¿Por qué es necesario que las mujeres nos organicemos en las universidades?

Es de urgencia impulsar un movimiento feminista en las universidades que luche contra la desigualdad de oportunidades, el acoso sexual y la homofobia, que se convierten en una pesada rutina a soportar en las aulas, en los despachos y en los pasillos de las facultades

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Las organizaciones internacionales caracterizan la violencia hacia las mujeres como una «pandemia a nivel mundial». La discriminación de género existe en todas partes y en múltiples formas, ningún país se libra. Las mujeres tenemos menos derechos, menos recursos y somos más vulnerables ante la violencia allí donde estemos, y el Estado español no es una excepción.

La realidad contradice firmemente el manido discurso de la «igualdad de género»: las mujeres tenemos menos oportunidades, empleos más precarios, más inestables y con menor salario. También padecemos esta desigualdad en la Universidad, donde a pesar de que somos mayoría en porcentaje, muchas menos llegamos a cargos de responsabilidad elevada.

Según datos del 2012, el 56% de estudiantes en la Universidad son mujeres, mientras que tan solo un 37% consiguen un puesto como profesorado titular. El «efecto tijera» se incrementa al mismo tiempo que vamos subiendo peldaños en la jerarquía universitaria. Finalmente, tan solo el 19% llegan a catedráticas y tan solo un escasísimo 8% de mujeres consigue ocupar cargos en el Rectorado.

Del mismo modo, la Universidad no es un espacio libre de violencia machista. De hecho, el 65% de las y los estudiantes conocen o han sufrido situaciones de violencia machista pese a la dificultad de detectarla. Los datos recogidos por el Instituto de la Mujer (2009) reflejan que mientras una amplia mayoría reconoce como acoso sexual la petición explícita de encuentros sexuales de un profesor a una alumna, tan solo un 30% detecta como acoso sexual la invasión del espacio vital, y apenas un 15% percibe las bromas obscenas como acoso.

Estos datos alarmantes reflejan la carencia de las políticas de prevención y concienciación. Sin programas efectivos que promuevan la igualdad, que garanticen la rápida detección de situaciones de violencia y ofrezcan los recursos necesarios para denunciarla y sancionarla es imposible ponerle freno a esta situación. Para lograr esto, es vital que las mujeres nos empezamos a organizar también, de manera independiente, en las universidades.

Es lamentable que la mayoría de los alumnos y alumnas en las universidades ni siquiera sepa que existen protocolos para la prevención del acoso y la violencia sexual. Más indignante es todavía que en muchos casos las Comisiones de Género, que son las estructuras que se suponen dedidacas a combatir este tipo de violencias, sean voluntarias y estén totalmente desligadas del conjunto de las trabajadoras y alumnas, y por ende, totalmente por fuera de sus problemas reales y cotidianos: el acoso sexual, la invisibilización, los abusos, la violencia verbal… diferentes tipos de violencia que allanan el camino hacia la violencia física y que son perpetradas por profesores y alumnos.

Sin embargo, sabemos que esta falta de medios no es casual, sino una consecuencia directa de la poca importancia que le otorga el rectorado a la violencia hacia las mujeres.

También sabemos que la violencia machista que cada vez está más extendida entre los jóvenes y que este año ya ha tenido como resultado 94 feminicidios, no es tomada como un hecho realmente importante por el Gobierno, que ha recortado en ayudas a la violencia de género y también intentó imponer un retroceso histórico en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con la propuesta de prohibición del aborto. Una ley que fue tumbada gracias a la lucha en las calles de miles de mujeres.

Del mismo modo, tras una movilizacion masiva como la del 7 de Noviembre en Madrid ha hecho posible que se empiece a hablar del problema real de la violencia machista en el Estado español, una violencia estructural que impregna cada una de las instituciones del Estado y que se reproduce en todos los ámbitos de la vida diaria: la casa, la calle, el trabajo, las aulas…

Sabemos que tan solo un verdadero movimiento feminista que se proponga convertir las universidades en el centro neurálgico de la lucha por los derechos de las mujeres podrá abrir el camino para combatir la violencia machista en nuestras facultades y pelear por la igualdad de oportunidades.

Desde la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas, hace meses que venimos realizando diferentes charlas para visibilizar las diferentes violencias a las que hacemos frente las mujeres, como fue la charla demicromachismos o la charla contra el feminicidio; también hicimos una rueda de prensa para hacer oir la voz de las mujeres trabajadoras, y ahora nos proponemos seguir avanzando en la conquista de nuestros derechos.

Por eso invitamos a todas las mujeres y jóvenes a participar en una asamblea abierta, el próximo jueves día 3 de Diciembre en la Universidad de Geografía e Historia, UB-Raval-, con la finalidad de impulsar conjuntamente la lucha por conseguir comisiones feministas en nuestras facultades. Comisiones compuestas por profesoras, estudiantes y personal no docente para ponerle freno a la violencia machista y LGTBIfóbica en las universidades.

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