Alfon y la represión a la juventud combativa

El caso de Alfon, condenado a cuatro años de cárcel por participar en la huelga general del 2012, es otro ejemplo de la criminalización de la protesta y la represión que sufre la juventud luchadora en el estado español.

Alfon fue detenido en 2012 y puesto en prisión preventiva de régimen FIES (el cual constituye una tortura psicológica) dos meses tras la huelga general del 14 de noviembre de 2012, acusado de portar en una mochila explosivos donde nunca se hallaron sus huellas.

Tras haber sido juzgado por la Audiencia Provincial en noviembre de 2014, el Tribunal Supremo acaba de ratificar su condena a 4 años de prisión.
Este miércoles, se vivió una situación de gran tensión en el barrio obrero de Vallecas, donde cientos de manifestantes realizaron un muro humano para acompañar a Alfon en el momento de su detención.

Alfonso Fernández Ortega, conocido como Alfon, es uno de tantos otros jóvenes obreros que vive la precariedad y la represión, uno de tantos luchadores que sale a la calle a defender sus derechos, hartos de ver como los capitalistas explotan y el gobierno roba los derechos y libertades conseguidos a lo largo de décadas.
La de Alfon es la realidad de miles de jóvenes y no tan jóvenes de la clase obrera, que en todo el mundo que están despertando a la lucha. Una lucha que se enfrenta a recortes, privatizaciones y represión que imponen los gobierno al servicio de los capitalistas. Y la justicia burguesa, acostumbrada en estos casos a dar castigos ejemplares, se comportó como tal, en un proceso plagado de irregularidades con un fuerte componente ideológico. La falta de pruebas se unió a la confiscación de materiales del colectivo de izquierda Bukaneros al que pertenece Alfon.

Durante este tiempo fueron convocadas numerosas concentraciones de protesta en todo el estado, y hubo múltiples declaraciones de apoyo denunciando la detención y el montaje policial.

Una muestra del contenido de clase de esta justicia puede verse claramente si comparamos su proceso judicial con el caso del “Pequeño Nicolás”, un joven rico acusado de estafar 90.000€ y apadrinado por los círculos de la burguesía conservadora, a quien la prensa y la justicia trataban de joven educado que “hacía travesuras” mientras Alfon se convertía en los medios en un violento al que había que encarcelar.

Para la juventud obrera y luchadora la justicia burguesa tiene puño de hierro, y para los de su clase, guante de terciopelo, como demuestra una y otra vez ignorando los casos de corrupción que afectan a altos cargos del régimen y reprimiendo de forma cada vez más dura a quienes luchan.

Esta represión tiene como objetivo acallar la protesta social contra los recortes en derechos básicos como la educación o la sanidad, contra las condiciones laborales cada vez más precarias, en especial entre la juventud, las personas inmigrantes y las mujeres.

Este régimen ha impuesto sus Leyes Mordaza y criminaliza el derecho a manifestarse. Quienes han creado esta crisis y están lucrando con ella al descargarla sobre los hombros de la clase obrera necesitan de la represión para mantenerse donde están. El capitalismo no sobrevive sin ella.

Podemos ver como encarcelan, multan, golpean o torturan a quien se atreve a enfrentar el orden establecido, como utilizan una policía salpicada de casos de corrupción, tráfico de drogas y redes de trata para reprimir a las personas migrantes que llegan a territorio español forzadas por la pobreza que causa el imperialismo, o para disparar pelotas de goma y golpear con sus porras en las manifestaciones a miles de luchadores.

Vemos como sus fuerzas de represión torturan o vejan en las comisarías, cárceles y los CIEs con la impunidad que les caracteriza, mientras en ellas se encarcelan cada vez más presos por luchar, sindicalistas, activistas sociales.
Mientras el gobierno, a través de sus medios, califica la represión como la “seguridad” frente al “peligro”, esta reaccionaria idea cada vez se sostiene menos para la clase trabajadora y los sectores populares, que están viendo como en medio de la crisis, es el gobierno el responsable de la miseria y de la represión para garantizar el orden social capitalista causante de la misma.

El caso de Alfon es otra de las gotas que colman el vaso de la represión cotidiana a la juventud y los sectores más oprimidos. Gotas como las razzias, redadas racistas y el asesinato a manos de la Guardia Civil de 15 inmigrantes en Ceuta el pasado 6 de febrero; la represión hacia la izquierda abertzale en la pasada operación Mate o contra el muro popular de Vitoria-Gasteiz el pasado 18 de mayo; el caso de Ciutat Morta; las decenas de jóvenes detenidos en la operación Pandora dirigida hacia los sectores anarquistas; la violencia policial y las detenciones en el desmantelamiento de Can Vies; la represión hacia los obreros en lucha de Panrico, Coca-Cola, Movistar o de la minería; activistas que participaron en las jornadas de huelga general o la condena hacia jóvenes, como Miguel e Isma; los 10 antifascistas de Zaragoza, etc.

Esta es la respuesta que recibe la juventud por parte de este gobierno.
Y estas gotas ya han colmado el vaso.

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Roberto Jara | Zaragoza