Sudáfrica vive una oleada de huelgas mineras contra las grandes trasnacionales imperialistas que dominan la principal industria del país. La masacre perpetrada por la policía contra los huelguistas de la inglesa Lonmin el 16/8 que dejó 34 mineros muertos, lejos de amedrentar a los trabajadores ha desatado una movilización mayor. Días después estallaron huelgas en otras mineras como Anglo American Platinium y Royal Bafokeng Platinum. El gobierno proimperialista de Jacob Zuma del Congreso Nacional Africano (CNA) trató de continuar con la línea represiva y de judicializar las protestas usando una ley del Apartheid por la cual se culpa a los manifestantes por las víctimas de la represión. Así, 270 activistas mineros (detenidos durante la masacre) fueron acusados por la muerte de sus 34 compañeros.
Tras la represión, la lucha se extendió
Sin embargo, el proceso de movilización y la gran disposición a la lucha de los obreros obligó a retroceder al gobierno y la acusación fue dejada en suspenso. La huelga en Lonmin sigue y ha entrado en su cuarta semana. A pesar de todos los esfuerzos por quebrarla, incluyendo un acuerdo firmado por la burocracia con el gobierno que fracasó por el rechazo del sindicato independiente AMCU y los activistas, sus 28.000 obreros se mantienen firmes. El no pago de los salarios tampoco ha podido quebrar la huelga a pesar de que los obreros y sus familias viven en condiciones de pobreza estructural. El 9-9 estalló una nueva huelga en la minera Gold Fields. 15.000 obreros de la sección Oeste de la empresa mantienen paralizada la producción de la cuarta productora de oro del mundo. Hace apenas una semana 12.000 trabajadores habían parado la sección Este.
Las bases rompen con sus direcciones sindicales
De esta manera la lucha a pegado un salto. El proceso más profundo en el movimiento obrero sudafricano, de la mano de esta ola de huelgas duras, es la creciente ruptura las bases con sus dirigentes sindicales. La mayor parte de estas huelgas se realizan contra la política de la burocracia y son declaradas ilegales por el gobierno. El NUM (sindicato minero oficial) al igual que la central obrera nacional COSATU, está en manos del CNA y participa activamente en los intentos por derrotar a los huelguistas mandado matones y colaborando con la policía. En algunos casos, como en Gold Fields, el activismo pelea directamente por echar a la burocracia y han incluido esa exigencia en sus reclamos. Pocas semanas atrás los obreros de la Gold One’s entraron en huelga contra 200 despidos demandando su reincorporación junto a la de otros compañeros que fueron despedidos en junio por formar un sindicato paralelo a la burocracia y para que se reconozca su sindicato independiente el PTAWU. La protesta fue reprimida y en la mina se mantiene una fuerte presencia policial, lo que muestra a la vez el temor de la burguesía al levantamiento obrero como la profundidad del proceso que se extiende por abajo.
Desgaste del gobierno del CNA
Como planteamos en La Verdad Obrera N° 489 (semanario del PTS de Argentina) este proceso se da junto a luchas populares que reclaman mejores condiciones de vida (agua potable, desagües cloacales, luz) ya que desde el fin del Apartheid y la llegada del primer gobierno negro en 1994, la situación social de pobreza y marginación no ha cambiado. Sudáfrica tiene los mayores índices de “desigualdad social”, la desocupación llega al 30% y la esperanza de vida se redujo a 52 años. El gobierno del CNA que en el marco de la crisis económica mundial aplica una política neoliberal y proimperialista, enfrenta un creciente desgaste frente las masas. La política represiva de Zuma, con su punto más alto en la masacre de Marikana, agrega un costo político enorme ya que ha rememorado los peores tiempos del Apartheid. Muchos plantean que este es un punto de inflexión y que nunca el CNA y sus sindicatos han estado tan débiles, situación puede hacer fracasar el próximo Congreso del CNA previsto para diciembre donde Zuma pretende postularse a un nuevo mandato. La profunda rebelión que recorre a los mineros sudafricanos y el creciente malestar entre las masas negras constituye una gran respuesta obrera a los efectos de la crisis económica capitalista.