevivientes y el resto, desaparecidos.

Violencia racial contra los latinos

El discurso xenófobo de Donald Trump encarna el odio racial que se expresa en tantos políticos estadounidenses que olvidan que la mayor potencia del mundo se construyó gracias al trabajo de los migrantes, entre los cuales destacaron los mexicanos y los chinos, y gracias al robo de la mitad del territorio mexicano en el siglo XIX.

Este discurso reaccionario es el que avala la violencia racial de la policía contra latinos y negros, como puede verse en los casos que a diario se hacen públicos, como el de Erik Sánchez.

Trump aseveró que si llega a presidente construirá un muro de 3,000 kilómetros de extensión en la frontera sur estadounidense, con sus propias empresas, y se jactó de que nadie hace muros mejores que él y muy baratos.

Primero, ya hay un muro. Y costó decenas de miles de vidas humanas, porque los migrantes buscaron otras rutas para cruzar la frontera, como el desierto de Arizona. Y lo que es peor, de sus palabras se desprende que podría autocontratar a una de sus constructoras para edificar un nuevo muro.

Segundo, la industria de la construcción –y la hotelera, en la que Trump también tiene empresas– emplea a numerosos trabajadores latinos. Sobre la base de esa fuerza de trabajo, Donald Trump hizo su fortuna.

Nada pueden esperar las y los trabajadores estadounidenses, anglosajones, afroamericanos, latinos y de cualquier nacionalidad, de este magnate que quiere “gobernar el mundo” para su propio beneficio.

En próximas entregas se abordarán las propuestas de otros precandidatos a las elecciones 2016.