India, a la caza de un nuevo “El Dorado”

China podría devenir un factor amenazante para la demanda mundial y estaría perdiendo las ventajas para el capital internacional. ¿Tiempo de invertir en la India? se pregunta el semanario británico The Economist.

 

El gobierno de China acaba de anunciar la reducción de su meta de crecimiento a un 7% para este año lo que significa una disminución de medio punto porcentual con respecto a su meta del año pasado. Esta reducción del objetivo de crecimiento se inscribe en el lento giro de China desde un esquema exportador hacia otro de tipo mercado internista. Los anuncios incluyen no sólo otorgar mayor importancia al mercado interno sino también la intención de privilegiar al sector servicios y un aumento en el presupuesto de defensa.

Hace unos días, refiriéndose a los problemas de deuda que asolan a la economía mundial, Martin Wolf señalaba en su columna de Financial Times, que el factor causante del estallido de las crisis se encuentra habitualmente más vinculado al sector privado que al sector público. Resalta Wolf entonces, que las nuevas vulnerabilidades de la economía mundial deben hallarse allí donde la deuda del sector privado se incrementó con mayor virulencia. China sería el caso paradigmático con un incremento de 70 puntos porcentuales en la proporción de la deuda privada con respecto al PBI entre los años 2007 y 2014. Se desarrolló en China un enorme auge del crédito que contiene múltiples características inquietantes. Gran parte de ese crédito se concentra en el sector inmobiliario, una parte muy importante de la deuda pertenece a la llamada “banca en las sombras” y más en general, la tendencia del crecimiento de la deuda no se corresponde con el nivel de crecimiento general de la economía.

Wolf señala también que aunque esto no significa que China vaya a experimentar una crisis financiera incontrolable –el gobierno maneja múltiples herramientas para contener una situación de ese tipo- significa que su demanda -motor central del crecimiento mundial desde 2010-, es probable que se debilite cualitativamente. Como también menciona Wolf, a medida que la economía china se desacelera, muchos planes de inversión serán reconsiderados y en una economía en la que la inversión representa cerca del 50% del PBI, el descenso de la demanda podría ser más grave de lo esperado.

Pero el asunto de la inversión que representa en China más del 50% del PBI plantea un aspecto de considerable interés ¿Por qué será que China ahora se convierte en factor central de inestabilidad –según Wolf- mientras se constituyó en El Dorado de la inversión capitalista desde su entrada a la OMC en el 2001?

Pájaro de oro

Dos interesantes artículos de The Economist contribuyen en parte a resolver el enigma. El semanario británico viene insistiendo incansablemente sobre las ventajas de la economía India para el capital internacional. Tan es así que el tema de tapa de una de sus dos ediciones del mes pasado, estuvo dedicado al gran país asiático con el sugestivo título de “La India tiene la extraña oportunidad de convertirse en la gran economía más dinámica del mundo”. Otros titulares como “¿Tiempo de producir en India?” resultan igualmente sugestivos.

Dice The Economist textualmente (traducción propia) que “Los mercados emergentes solían ser un faro de esperanza en la economía mundial, pero ahora son más a menudo una fuente de tristeza. La economía china se está desacelerando. Brasil está sumido en una estanflación. Rusia está en recesión, perjudicada por las sanciones de Occidente y la caída del precio del petróleo; Sudáfrica está plagada de ineficiencia y corrupción. En medio de la decepción, un gran mercado emergente se destaca: la India.”

Continúa señalando el semanario, que la India es una promesa (de plusvalor, agregamos) incalculable, su gente es “emprendedora” y aproximadamente la mitad de la población de 1250 millones es menor de 25 años (ideal, agregamos). Vale recordar que el crecimiento a menor ritmo de la población en los países centrales y la prolongación de la vida “improductiva” -en los términos del capital-, constituye una gran preocupación para la burguesía. Además, continúa The Economist, la India es pobre (¡cuánto mejor!, agregamos), de modo que tiene un montón de posibilidades para la recuperación del crecimiento: el PIB por persona fue de 5.500 dólares en 2013, en comparación con 11.900 dólares en China y 15.000 dólares en Brasil. El potencial está ahí, a la atura de la mano, la pregunta siempre ha sido si se puede “liberar”.

Como también señala el semanario británico, la estrategia de desarrollo probada consiste en trasladar a la gente desde trabajos agrícolas penosos hacia trabajos más productivos con mejores salarios. Agrega que el ascenso de China se construyó a través de la producción para las exportaciones, aunque actualmente, el espacio para seguir ese modelo, es limitado. El crecimiento de la cadena de suministros se desaceleró y la producción se está volviendo menos intensiva en mano de obra, como consecuencia de la tecnología. Sin embargo, contrasta The Economist, la India podría gestionar las cosas mejor de lo que lo está haciendo. Cuenta con una industria de servicios de tecnología informática de primer nivel mundial, que sigue siendo demasiado intensiva en conocimientos y demasiado pequeña para absorber a entre 90 y 115 millones de jóvenes (nada más ni nada menos, agregamos) a menudo con un bajo nivel de educación que entrarán en el mercado de trabajo en la próxima década. Las mejores esperanzas en este país –remarca el semanario- se asocian a un enfoque mixto, ampliando su participación en los mercados globales tanto en la industria como en los servicios.

Más vale en mano

Estas odas humanistas concluyen –como no podía ser de otro modo- exigiendo múltiples reformas al gobierno indio del reaccionario Narendra Modi, a quién no obstante The Economist reconoce la capacidad de “liderazgo fuerte” necesario –aunque no suficiente- para que el capital internacional no pierda tamaña oportunidad. Si bien el semanario británico resalta que el sector defensa es más abierto a las inversiones foráneas, se queja de que ningún extranjero pueda tener el control accionario mayoritario de cualquier empresa de propiedad conjunta en la India.

The Economist se lamenta además de la inexistencia de algún proyecto de ley referido a la adquisición de la tierra, sin el cual, dice, se hace difícil a los fabricantes obtener espacio para instalar fábricas. Tercero y fundamental, la eliminación de todo tipo de ley laboral restrictiva. El semanario exige un nuevo contrato más sencillo que otorgue una protección básica a los trabajadores y…vuelva menos costosos los despidos para las empresas. The Economist no deja de reconocer al Primer Ministro, no obstante, su llamado a todos los estados para que liberalicen las leyes laborales. Por último, se indigna The Economist por el aislamiento de la India como socio comercial que ni siquiera pertenece a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y tampoco muestra ninguna ambición por ser parte del acuerdo Trans-Pacífico. Acuerdo mediante el cual Estados Unidos busca establecer una alianza fundamentalmente con Japón, múltiples países asiáticos y latinoamericanos como México, Chile y Perú, entre otros, dejando afuera a China que estaría perdiendo sus características de “El Dorado” de ayer. Sin la satisfacción de estas demandas –entre muchas otras- será complejo para el capital internacional, poder atrapar al pájaro de oro para que se convierta, como el Primer Ministro indio lo sugirió, en una oportunidad dorada.

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