Como todos los once de septiembre -día nacional de Catalunya, la Diada- las calles de Barcelona albergaron una manifestación en favor de los derechos democrático-nacionales catalanes. Este año sin embargo la convocatoria logró una adhesión histórica y se convirtió en un clamor por el derecho a la independencia de esta nacionalidad.
Entre 600.000 -según el Gobierno central- y 1,5 millones -según los organizadores y el Govern de la Generalitat- colapsaron las calles del centro de la ciudad desde primeras horas de la tarde. Hay que remontarse a la manifestación del once de septiembre de 1977 -en pleno ascenso de luchas obreras y populares contra el Régimen que salía de la Dictadura- para encontrar cifras similares. El antecedente más inmediato tuvo lugar hace solo dos años, en julio de 2010, cuando 1 millón de personas salieron a la calle contra los recortes impuestos por el Tribunal Constitucional al nuevo Estatut de Autonomía catalán. Esta vez la reivindicación no era por la autonomía -como en 1977- ni por el Estatut, sino que los cánticos, banderas y la misma convocatoria planteaba la reivindicación de la independencia.
Un hondo sentimiento democrático viene creciendo entre muchos sectores populares y trabajadores de Catalunya. Los golpes de la crisis y los planes de ajuste -especialmente duros en esta región- han hecho que éste se incremente, a la par que lo han hecho las protestas juveniles y de sectores de trabajadores, especialmente docentes y sanitarios. En sólo dos años los partidarios de la independencia han pasado del 25 al 51%, según las últimas encuestas.
Se endurece el enfrentamiento entre la burguesía central y la catalana El Régimen español, nacido de la llamada “Transición democrática” de 1978, es el heredero directo de la Dictadura de Franco. Una de las cuestiones democrático-estructurales que no resolvió fue el derecho de autodeterminación para las nacionalidades vasca y catalana, que es negado categóricamente. Las burguesías de dichas nacionalidades se integraron en dicho Régimen por medio del llamado Estado de las Autonomías, que les concedió cierto margen de auto-gobierno. La actual crisis capitalista y los planes de ajuste que está llevando el Gobierno de Rajoy -con el apoyo y la “recomendación” de la Comisión Europea, el BCE y el FMI- están poniendo en crisis este modelo autonómico. El Gobierno central quiere re-centralizar la estructura administrativa y poder intervenir las autonomías y sus presupuestos. La pelea por el reparto de los fondos entre las distintas Comunidades se endurece. Todo ello está elevando el tono y el enfrentamiento entre la burguesía central, representada en el Gobierno del PP, y la catalana, mayoritariamente alineada con el Govern de CiU en Catalunya. Esta pugna está detrás del giro de la burguesía catalana y sus partidos hacia posiciones más “soberanistas”. Una maniobra demagógica en la que trata de apoyarse en el justo sentimiento de cientos de miles de catalanes para mejorar sus posiciones en su tira y afloja con el Gobierno de Madrid y frenar el desgaste que está sufriendo por lo ajustes que aplica desde el Govern.
Por una estrategia de clase, revolucionaria e internacionalista
Las organizaciones convocantes de la manifestación de esta Diada, agrupadas en la Asamblea Nacional Catalana, mantienen una política de clara sumisión a este “giro soberanista” de CiU. Así lo mostraron con sus invitaciones a CiU y los partidos del Parlament a marchar y a estar en la cabecera de la protesta, o la misma finalización de la manifestación en el interior del Parlament para solicitar una audiencia con el President Arthur Mas. Consideran a la burguesía catalana una aliada central en la lucha por los derechos democrático-nacionales catalanes y la vía parlamentaria y de negociación como la salida para conquistarlos.
Olvidan el rol histórico de la burguesía catalana como leal socio de la burguesía central, como ha “canjeado” los derechos democrático-nacionales por buenos acuerdos y negocios. Fueron padres fundadores del actual Régimen y en estos 35 años han profundizado en el mismo y en el imperialismo español, de cuya expansión son importantes actores. Hoy en día son los agentes de los planes de ajuste en Catalunya y también en las Cortes de Madrid, donde han apoyado la mayor parte de los paquetes anti-obreros del PSOE y el PP-
Los revolucionarios de Clase contra Clase defendemos el derecho a la autodeterminación de Catalunya e incluso a la separación del Estado español si la mayoría así lo quisiere. Defendemos este derecho democrático elemental, que la burguesía españolista niega, aún teniendo en cuenta que nuestro programa no es el separatismo. Los marxistas revolucionarios peleamos por la unidad voluntaria de los trabajadores -nativos o extranjeros- y sectores populares de todo el Estado en la lucha por tirar abajo el Régimen del ’78 y para enfrentar a las burguesías tanto de Madrid como de Catalunya que están descargando la crisis económica sobre nuestras espaldas.
La burguesía catalana ha dado sobradas muestras de defender todos los negocios que les une con la burguesía de Madrid antes que luchar con los trabajadores y el pueblo contra la opresión nacional.
Solamente un Gobierno de los trabajadores y el pueblo podrá resolver los grandes problemas de la clase obrera y los pueblos oprimidos, que avance en la expropiación de las burguesías española, catalana y vasca, poniendo fin a la explotación capitalista y liquidando el imperialismo español del que todas forman parte.
Los marxistas revolucionarios no consideramos que la independencia catalana vaya a resolver los grandes problemas de los trabajadores y sectores populares, por ello nuestra pelea por el derecho de autodeterminación la planteamos desde una posición internacionalista, como parte de la lucha por una Federación de Repúblicas Obreras Ibéricas en la perspectiva de una Federación de Repúblicas Socialistas Obreras de Europa.