Zaragoza en Común y los gobiernos “ciudadanistas”, límites y contradicciones

Pasados unos meses desde que tomara las riendas del Ayuntamiento, la candidatura “ciudadanista” Zaragoza en Común se encuentra con unas arcas públicas endeudadas. Pero su política para resolverlo muestra los límites de la estrategia política de “regeneración democrática” y de un proyecto de tibias reformas sociales.

El primer golpe económico al Ayuntamiento de Zaragoza

A finales de julio, Zaragoza en Común (ZEC), y poniendo en marcha una auditoria interna sobre el estado económico del Ayuntamiento, expuso públicamente que habían “detectado hasta 38 sentencias firmes por una cuantía de 45 millones de euros no presupuestados y a los que hay que hacer frente de manera inmediata. A su vez se espera que a inicios de 2016 haya nuevas sentencias por otros 45 millones aproximadamente”. Lo que llevó a ZEC a solicitar, “ante esta nueva situación de emergencia”, un nuevo crédito al “Fondo Impulso Económico 2015” con un interés al 1,3% a 10 años de plazo por un importe de “unos 90 millones en total”. Es decir, más deuda e intereses bancarios a cargar sobre las arcas del Estado. El propio Santisteve tuvo que hacer un video promocional para culpar al anterior consistorio socialista (y su actual aliado “investidor”) del estado de las cuentas.

En el video el ZEC denunció que los servicios municipales se estaban usando como una forma de “financiación encubierta”, llegando a desvelar que las “grandes contratas del transporte, se dotan muy por debajo del coste real. Estas empresas reclaman judicialmente de manera que no solo cobran el coste real del servicio prestado, sino también los intereses de demora”. ¡Es decir, todo un negocio para las contratas del ayuntamiento, y todo aquel banquero y constructor que viene haciendo negocios con los representantes políticos! El propio ZEC ante esta nueva deuda tuvo que reconocer oficialmente que, incluso esta ligera desviación del plan, “implica hipotecar al ayuntamiento de cara a cualquier negociación o remunicipalización”, dejando así un idea de lo que pasará con las ilusiones creadas entre muchos trabajadores combativos que vienen peleando contra las precarias condiciones de trabajo en las contratas del Ayuntamiento y su pelea por la remunicipalización.

….lo que faltaba

Pero no pasaron ni dos meses, cuando Fernando Rivarés, Concejal de Economía del Ayuntamiento vino con otro “bombazo” destapando la astronómica “deuda oculta” por valor de 110 millones de euros en base a “21 partidas de gasto superior a 600.000 euros” del periodo 2015. A los cuales hay que sumar 80 millones que se prevé pagar en 2016 como obligaciones de pago. El diario “El Economista” informó que la deuda a largo plazo ascendía a la escalofriante cifra de 814 millones de euros. Los candidatos del ZEC, pensando que iban a poder gestionar las endeudadas cuentas públicas en medio de una crisis histórica del capitalismo se encuentran en una situación catastrófica. Y aunque según informaban las fuentes del Ayuntamiento, pueden llegar justo a acabar el año para pagar, ya han tenido que reconocer que muchas de las expectativas puestas en las propuestas sociales van a quedar en “agua de borrajas”.

Las fallidas soluciones del ZEC

Pero ante esta difícil situación económica, tampoco le viene saliendo muy bien poner en practica alguna de sus soluciones, y sus propuestas para contrarrestar el abultado agujero financiero ya han sufrido sus primeros reveses. El primero fue cuando a finales del mes de octubre el pleno del Ayuntamiento con los votos del PP, PSOE y Ciudadanosimpidieron el aumento de impuestos a los grandes capitalistas propuesto por los concejales del ZEC. Así se frustraron sus raras expectativas de que los máximos representantes del bipartidismo del régimen, y su pata derecha “regeneracionista”, votasen a favor de las nuevas ordenanzas fiscales.

Después de este fracaso, aun pensaban reclamar el parche de 50 millones que le exigían al Gobierno de Aragón en los nuevos Presupuestos de Aragón de 2016. Pero este jueves 3, Santiesteve ha vuelto a sufrir otra “gran decepción”, según El Periódico de Aragón, al comunicarle el Presidente de Aragón (el socialista Lamban) que tendrá que “esperar” por ese parche, puesto que acaban de aprobar unos irrisorios Presupuestos de ajuste. Irónicamente, con el apoyo y los votos del Podemos de Echenique. Unos presupuestos cuyos gastos sociales ni de lejos se acercan a los recortes de 3200 millones de euros sufridos en estos 7 años, a pesar de que Maru Díaz (portavoz de Podemos en las Cortes de Aragón) justificase su firma diciendo que eran unos presupuestos “sociales”.

Un retorno a la “vieja política”

A pesar de que después del primer golpe en el pleno del Ayuntamiento, Muñoz planteó a la prensa que no iban a “tirar la toalla”, Santisteve (como si de un deja vú se tratase) no tardó en plantear que había que “pasar página” y que su objetivo “clave” era negociar los futuros presupuestos de 2016 del consistorio, que presentarán en diciembre, pensando que “puede llegar a acuerdos” tanto con el PSOE y Ciudadanos, como con el PP, como informó 20Minutos. Extrañas declaraciones cuando no hace mucho decía que garantizar las necesidades básicas no podían “estar pendiente, como ha hecho todos los años el gobierno del PSOE, de modificaciones presupuestarias que dependen de la voluntad de acuerdo político”.

La institucionalización de la protesta social por parte del ZEC está en el “ADN” de su programa, y su moderación se hizo visible en la negociación con el PSOE con el único fin de conseguir la investidura. Pero en la actualidad el ZEC viene dando pasos agigantados en copiar la “vieja política” de querer pactar las demandas sociales y populares con los partidos patronales, bajo la excusa (también vieja) de la aritmética parlamentaria, que viene aparejada inevitablemente a la democracia representativa y que como diría el historiador Perry Anderson, crea una “falsa ilusión” de “autogobierno”, punto nodal que permite reproducir ideológicamente que las masas no subviertan los estrechos marcos del régimen político.

Ahora, frente a los rechazos del resto de grupos municipales, Zaragoza en Común viene lanzando una pequeña “campaña” de marketing político para acercarse al “tejido social” (que han podido ir perdiendo durante este tiempo) haciendo algunas asambleas-mítines barriales para hablar de los presupuestos municipales. Pero la realidad de esta “campaña electoral” (que no viene teniendo mucho éxito) es que el consistorio ya viene encorsetado por la estrategia “regeneracionista” de ZEC.

Los limites políticos y programáticos del “regeneracionismo”

Por un lado, los futuros Presupuestos que van a presentarse en pocos días ya vienen sellados por los posibles acuerdos con los partidos patronales del régimen político, con tal de mantener el poder local. Por otro lado, el programa de ZEC ya tiene serias y profundas limitaciones en lo relativo a que la población trabajadora tenga un peso real en la toma de decisiones, pues Santisteve ya dejó claro en su “Programa electoral colaborativo” que solo iba a dejar “gestionar el 5% del presupuesto municipal de inversiones mediante presupuestos participativos por las vecinas y vecinos de los distritos”. Más aun cuando el 85% del gasto presupuestario para el 2016 ya está comprometido. Hasta la propia concejala de Participación Ciudadana, Elena Giner, en unas Jornadas relacionadas con el tema ya expuso que para llevarse a cabo incluso este ridículo 5%, “es necesario un ciclo mínimo de un año”, y como explicó a El Periódico de Aragón eso no será posible hasta el 2017. ¡Ni más ni menos!

Por último, y más importante, el programa de Zaragoza en Común, no solo no tiene una estrategia rupturista para imponer las demandas sociales, sino que se niega a levantar una demanda básica de los movimientos sociales: “No debemos, No pagamos”. Desde ZEC se viene insistiendo que gracias a las Auditorias llevadas a cabo por los técnicos municipales se hace posible la llamada “transparencia”. Pero éstas lo único que hacen es poner al descubierto la abultada deuda y las enormes debilidades de ZEC, pero no ponen en cuestión (y desgraciadamente hasta ahora ningún grupo de la coalición partidaria lo ha hecho) cuál es realmente la deuda legitima y cuál es la deuda ilegitima.

¿Es que acaso la población trabajadora también tiene que pagar la deuda creada por los corruptos, los constructores, los banqueros y todos los empresarios que ganaron millones a costa del erario público? ¿Por qué se quiere comparar una simple Auditoria municipal (que es lo que realmente ha hecho el ZEC) con una Auditoria real que cuestione la deuda ilegitima?

Como cuenta Natalia Munevar, integrante de la Plataforma Auditoria Ciudadana de la Deuda: “A pesar de ser el tema central, del que dependen las políticas económicas de aquí en adelante, los partidos evitan hablar de deuda […] ´Podemos` habla de auditoria ciudadana y de restructuración, pero no de impago”. Pero sin hacer efectiva esta demanda básica que rompa con la usura bancaria y especulativa, cualquier política se muestra inevitablemente utópica.

Al mismo tiempo, sin una estrategia que haga que la crisis la paguen los ricos, esa “toma del poder local” no solo se muestra como “política de la impotencia”, sino como una irresponsabilidad. En ese sentido, la propuesta de ZEC de hacer pagar más a los capitalistas comerciales, aunque progresiva, solo servía para una sola cosa: pagar la deuda ilegitima acumulada por los mismos capitalistas en Zaragoza, lo que supone que ese monto no vaya dirigida hacia las clases populares sino a salvar a “los Bankia´s”.

El utopismo reformista de Zaragoza en Común

En estas circunstancias ¿No es demagogia discursiva o verdadero utopismo crear ilusiones, por ejemplo, de que es posible la remunicipalización de los servicios públicos privatizados al mismo tiempo que se pretende pagar una deuda ilegitima? Si esta lógica es la dominante, y en el marco de que Bruselas y la élite empresarial del estado español vienen reclamando nuevos ajustes, a los nuevos gobiernos locales “ciudadanistas”, ¿qué salidas les queda?.

Solo hay que ver la nueva “Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local” que pone a los Gobiernos locales ante dificultades añadidas, y que ha llevado a ZEC a reconocer públicamente que “En este marco legislativo, ni el superávit de la administración garantizaría beneficios sociales a la población, sino que el mismo deberá estar destinado a seguir saciando a los tenedores de deuda. Es decir, aunque un consistorio consiga cumplir con la amortización de la deuda y además genere superávit, no podrá invertir ese dinero en inversión social […] deberá servir para adelantar pago de deuda”. ¡Es decir, que todo el programa social que se proponían se verá comprometido aún más si cabe!

Al subordinarse a la lógica de la gestión capitalista, se convertirán tarde o temprano en los gestores de los futuros recortes que no tardaran en llegar. Tsipras en Grecia es un ejemplo de ello. Explicar simplemente las dificultades económicas del nuevo consistorio como vienen planteando, sin un plan rupturista y anticapitalista que incluya la exigencia efectiva y práctica del “No pago a la deuda municipal”, es simplemente preparar el terreno en varios sentidos. Pasivizar cualquier lucha obrera y social que pudiera exigir mejoras con la excusa de que “no está el horno para bollos” y/o preparar el terreno para justificar posibles recortes. En este sentido, el intento por parte de los partidos “ciudadanistas” de combinar la democracia representativa burguesa con la limitada “democracia participativa” (esta última, atada a repartirse las migajas que ofrece el Ibex35 y las leyes del mercado) lleva inevitablemente a que los trabajadores y las clases populares intentemos “interiorizar” o “autojustificar” los futuros recortes de sueldos y derechos.

La política de la impotencia

Las palabras del Concejal de Vivienda y Deporte resumen esta política de la impotencia ya que pone en sus propias palabras lo que se viene planteando más arriba.

Frente a la dificultades de financiar los proyectos de vivienda, el Concejal reconocía que había “venido aquí a hacer esa política y necesito esa inversión, no tendría ningún sentido que yo estuviera en esta mesa llevando vivienda para gestionar la miseria que ha gestionado hasta ahora el PSOE, para eso, lo que tienen que hacer el señor Anadon es postularse para alcalde, que le apoyen el PP y Ciudadanos, y que gestionen ellos la miseria que la saben gestionar mejor que nosotros […] probablemente tengamos que hablar en algún momento de una moción de confianza, poner a las claras la posición del PSOE, para ver qué quiere hacer, si quiere que gobernemos o que no gobernemos”. Y seguía planteando sobre los bloqueos y la falta de dinero que “como no saquemos eso adelante, nuestro gobierno municipal no tiene ningún sentido, y que para hacer lo que hacían ellos, que lo hagan ellos que lo hacen mucho mejor que nosotros”.

Es decir, que todo el programa de ZEC, todas las promesas, toda la “nueva política”, toda esa “confluencia ciudadana” se viene al traste porque la pata socialiberal del bipartidismo político del 78, dice, evidentemente, que no (¡maldita aritmética parlamentaria!).

Y llega tan lejos la falta de estrategia independiente del establishment político que el Concejal hasta propone que ZEC puede dejar de gobernar. ¿No es esto la muestra más clara de la “política de la impotencia” o lo que también se llama la “impostura política”? Si es así, los fenómenos que hablaron de cuestionar el sistema o como decía Alberto Cubero, los “que no queremos gestionar el capitalismo”, no avanzaron mucho en este sentido. A la maquinaria estatal le resultará tremendamente útil y fácil la cooptación y naturalización de la “imposibilidad de la rebelión”.

Una reflexión necesaria

La estrategia de gestionar el sistema capitalista, aunque sea a nivel local, y sin un plan destinado a satisfacer realmente las demandas sociales urgentes, incluso las más mínimas, es decir, un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, está pasando factura a Zaragoza en Común.

La política de ZEC pone en evidencia lo lejos que está la reciente formación de ser una alternativa rupturista a la actual democracia representativa creada en el 78. Las enormes debilidades políticas de los nuevos fenómenos “ciudadanistas” para hacer frente a los capitalistas desde las instituciones demuestran la dicotomía entre la utilización de las instituciones del estado como fin en sí mismo y el desarrollo independiente de la movilización social.

Los votos recaudados en las diferentes elecciones que se dan cada 4 años en la democracia parlamentaria representativa crean la falsa ilusión política de que la “representación política” está sustentada por una “organicidad” social a través del voto, cuando en realidad no existe. A su vez, el concepto de “ciudadanía” no acaba de resolver qué fuerzas sociales podrán superar el paradójico entramado de la aritmética parlamentaria, que aboca a la inevitable moderación e institucionalización de las demandas sociales (y de los partidos que no cuestionan de manera radical dichas instituciones).

A mi modo de ver, un programa que tome como estandarte una demanda fundamental como es el “No pago de la deuda” no se puede conquistar a través de un “significante vació” como es la “ciudadanía”, sino que requiere fuerzas sociales capaces de imponerse a la engañosa democracia representativa con los instrumentos propios de los explotados, en este caso, de la inmensa mayoría de los asalariados. En ese sentido este programa tienen que tomarlo en sus manos los trabajadores con la movilización social. Un programa independiente de los partidos patronales, para que la crisis la paguen los capitalistas, es decir, que no sean costeados por algún sector o capa de las clases populares.

Respecto a esto, cabe a las organizaciones de los asalariados, pero sobre todo a los trabajadores públicos o externalizados de los servicios públicos, que salen a la lucha contra las privatizaciones y en defensa de lo público, que se encuentran en una situación estratégica en la pelea contra el Gobierno del estado, tomar en sus manos la demanda del “No pago de la deuda municipal” (y estatal). Las estrategias neoreformistas (que hablan de “confluencia ciudadana”) y que han acabado por contener la movilización social no pueden resolver cómo crear una hegemonía política capaz de torcerle el brazo al régimen bipartidista. Esa hegemonía o “pacto de los comunes” solo será posible si las organizaciones de los asalariados toman en sus manos esta importante demanda que explique al resto de sectores populares las consecuencias de seguir subyugados por la deuda. Esto es lo que permitirá crear una solidaridad social lo suficientemente fuerte que ponga en entredicho la aritmética parlamentaria de la democracia burguesa.

Cabe pensar, sobre el balance y la experiencia que muchos portavoces “ciudadanistas” hacen del 15M, que aunque hablen del cuestionamiento al bipartidismo y a las viejas formas de la política, ninguno destaque uno de los aspectos más importantes. Que las ocupaciones de las plazas significaron también un acto ilegal de masas contra el orden y las instituciones del Estado. Experiencia que constantemente se omite, puesto que los fenómenos de “confluencia ciudadana” tienen en su ADN el respeto constitucional a las mismas.

Todo el activismo obrero, juvenil y vecinal tendrá que reflexionar sobre la necesidad de empezar a dar pasos para un reagrupamiento de las organizaciones anticapitalistas que se propongan no ser el “recambio de la élite institucional” sino pelear por hacer carne y plantear a los trabajadores la necesidad de un programa que cuestione las bases del régimen político del 78.

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Asier Ubico :: Delegado de CGT Telepizza, Zaragoza