La “Huelga de Todas”: lucha de género, lucha de clases

Con el lema “Las mujeres movemos el mundo. Ahora lo paramos” se convocó una huelga de mujeres en Catalunya, la #VagaDeTotes, por organizaciones de mujeres. El debate sobre ‘huelga social, huelga general’ llega al movimiento feminista.

El #19M fue la fecha elegida para protagonizar una jornada de protestas y movilizaciones, que tendrá continuidad, «Hemos decidido hacer huelga el 19 de mayo del 2015, pero con la intención de que el proyecto tenga una continuación en el tiempo, hasta que todas las huelgas sean huelgas de Todas», explican en el manifiesto de su blog. Un proyecto organizado a través de comités locales de los barrios y pueblos, intentando mantener una coordinación general con grupos y comisiones de trabajo que articularon un conjunto de reivindicaciones.

’Vaga de Totes’ (Huelga de Todas) nació el 22 de octubre del 2014 tras una jornada de lucha con diferentes actividades y acciones organizadas por organizaciones feministas y de mujeres. Desde entonces, su objetivo principal fue movilizarse hacia la «huelga general, social y laboral, productiva y reproductiva, feminista y radical» en la primavera de 2015.

¿Huelga social o huelga general?

En su manifiesto, plantean que «las mujeres queremos reapropiarnos de la huelga como herramienta de lucha, recuperando la tradición de las mujeres que han jugado un papel clave en huelgas y revueltas históricas». Sin embargo, para ellas «el formato de las huelgas generales de los últimos años no nos sirven, ya que se limita a interpelar a un trabajador asalariado inmerso en el mercado laboral reconocido, que excluye a muchas personas y a muchos trabajos».

Es por ello que se propusieron convocar una huelga que visibilice las condiciones de desigualdad de las mujeres y que exprese las realidades diversas de las desempleadas, jubiladas, trabajadoras del hogar, estudiantes, precarias, autónomas y trabajadoras sexuales (consideradas por ellas como trabajadoras), inmigrantes. Una huelga que «desborde los clásicos patrones androcéntricos».

El debate ’huelga social’ contra ’huelga general clásica o tradicional’ entre los sindicatos alternativos y los movimientos sociales llega también al movimiento feminista. Se plantea la problemática de que las huelgas podrían ser un perjuicio ante la amenaza de quedar en la calle y sin posibilidad de defenderse por los contratos basura, las amenazas abusivas de los patrones, descuentos del día de huelga a los miserables sueldos precarios y la existencia de más de cuatro millones en el paro.

A su vez, este debate abre otros como el rol de los sindicatos, los sujetos políticos y sociales que la lleven adelante, la participación del conjunto de la sociedad en las huelgas, la relación o no con otros métodos de lucha. Y la relación de todos estos elementos con el movimiento feminista y las reivindicaciones de las mujeres.

Es una realidad que, con los sindicatos tal cual están, una Huelga General puede -como ha ocurrido con las huelgas generales- ser asumida por la burocracia sindical para tratar de descomprimir la presión social. O peor aún, ante importantes huelgas obreras como la de Panrico o la de Movistar, los dirigentes sindicales se han ubicado en contra y del lado de la patronal.

Por tanto, no es la huelga como herramienta la que no sirve, sino el uso o «apropiación» que las direcciones sindicales hacen de ella. Además de lo difícil que es salir a luchar de manera unificada cuando es la burocracia sindical la que perpetúa la fragmentación de la clase trabajadora, la que divide a la mayoría de las mujeres trabajadoras, (precarias, pobres, inmigrantes) de las trabajadoras y trabajadores asalariados con contratos fijos.

Y en esta división, las trabajadoras son las que más se encuentran al margen de las organizaciones sindicales por varias razones. En primer lugar, porque existe gran cantidad de trabajos de alta precariedad que no figuran en la base de datos de la Seguridad Social, muchas veces sin contrato ni nómina fija: cuidado de niños, de ancianos, limpieza, entre otros.

Otro aspecto es que las tareas de cuidados y del hogar —realizada por las mujeres— no son consideradas como «trabajo», quedando relegadas a un ámbito exclusivamente privado. El sistema capitalista se perpetúa en base a un trabajo invisible, a esa «gran fábrica de masas» conformada por millones de mujeres en el mundo que, cuando salen de su puesto de trabajo diario (fábrica, oficina, centros de trabajo diversos), continúa su jornada laboral en el hogar, esta vez «gratis», porque el capitalismo se lo ahorra apoyándose en su gran aliado, el sistema patriarcal.

Mientras el sistema capitalista y patriarcal no consideran «trabajo» a estas tareas, la burocracia sindical no integra a las mujeres como parte del conjunto de la clase trabajadora.

El reto inmediato de las organizaciones feministas y de mujeres es pelear por superar la división tras una férrea unidad de las filas del conjunto de las trabajadoras y los trabajadores.

Esta unidad no significa de ningún modo diluir las reivindicaciones ni abandonar las organizaciones propias de las mujeres. Todo lo contrario, significa fortalecerlas. Intentar recuperar los sindicatos como organizaciones de lucha democráticas y combativas, contra los planes de la clase capitalista y sus patrones, defendidos y ejecutados por los gobiernos de turno, con la perspectiva de luchar contra este sistema capitalista y patriarcal.

Toda huelga es una huelga social

«Ocuparemos las plazas y las calles, cerraremos los mercados y las tiendas, bloquearemos el transporte… ¡detendremos el mundo!», se propone ’Vaga de Totes’. Todas formas de protestas que no necesariamente tienen que desarrollarse en detrimento de la huelga u otras medidas de lucha.

Sin embargo, lejos de hacer “fetichismo” de la huelga, es sólo a través del paro de la producción —con todos los métodos que ello implica, piquetes, ocupación de fábricas y centros de trabajo, bloqueos, etc.— que se paraliza el funcionamiento de la economía capitalista y se pone en cuestión en los hechos el dominio capitalista de la producción, mostrando el potencial de la clase trabajadora.

Y por tanto, en el debate sobre los sujetos políticos y sociales que llevarán adelante las tareas emancipatorias de las mujeres, el gran desafío es incluir las reivindicaciones de la mayoría de las mujeres, pobres y trabajadoras, como parte del conjunto de esa «clase trabajadora que mueve el mundo», pero que se encuentra fraccionada tras una historia de derrotas, ofensiva de la burguesía y traiciones de las direcciones sindicales.

Sería un gran error organizarse de forma paralela y aislada en la lucha por las reivindicaciones de las mujeres. ¿O acaso sectores de la clase trabajadora de las grandes fábricas o empresas no están demostrando su gran fuerza social, como la huelga de Panrico, la de Coca Cola o de la multinacional imperialista Telefónica-Movistar?

Tres grandes luchas que mostraron la enorme capacidad y energía de las mujeres trabajadoras como las de Panrico y Coca Cola, luchando en las calles por el derecho al aborto libre y gratuito, contra la violencia de género y movilizándose el 8 de marzo.
También frenaron desahucios, apoyaron las huelgas estudiantiles y se coordinaron con otras huelgas. Es decir, estas huelgas trascendieron la lucha de su fábrica.

Y a través de la huelga como herramienta de lucha y combativa, pudieron expresarse todos los sectores explotados y oprimidos de la sociedad y responder a los grandes problemas sociales que sufren la mayoría de las mujeres.

Rescatar estas experiencias, también enormemente invisibilizadas, es una tarea consciente y constante en la lucha contra la explotación y opresión de esa alianza criminal entre capitalismo y patriarcado. Otro gran desafío para el movimiento feminista.

La lucha de género, la lucha de clases

El desafío del movimiento feminista es también romper el muro entre las reivindicaciones sindicales y sociales que el corporativismo de la burocracia sindical supo imponer.

Las demandas que se propone ’Vaga de Totes’, recorren desde el derecho al aborto libre y gratuito, maternidades escogidas y acceso universal a técnicas de reproducción asistida. Combatir las violencias machistas para acabar con los feminicidios. Contra las privatizaciones y los recortes, vivienda digna, la retirada de todas las leyes y reformas laborales que promueven y perpetúan las desigualdades y la precariedad, el fin de la discriminación laboral, contra la segregación vertical y sectorial y el acoso en el trabajo, a favor de la igualdad salarial y de las medidas que contribuyan a la corresponsabilidad de mujeres y hombres en el ejercicio de los cuidados, los derechos de las personas migrantes; entre otras.

Luchar porque se incorporen todas estas demandas de las mujeres como parte del conjunto de reivindicaciones de la clase trabajadora es otra de las tareas elementales. Porque el terreno de batalla de la lucha de género, es un terreno en la lucha de clases, para desde ahí recuperar y luchar por los derechos perdidos y por ganar.

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Cynthia Lub | @LubCynthia :: Barcelona