21M: Avanzar en el camino hacia la huelga general contra el Gobierno y la Troika

El sábado 21 de marzo las Marchas de la Dignidad volverán a marchar sobre Madrid. En nueve columnas provenientes de todo el Estado, miles de trabajadoras y trabajadores, parados, jóvenes y luchadores, tomarán la capital con el lema de “Pan, Trabajo, Techo y Dignidad”.

Como ya lo hicimos el 22M y el 29N, nos sumamos a esta gran movilización, con el objetivo de aportar a la unificación de las luchas de los trabajadores y los sectores populares contra la política de ajustes, recortes y ataques a las conquistas sociales y laborales.

Hace un año más de un millón y medio de personas colmamos las calles del centro de Madrid, en la culminación de las Marchas por la Dignidad que durante semanas recorrieron carreteras, pueblos y ciudades de todo el Estado. Entonces estaba planteado el momento de avanzar hacia la generalización de la lucha obrera y popular contra el gobierno y el régimen y convocar una nueva huelga general. Sin embargo, las direcciones sindicales burocráticas de CCOO y UGT mantuvieron su política de pactos con el gobierno, aislando luchas obreras ejemplares como las de Coca Cola y Panrico, fomentando la pasividad y la desmoralización entre las filas de la clase trabajadora.

A un año de esa gran movilización, millones de trabajadores, parados y estudiantes han visto como la crisis social se ha agravado. A pesar de los anuncios “optimistas” del gobierno y las palmadas en la espalda que recibe de la Troika por “hacer bien los deberes”, los índices de paro siguen en niveles record, afectando a millones de trabajadores, muchos de las cuales ya no cuentan con prestaciones sociales. Los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes siguen siendo los sectores más golpeados por una crisis que no generaron. Los estudiantes abandonan los estudios por no poder pagar las tasas, mientras Wert busca imponer una nueva ley que elitiza aún más (si cabe) las universidades. En los últimos meses el gobierno de mariano Rajoy ha logrado imponer el endurecimiento de las leyes represivas y la criminalización de la protesta social. Recientemente fueron detenidas 18 personas en Madrid por participar en una protesta contra los desahucios y en Barcelona se dictó condena de prisión para los acusados de rodear el Parlament en 2011.

Desde el 22M del 2014, el profundo descontento social y la crisis del régimen político se ha canalizado fundamentalmente por la vía electoral, con el ascenso de Podemos y otras fuerzas políticas o “candidaturas ciudadanas” de confluencia entre Izquierda Unida y otras formaciones. Se han generado grandes ilusiones en que es posible terminar con las consecuencias de la crisis y con un régimen corrupto hasta la médula llegando a “las instituciones” por la vía electoral.

Guiados por esta estrategia, los líderes de Podemos han moderado su discurso hasta límites impensables hace meses, mostrándose como un partido con “responsabilidad de estado” ante la Unión Europea que propone una “gestión decente” del capitalismo, como si esto fuera posible.

En el caso de Grecia, el gobierno de Syriza ya viene marcando línea en el mismo sentido, intentando una política de “presión” sobre la Troika para renegociar los pagos de la deuda y “aliviar” un poco las medidas de ajuste. Sin embargo, en tan solo dos meses del “gobierno de salvación nacional” de Syriza y el derechista ANEL, ha quedado claro que las instituciones de la Troika (BCE, UE, FMI) no están dispuestas a conceder nada y no han cejado en su chantaje contra los trabajadores y el pueblo griegos para que sigan siendo quienes pagan los costos de la crisis capitalista. Lamentablemente, la política de Syriza ha sido someterse a las imposiciones de la Troika.

Las inhumanas consecuencias de la crisis exigen medidas radicales. La moderación del programa y el discurso para llegar al gobierno, la confianza en que con esta democracia para ricos es posible terminar con la miseria, el paro, la pérdida de derechos en sanidad y servicios sociales, los desahucios, la precariedad laboral, la persecución y la represión, es una ilusión que solo puede preparar nuevas frustraciones. Pero al mismo tiempo, es una política que contribuye a desarmar política y organizativamente a la clase trabajadora y los sectores populares tanto para las batallas actuales como futuras. Porque sin el concurso de la lucha de clases, de la fuerza social y material que representan millones de trabajadoras y trabajadores en todo el Estado para enfrentar al establishment y cambiar la relación de fuerzas, sólo queda el conformismo y “la miseria de lo posible”.

Las Marchas de la Dignidad han sido convocadas en base a cuatro consignas centrales: ‘No al pago de la deuda’, ‘Servicios públicos para todos’, ‘Derecho a la vivienda para todas las personas’, y ‘Empleo digno y renta básica’. Estas consignas son sin duda un gran punto de partida. Pero es necesario desarrollarlo como un programa de medidas de emergencia y salida obrera a la crisis. Medidas como la prohibición de los despidos, la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores, la reducción de la jornada laboral y el repartos de las horas de trabajo sin disminuir el salario, entre otras medidas que cuestionen el poder de los banqueros y capitalistas, junto a un programa de defensa de las libertades democráticas frente al aumento de la represión social y la crisis del régimen y por el derecho de autodeterminación de las nacionalidades, son algunas de las demandas fundamentales que podrían orientar la movilización obrera y popular para que la crisis la paguen los capitalistas.

Para poder avanzar en esta perspectiva, es necesario profundizar la movilización y avanzar decididamente en la coordinación de todas las luchas desde abajo, hasta imponerle a las burocracias de los sindicatos mayoritarios la convocatoria de una nueva huelga general contra el gobierno y la Troika.

El 22M las Marchas mostraron la potencialidad que tiene el unir desde abajo lo que las direcciones sindicales hasta ahora se niegan a coordinar: las luchas de las trabajadoras y trabajadores, los parados, los afectados por los desahucios, las mareas contra las políticas de recortes, los jornaleros sin tierra, las mujeres, la juventud, los inmigrantes, los vecinos de los barrios populares. Es decir, la mayoría social que sufre las políticas de ajustes y miseria del gobierno y los capitalistas. La mejor conmemoración a un año de aquella gran jornada de lucha es profundizar ese camino. Allí estaremos.