A raíz de la “expropiación” simbólica de dos supermercados el pasado 8 de agosto por militantes del SAT, muchos medios de comunicación estatales, e incluso varios extranjeros, se han hecho eco de la figura de Sánchez Gordillo, alcalde del municipio de Marinaleda desde 1979 y diputado del Parlamento andaluz por IU desde 2008. Algunos incluso hablan de la “Revolución de Gordillo”. Sin duda el papel de Gordillo en estas movilizaciones es muy significativo, pues se trata de un dirigente histórico de este sector de la clase obrera andaluza, los jornaleros agrícolas. Fue fundador del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) en 1976 y principal dirigente del Colectivo Unidad de los Trabajadores (CUT), una organización política creada en 1979 y que sería parte fundadora, junto al PCE, de Izquierda Unida (IU) en 1986.
Gordillo, el SAT y otros miembros de este sindicato están siendo objeto de una gran campaña de persecución y criminalización, azuzada especialmente por el PP y sus medios de comunicación adictos. Los mismos que tienen en sus filas a corruptos como Camps o Matas, que sientan a sus mesas de debate a auténticos “chorizos” como Mario Conde, que han aplaudido el rescate mil-millonario de bancos y empresas con dinero público… ponen el “grito en el cielo” por las “expropiaciones” simbólicas de supermercados. Evidentemente lo que esta gente teme es que las protestas de los jornaleros del SAT inspiren a que los cientos de miles de parados y trabajadores que lo están pasando cada vez peor se pongan “en pie” y comiencen a luchar para resolver los graves problemas de vivienda, carestía de la vida y otros que no hacen más que agravarse.
Contra todo este coro de reaccionarios, como ya hemos planteado en otros artículos [1] , es urgente poner en pie una gran campaña anti-represiva en todo el Estado que enfrente la escalada represiva que ahora se recrudece contra el SAT y también hemos visto contra otros luchadores (mineros, militantes independentistas vascos, movimiento estudiantil…).
En este artículo queremos abrir la discusión con la estrategia que representa Gordillo y su organización. Para muchos luchadores obreros y juveniles se trata de una alternativa anti-capitalista, e incluso revolucionaria. Queremos examinar en que medida el programa y la estrategia del CUT-SOC apuntan a un cambio revolucionario que resuelva los problemas de los jornaleros andaluces y el conjunto de trabajadores y sectores populares, o si más bien se trata de una apuesta por la movilización social para ampliar los “márgenes de lo posible” sin llegar a desbordarlos.
Los orígenes del CUT y el SOC
El SOC fue uno de los sindicatos con mayor implantación y un historial combativo de más larga trayectoria de los animados por el Partido del Trabajo de España (PTE) y que se confederaron en la Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores (CSUT) en 1977. El PTE fue una organización maoísta ubicada a la izquierda del PCE durante los últimos años de la Dictadura, que se opuso a los Pactos de la Moncloa de 1977, aunque terminó apoyando la Constitución de 1978 para terminar disolviéndose en 1981. Una parte de su militancia continuó en activo en el movimiento obrero. Los más a la izquierda lo hicieron en las organizaciones de la izquierda sindical, y en el caso de Andalucía sobre todo en el CUT y el SOC. Otros sectores venidos del movimiento libertario o el cristianismo de base también se integraron en las filas de ambas organizaciones.
Las ocupaciones de fincas, la promoción del municipalismo de base (con asambleas de vecinos que aprueban los acuerdos del pleno municipal) y de cooperativas de trabajo y vivienda para combatir el desempleo y el problema de habitación, han sido las señas de identidad de este sindicato y su brazo político, que gobierna en varios municipios andaluces, sobre todo en la Sierra Sur de Sevilla. Marinaleda, un municipio de 3.000 habitantes, es sin duda el máximo exponente de este modelo.
Se puede decir que el binomio SOC-CUT fue el continuador de la línea estratégica del mismo PTE. Esta no era otra que la de apoyarse e impulsar la movilización social como un instrumento valioso para la obtención de conquistas democráticas y sociales, pero siempre en el marco del sistema capitalista, cuya superación histórica quedaba aplazada para un futuro indeterminado. Una estrategia que se resumiría en la fórmula movilización-presión-reforma y que se emparenta directamente con la del reformismo de izquierdas, más allá de los símbolos y el discurso con tintes revolucionarios con la que se recubría. Ahora bien, las dimensiones del SOC-CUT y el carácter andalucista que rápidamente adoptaron, limitaba en gran parte la aplicación de esta estrategia al ámbito local y municipal, y en algunas ocasiones comarcal o regional.
¿Revolución o reformismo de izquierdas?
Aún con todo la práctica política del CUT y el SOC (Sindicato Andaluz de Trabajadores -SAT- desde 2007, al ampliarse para organizar a más sectores obreros de la industria y los servicios) se ha distinguido tanto del “sindicalismo de la desmovilización” que han venido imponiendo las direcciones burocráticas de CCOO y UGT, como del devenir de IU en “socios” de gobierno del PSOE en los últimos años. Éstos se puede decir que fueron los continuadores directos de las direcciones del PCE, UGT y CCOO, piezas claves en todo el proceso de la Transición y hoy por hoy son fieles patas del Régimen que sus antecesores construyeron. Esto hace que para miles de luchadores obreros y juveniles el SAT aparezca como un referente de lucha, una alternativa a la política criminal de los Toxo y Méndez en el movimiento obrero, y los Llamazares o Cayos Lara en el Parlamento, o peor aún de los Diego Valderas en la Vicepresidencia de la Junta de Andalucía que baja el salario a los trabajadores públicos.
IU pasó de ser parte de la oposición parlamentaria al PP y al PSOE, incluso animando la movilización callejera pacífica (como su campaña por las 35 horas en 1997), a convertirse en un partido de Gobierno, dispuesto a aplicar incluso las políticas contra-reformistas y de ataque desde los Gobiernos autonómicos y municipales en los que participase. Contra este giro a la derecha, la estrategia política que despliega el CUT continua con el reformismo de izquierda, del que la misma IU viene distanciándose desde la marcha de Julio Anguita después de 1999.
Podríamos decir que la CUT se mantuvo “fiel” a la IU de los orígenes, que contempla la movilización social -incluso con acciones contundentes o que pueden rebasar y cuestionar parcialmente la misma legalidad, como la ocupación de fincas- como un elemento para presionar y obtener una ampliación de los “márgenes de lo posible”, y casi siempre en el ámbito local. Una estrategia, que si bien ha logrado algunas conquistas parciales en el ámbito de los municipios que gobierna, se opone por el vértice a que ésta sea un ariete para desatar una movilización generalizada de los trabajadores y el pueblo para derrocar el régimen político y el sistema de explotación capitalista por una vía revolucionaria. Las fuerzas de los trabajadores se organizan y apuntan a movilizaciones “simbólicas”, “pacíficas”… pero sobre todo asumibles y contenidas en los márgenes del capitalismo.
Un ejemplo de ello lo tuvimos recientemente en la ocupación de una de las fincas de Cayetano Martinez de Irujo -Conde de Salvatierra y principal heredero de la Casa de Alba- tras unas declaraciones vejatorias contra los jornaleros andaluces en el programa de “El Follonero”. Ésta fue resuelta con el acuerdo entre el noble y el Alcalde de Marinaleda para que su empresa agraria comercializase algunos de los productos de las cooperativas municipales.
El mismo programa que se levanta en la marcha obrera “Andalucía en pie” está dentro de esta estrategia reformista de izquierda con métodos más o menos contundentes de lucha; mejora del subsidio agrario, SMI de 1000 euros, salario social, contra los desahucios y despidos, contra las medidas de ajuste y recorte… Demandas todas ellas justas, pero que están lejos aún de constituir un programa que haga pagar la crisis a los capitalistas, ya que no afectan los beneficios y la propiedad de los grandes terratenientes, empresarios y banqueros.
Izquierda Unida ¿Con los trabajadores o con los Gobiernos del ajuste?
La negativa de la CUT a romper con IU durante todos estos años es sin duda una de las más agudas expresiones de los límites de su estrategia. Sus peleas contra el giro a la derecha de esta formación se han limitado al plano interno, y ni siquiera que IU-Andalucía haya optado por ser parte de la nueva Junta de José Antonio Griñán, la de los ajustes anti-obreros, ha animado a que se produzca una ruptura con esta formación.
En última instancia la pelea de la CUT es por “izquierdizar” IU, que vuelva a ser una formación reformista de izquierdas, que no entre en gobiernos que apliquen políticas contra-reformistas y que impulse la movilización como instrumento de presión para la obtención de mejoras parciales. Una IU como la de Anguita en los ‘90 o como el PCE y la campaña contra la OTAN de 1986. Sin duda una IU a la izquierda de la actual, pero dentro de los parámetros de un partido reformista que “gestiona” la movilización social por izquierda -para obtener reformas- y también por derecha -para evitar que se desborde revolucionariamente, como hizo el PCE en los ‘70-.
Se trata pues de recomponer una mediación reformista de izquierdas que se encuentra en crisis por su devenir derechista de los últimos años (aunque electoralmente se venga recuperando). Un proyecto que estratégicamente en nada puede beneficiar a los trabajadores y la juventud del Estado español. El estalinismo y sus herederos (eurocomunistas, eco-socialistas…) han dejado en la historia claros ejemplos de su actuar reaccionario y contra-revolucionario. En el Estado español tenemos algunos de los ejemplos más dramáticos, como su papel dirigente en el aplastamiento a sangre y fuego de la revolución española en 1937 o en el desvío del ascenso obrero y popular con la contra-revolución democrática de la Transición.
El papel de Gordillo, como diputado de IU, ya hoy está siendo capitalizado por IU para re-prestigiarse a ojos de miles de trabajadores. Su pertenencia a esta formación, y que sus acciones no estén directamente enfocadas a luchar contra el Gobierno del que su partido forma parte -la Junta de Andalucía-, hacen que su política de compromiso con los ajustes de Griñán quede en un segundo plano, en el olvido, y se engrandezca el engaño de que IU es una fuerza que está del lado de los trabajadores. De hecho otros colegas suyos, como el diputado extremeño Victos Casado, ya le imitan poniéndose a la cabeza de “expropiaciones” en supermercados para así tapar el pacto implícito que su formación mantienen en su parlamento autonómico con el propio PP.
Por un partido revolucionario de trabajadores
La actual crisis capitalista viene a actualizar las posibilidades de que los trabajadores y la juventud podamos protagonizar nuevos procesos revolucionarios, y por tanto debemos prepararnos para vencer. La propia historia de las revoluciones del Siglo XX nos demuestran el gran obstáculo que han supuesto las organizaciones estalinistas y reformistas, que nos han conducido de derrota en derrota. La “recomposición” y fortalecimiento -aún con discursos izquierdizados- de variantes de este tipo, aunque pueda señalar una evolución a izquierda de franjas de trabajadores, son un falso camino para la tarea estratégica que es la vencer a los grandes capitalistas y su Estado. La actual IU, como la de Anguita, o el PCE de Carrillo, no pueden aportar más que palos en la rueda en la tarea de derrocar revolucionariamente el Régimen del ‘78 y acabar con la explotación capitalista.
Es imprescindible que los trabajadores y nuestras organizaciones mantengamos la más absoluta independencia política de estos partidos políticos, que son la pata izquierda del actual Régimen político. Nos oponemos a todo intento de “embellecer” a IU que oculten cual está siendo su verdadera política de compromiso con la “Junta de los ajustes”. En este sentido creemos que hay que exigir a los dirigentes del SAT la ruptura definitiva con IU, y que pongan a la cabeza a su organización de una gran campaña en contra del Gobierno PSOE-IU en Andalucía y del PP en el Estado, llamando a luchar contra todos los ataques que Rajoy, Griñán y Valderas están lanzando contra los trabajadores y servicios públicos.
Desde Clase contra Clase creemos que es necesario que los trabajadores empecemos a pensar en construir nuestra propia herramienta política, un partido de trabajadores revolucionario, que no reproduzca las viejas recetas del reformismo -más o menos de izquierda- y se proponga retomar una estrategia y un programa revolucionario. No se trata de reformar o “izquierdizar” IU, como pretende el CUT, ni tampoco de que el CUT impulse un nuevo agrupamiento con un programa a la izquierda de IU pero sin un horizonte de revolución social -como le pide En Lucha- [2], sino que los mejores elementos del movimiento jornalero, del movimiento obrero, juvenil, empecemos a poner en pie una organización que se proponga combatir las ilusiones del reformismo entre los trabajadores y los rearme con una estrategia y un programa para vencer, que se plantee la expropiación de los terratenientes, empresarios y banqueros, que luche para que gobernemos los trabajadores y no los capitalistas.
Por un programa para que la crisis la paguen los capitalistas
Desde Clase contra Clase apoyamos todas las medidas de lucha y las justas reivindicaciones que llevan adelante los trabajadores y jornaleros del SAT, y consideramos un deber de toda la izquierda, el movimiento obrero y juvenil y las organizaciones y personalidades democráticas impulsar una gran campaña contra la represión y criminalización que lanzan los diferentes Gobiernos contra ellos.
Al mismo tiempo vemos necesario avanzar en levantar un programa que no se limite a la defensa de las conquistas hoy en peligro por la ofensiva de ajustes, ni a las ampliaciones parciales de éstas. El carácter histórico de esta crisis hace más necesario que nunca que los trabajadores defendamos y luchemos por un programa que avance sobre la propiedad y los intereses de los grandes capitalistas.
El problema agrario de Andalucía y Extremadura no podrá resolverse si no es sobre la expropiación y puesta a producir bajo el control de los obreros agrícolas de todas las fincas de terratenientes y señoritos, empezando por las que todavía hoy siguen en manos de nobles como la Duquesa de Alba o el Duque del Infantado.
El paro de masas que azota a todos los trabajadores, pero especialmente a los andaluces y extremeños, no se puede resolver si no es con el reparto de horas de trabajo sin reducción salarial y con la nacionalización y puesta a producir bajo el control obrero de todos los centros de trabajo que despidan o cierren.
El problema de la vivienda, los desahucios o la deuda pública tampoco tiene solución sin avanzar en la nacionalización de la banca y las grandes empresas, y su puesta bajo control de trabajadores y comités de usuarios, que no paguen la deuda de los banqueros y capitalistas, acaben con los desahucios y puedan mantener y mejorar el conjunto de servicios básicos como la sanidad y la educación.
En definitiva se trata de pelear por un programa obrero de emergencia que no va a ser aplicado por el Gobierno del PP ni por la Junta del PSOE-IU, ambos comprometidos con la política de hacer pagar la crisis a los trabajadores. La lucha por estas reivindicaciones debe servir para fortalecer la organización de los trabajadores, levantar organismos que unifiquen a parados, precarios, fijos, nativos, extranjeros, que sean la base para derrocar revolucionariamente este Régimen podrido e instaurar un Gobierno de trabajadores basado en organizaciones de democracia directa de las masas y el pueblo pobre, un programa que para nosotros está indisolublemente unido ala lucha por una revolución obrera y socialista.
Desde Clase contra Clase a la vez que apoyamos la lucha de los jornaleros planteamos honestamente la necesidad de pelear por este programa y bajo esta perspectiva, que está lejos de la lógica de movilización-presión-reforma de Gordillo y el CUT. Si uno de los sectores con mayor tradición de combatividad del proletariado español lo hiciera suyo sin duda sería un gran avance para el conjunto del movimiento obrero, y convertiría su lucha en una alternativa no sólo a los métodos y la política de conciliación de la burocracia sindical, sino también al programa y la estrategia que condena a la lucha obrera a un mero instrumento de presión sobre el Gobierno de turno.
NOTAS:
1. Ver Basta de represión al SAT
2. En su balance del Pacto PSOE-IU En Lucha reiteró su llamamiento al CUT-BAI para salir de IU animando a que se pusiera a la cabeza de construir un partido a la izquierda de IU que llenase el vacio que esyaba dejando la misma IU al pactar con el PSOE. Así lo exponían: “IU podría haber continuado fortaleciéndose hasta cierto punto con el apoyo de parte de este sector de la izquierda, pero su descrédito previo y posterior al pacto la inhabilita para ello. La CUT y sobre todo el SAT/SOC han sido forjadas en años de luchas desde abajo y son organizaciones con una base e influencia social mucho mayor que la de cualquier grupo de la izquierda anticapitalista o revolucionaria en Andalucía y el resto del Estado. A pesar de la desorganización interna palpable en la CUT y del conservadurismo de algunos de sus alcaldes, concejales y liberados, gran parte de la izquierda social andaluza podría sumarse a este proyecto si materializaran la salida. La creación de un partido a la izquierda de IU, que además contaría con un diputado de cierta relevancia social como Sánchez Gordillo, podría conducir a una unidad sin precedentes entre los sectores más combativos de la izquierda andaluza.” “El Pacto IU-PSOE: una encrucijada inevitable”.