Luchas obreras en Alemania

En Alemania se viene desarrollando una ola de luchas obreras; mientras unas terminan, otras están comenzando. Se percibe mucho ánimo de lucha, aunque un límite importante sigue siendo el control de la burocracia sindical.

Con el estallido de varias huelgas y luchas obreras importantes en los últimos meses, y sobre todo a causa de la lucha de los maquinistas, el tema de las huelgas volvió en el centro de la agenda política.
El gobierno y los empresarios respondieron con un duro ataque al derecho a huelga, mostrando así su preocupación frente a este fenómeno.

Las burocracias sindicales ejercen todavía un fuerte control, conteniendo y desviando la gran predisposición de lucha de los trabajadores. Echemos una mirada a las luchas obreras más importantes, que actualmente se encuentran en una encrucijada.

Nueva etapa en la lucha de Correos

La huelga indefinida de los trabajadores de Correos entra en su tercera semana. Las motivaciones de la huelga se encontraban en la ofensiva patronal de crear 49 subempresas regionales (Delivery) y así bajar los sueldos y flexibilizar las condiciones laborales para 6000 trabajadores, atacando las viejas estructuras sindicales. Los nuevos puestos de trabajo tienen otro contrato colectivo, con cinco euros menos a la hora por el mismo trabajo.

El sindicato Ver.di plantea demandas justas, pero sin poner en el centro de la lucha este ataque brutal. Entre sus demandas está la reducción de la jornada laboral semanal de 38,5 horas a 36 horas y el restablecimiento de días libres como navidad y año nuevo, demandas muy sentidas ya que la jornada laboral muchas veces excede lo establecido por el convenio, lo que lleva al agotamiento físico de los trabajadores. Esta lucha abarca a más de 140.000 trabajadores.

Desde abril hubo más de veinte huelgas de advertencia donde participaron más de 7000 carteros, parando el envío de millones de cajas y cartas.

La burocracia sindical de Ver.di no está acostumbrada a movilizar en un sector que considera como “bastión”, con un 80% de sindicalización, siendo la negociadora sindical Andrea Koscis, quien es al mismo tiempo la vicepresidente en funciones de la junta directiva de la empresa. Pero el ataque empresarial rotundo y la disposición de la base impusieron que el sindicato saliera a la lucha.

La dirigencia patronal no se movió en las negociaciones, diciendo que “es una decisión de la empresa cómo organizar a la empresa”, frente a la “alta competencia en el dinámico sector logístico”. Cierto es que Correos tiene una posición monopolista con un 42 % del mercado y ganancias multimillonarias (1,3 mil millones el año pasado). Al mismo tiempo que aumentaron la productividad, desde 2009 quintuplicaron sus ganancias estableciéndose así como “favorito” en la bolsa de Fráncfort y siendo una de las empresas con las ganancias más altas.

Aumentan las ganancias para los accionistas y recortan los salarios de los que generan esas ganancias. Para esto utiliza cada recurso de la jurisdicción antihuelga alemana, para romper la resistencia obrera. Así, en las huelgas de advertencia reemplazaron a los huelguistas por funcionarios y obreros de Polonia.

La demanda del sindicato a la empresa fue negada por el tribunal laboral de Bonn lo que profundiza aún más el ataque a huelga por parte del gobierno con la “ley de unidad de los convenios”. El Estado, que con un 21% de la empresa es el accionista más grande, avala y apoya esta práctica antiobrera.

La bronca de los trabajadores es comprensible y por eso la huelga avanzó muy rápido, desde las ciudades hasta los pueblos más chicos, recibiendo la solidaridad de la población y también de trabajadores de Amazon y DHL.

Ya son más de 20000 los carteros que están movilizados. Y aunque la patronal dice que el 90% de las cartas llegan en horario, se hace sentir fuerte el paro en los centros logísticos y entre los clientes.

Esto no es gracias a las dirigencias burocráticas, sino a pesar de ellas. No solo se niegan a movilizar a todos los trabajadores, antes de iniciar la huelga indefinida hicieron una contrapropuesta a la empresa, diciendo que no afectaría las ganancias como las ofertas anteriores. Dejaron de lado todas las demandas anteriores acerca de la reducción de la jornada laboral y declinaron de exigir una mejora salarial, a cambio de que la empresa no cambiara el contrato colectivo para los 6000 trabajadores en las subempresas. Una traición en toda línea.

Mientras que la empresa es intransigente y los trabajadores se movilizan por todas partes recibiendo solidaridad obrera y popular… la burocracia se arrodilla frente a los patrones mostrándose como “gerentes responsables”.

Las apelaciones a la “buena voluntad” del Estado como accionista mayoritario suenan como cachetadas a los obreros ya que su carácter de clase se pone cada vez más evidente.

En vez de llevar la lucha hasta el final, imponiendo las demandas de la base y buscando la unión con las otras huelgas en curso, la burocracia es un obstáculo para el cumplimiento de las demandas y el triunfo de la lucha. El límite más grande de la huelga es que no se desarrollaron sectores capaces de articular una alternativa desde las bases y antiburocrática. Por eso la solidaridad desde otros sectores de trabajadores y estudiantes se vuelve cada día más importante.

“Basta de precariedad laboral”

Durante un mes se movilizaron decenas de miles de maestras, maestros y trabajadores sociales. Esta fue la huelga más grande en la historia de este sector que es altamente feminizado y sufre de una fuerte precarización laboral. Por eso estaba en juego no solo la demanda salarial de un 10% más sino el reclamo de una mayor valorización social del empleo para los 240000 afectados.

En varias ocasiones los trabajadores mostraron su ánimo de lucha en manifestaciones con más de 30.000 asistentes y acciones diarias en varias ciudades. En la asamblea central de huelga, que consiste de 300 delegados de base, se decidió no terminar con la huelga hasta recibir una oferta aceptable por parte de la “empresa”, que es el Estado a través de la federación de empleados comunales (VKA).

Pero después de cuatro semanas de lucha, la dirección de los sindicatos involucrados -Ver.di, GEW (sindicato de los profesores) y el DBB- aceptaron la mediación del conflicto lo que impone el fin de las huelgas por la “paz obligatoria”. La oferta presentada no responde a las demandas de los trabajadores, ya que contiene solo algunas mejoras parciales para algunos sectores, mientras que para la mayoría de los grupos no ofrece ningún cambio.

En la segunda asamblea de huelga los delegados mostraron su descontento y de hecho continúan con las acciones como manifestaciones y concentraciones, una muestra más del ánimo de la base, aunque va a ser difícil de seguir movilizados ya que se aproximan las vacaciones.

El jefe del sindicato Ver.di, Frank Bsirske, justificó el fin de la huelga por la falta de solidaridad de los padres y la población en general, pero en realidad esto fue una de las cosas más reivindicadas por los huelguistas. Una encuesta demostró que el 69% de la población estaba a favor de la huelga.

De hecho fue una huelga muy complicada, ya que no solo no significó ningún daño económico sino al revés, porque las comunas pudieron ahorrar 80 millones de euros, cobrando a los padres el servicio de las guarderías mientras que no pagaban los días de paro.

Una vez más la estrategia de la burocracia llevó la huelga a un callejón sin salida. En una situación así era crucial organizar la solidaridad popular, de los padres, los estudiantes y los trabajadores. En vez de unificar la lucha con la huelga indefinida de Correos se aceptó una oferta pésima. Claro que no fue un error de pura coincidencia sino que seguía la lógica de la burocracia.

Si se hubiese logrado una lucha de las y los maestros y trabajadores sociales junto a los carteros (donde el Estado es el accionista más grande), eso hubiera llevado a una lucha abiertamente política de confrontación con el Estado. Por el contrario, las burocracias hicieron todo lo posible de evitar esa posibilidad, incluso alimentando las ilusiones que tiene la mayoría de la clase obrera en el Estado y su justicia mientras que este demuestra cada vez más que está al servicio de los capitalistas.

“Más para nosotros es mejor para todos”

Este es el lema de otra huelga importante que está empezando en la Charité, el hospital universitario más grande de Europa. El personal de la clínica en abril hizo dos huelgas de advertencia y el lunes 22 empezó la huelga indefinida. Contra las condiciones laborales miserables que ponen en peligro a los pacientes, los trabajadores demandan centralmente más personal para poder atender en condiciones.

La jefatura del hospital calificó la huelga como ilegal y las demandas como imposibles de cumplir, aun cuando es sabido que el hospital es muy rentable. Al mismo tiempo, la ciudad Berlín gasta millones de euros al mes para mantener el nuevo aeropuerto… cerrado.

Hace cuatro años la huelga de los trabajadores de limpieza ya mostró las condiciones de precarización a las que somete el Estado a los trabajadores y pacientes del hospital.

“Sigue la lucha de Amazon”

Mientras tanto, los trabajadores de Amazon siguen de pie, apoyando otras huelgas y recibiendo solidaridad de estudiantes y consumidores que rechazan los contratos temporales con los que la empresa chantajea a los trabajadores.

La lucha en Amazon ya lleva más de tres años en curso y cuenta con un proceso de organización y politización mayor que las otras, siendo el punto de referencia de franjas de vanguardia de la clase trabajadora.

En los “bastiones” de la lucha que son los centros de Bad Hersfeld y Leipzig ya se hicieron varias huelgas de brazos caídos, lo que muestra una iniciativa de aumentar la presión por parte de los trabajadores.

En el centro logístico Brieselang, cerca de Berlín, sigue la pelea judicial de cinco delegados de la comisión interna contra su despido y para poder concluir el mandato democrático de cuatro años en la interna. Esto se da en el contexto de nuevos despidos gracias a los contratos temporales.

Varias acciones afuera de las puertas de la fábrica y en la ciudad, como charlas con más de 100 asistentes fueron algunas de las iniciativas de un comité de solidaridad con los trabajadores de Amazon, formado por los mismos trabajadores junto a otros trabajadores, estudiantes y consumidores.

El 24 de junio habrá otra sesión del tribunal laboral por lo que habrá una concentración en las afueras de la corte.

“Igual salario por igual trabajo”

También en el sector comercial se viene desarrollando una lucha importante. Ya hubo una huelga de advertencia el 12 de junio en la capital y el Land Brandenburg que lo rodea.

Los trabajadores luchan contra la diferencia entre 300 a 400 euros mensuales que existe todavía entre el oeste y el este de Alemania.

Durante el año 2013 hubo una huelga enorme de este sector que abarca más de 2 millones de trabajadores (aunque el sindicato apenas organiza el 10%,) que logró impedir el ataque patronal pero dejó fuera las demandas de los trabajadores del este de Alemania.

Nuevo ánimo de lucha, vieja conciliación de clase

Todas estas luchas tienen grandes potencialidades, pero también importantes límites, sea por su carácter defensivo (como en el caso de Correos), o el control de la burocracia sindical y la falta de una alternativa clasista y combativa. Pero son la expresión de un nuevo ánimo de lucha dentro de la clase obrera. Se trata de luchas potencialmente políticas ya que cuestionan la precarización (subcontratación, contratos temporales, bajos salarios, flexibilidad, etc.) implementada a principios de siglo con la Agenda 2010 del socialdemócrata Schröder. Pero las burocracias sindicales impiden que estas luchas se desarrollen como luchas políticas abiertas que ataquen al modelo entero de la precarización.

Además, dan cuenta de un hecho muy relevante. La estrategia de conciliación de clase (lo que en alemán es la Sozialpartnerschaft) de optar por la negociación en vez de la movilización por parte de la burocracia sindical está agonizando debido a la cada vez más brutal ofensiva del capital. Hay una ofensiva para destruir el empleo estable y las estructuras sindicales, mientras que la burocracia sigue apelando a las ventajas de “mejorar la empresa”, “por el bien de trabajadores y empresarios”.

Esta estrategia se muestra cada vez menos eficaz a la hora de lograr las demandas de los trabajadores, sobre todo los más precarios.

Las luchas actuales son la expresión de un proceso inicial de recuperación de la subjetividad de la clase obrera alemana. La tarea de construir una alternativa clasista, combativa, antiburocrática y de base en el movimiento obrero alemán, capaz de echar a las burocracias podridas está a la orden del día.

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