Francia: “Construir una juventud revolucionaria”

La plataforma impulsada por la Corriente Comunista Revolucionaria logró la mayoría hacia la Conferencia Nacional Juvenil del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Francia que se realizó el fin de semana.

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El fin de semana del 13 de febrero se realizó la Conferencia Nacional de la Juventud del NPA, en presencia de delegado/as surgidos de todo el país. Presentamos a continuación fragmentos del reportaje realizado por Révolution Permanente a Marina Garrisi y Guillaume Loic, miembros de la Corriente Comunista Revolucionaria (CCR) y cuya plataforma logró la delantera en el seno de las asambleas electivas locales, realizado antes del inicio de la Conferencia Juvenil.

Los militantes de la juventud del NPA ya se han expresado en asambleas electivas locales. ¿Cuál fue el resultado de esta votación?

Marina Garrisi: Las asambleas electivas locales hacia la Conferencia Nacional Juvenil (CNJ) estuvieron marcadas por una cierta dispersión, con la existencia de 6 plataformas diferentes. La que impulsábamos nosotros (la plataforma D), que habíamos titulado “Una política revolucionaria para comenzar la reconstrucción del sector juvenil”, finalmente logró el primer puesto con 31% de los votos, frente a las otras cinco que recogieron entre 5% y 20%. Es importante destacar que la plataforma impulsada por la antigua mayoría del NPA quedó en último lugar.

¿Cómo interpretan ustedes la evolución que reflejan estos resultados?

Guillaume Loïc: Primero hay que decir que estos resultados atestiguan una dinámica de crecimiento territorial y temporal. Nuestro progreso como Corriente Comunista Revolucionaria, si bien era destacado como una sensibilidad que incluso hasta hace poco era muy minoritaria, solo fue una sorpresa para aquellos y aquellas que no conocen al sector juvenil al interior del partido y del país.

Pero la clave es analizar las cosas desde un punto de vista político. La crisis del “viejo” sector juvenil es, en principio, la crisis del anticapitalismo en la juventud. Con esto no quiero señalar que haya dejado de existir un sentimiento general de oposición al sistema, sino que se encuentra en crisis el proyecto político particular que ha guiado a la mayoría inicial del NPA. En lo que concierne a la juventud francesa, que ha vivido una década intensa en el plano de las movilizaciones durante los años 2000, este anticapitalismo pudo canalizar en un principio, cuando se lanzó el NPA en 2009, el deseo de un sector relativamente amplio de estudiantes o de jóvenes trabajadores/as de continuar sus experiencias de lucha en un terreno nuevo, más directamente político.

Pero este impulso inicial pronto se enfrentó a dificultades, a ausencia de respuestas suficientemente precisas en una fase de retroceso que exigía clarificar su estrategia, su programa, sus objetivos como organización. Sin Asambleas Generales (AG) regulares y masivas, sin facultades tomadas, sin las decenas de miles de jóvenes asalariados precarios del CPE (contrato de primer empleo), las cuestiones fundamentales de definición de nuestro proyecto revolucionario se volvían inevitables, y pienso que el primer error del sector juvenil, en el que entré en 2010 (en pleno movimiento contra la reforma de las jubilaciones), es haber permanecido en la indeterminación inicial en el plano estratégico.

Esa incertidumbre, que se veía poco en los primeros meses desde el lanzamiento del NPA, poco a poco se volvió fatal, porque no nos permitía responder precisamente a los problemas planteados a nuestra generación, que había combatido mucho sin lograr triunfar, ni a la que se había politizado bajo el gobierno de Hollande. En una palabra y para agregar un punto hoy inevitable, los revolucionarios no son libres en sus posiciones políticas: la realidad selecciona, nos da la razón o no, y nuestra cualidad debe ser sacar las lecciones que ella nos impone.

Esto ocurre con la discusión que ha agitado al NPA, y a su juventud, sobre la relación con los fenómenos políticos neoreformistas de los últimos años. Hace poco más de un año, Alexis Tsipras era elegido Primer ministro. Le fueron necesarios seis meses para traicionar definitivamente, capitular y asumir la más dura política de agresión hacia los trabajadores y el pueblo griego desde el inicio de la crisis.

Para los camaradas que deseaban que los anticapitalistas se metan dentro de Syriza, y veían a su gobierno como une etapa positiva, el veredicto es inapelable. No se puede construir una organización que reivindique acabar con el capitalismo sin confirmar esta experiencia, y reafirmar la necesidad para los explotados y los oprimidos de dotarse de su propio partido, en total independencia, estructurado en torno a la preparación de un combate que se sitúa en el terreno de la lucha de clases, y plantea la cuestión de la expropiación, de la insurrección.

M.G.: Estoy de acuerdo con eso, y quisiera completar a partir de mi experiencia de militante en la facultad de Mirail (hoy Jean Jaurès) en Toulouse. Me uní al NPA y a la CCR a través de la gran movilización que se desarrolló el año pasado, luego del asesinato de Rémi Fraisse por la policía. Durante cerca de dos meses, la universidad vibraba al ritmo de las AG que se organizaban una a dos veces por semana, y que reunían hasta a 1600 estudiantes en lo más fuerte del movimiento. Toda la ciudad estaba afectada por la movilización, con manifestaciones todos los sábados y, siempre, con un dispositivo policial y militar espectacular.

Este proceso de lucha apasionante es el más importante que tuvo lugar en la juventud desde la anterior CNJ, y llegó a poner a prueba las diferentes posiciones defendidas por el sector juvenil. Para hacerlo breve, me parece que había dos escollos en los que caían unos y otros.

El primero consistió, para los camaradas que venían de la tradición de la Juventud Comunista Revolucionaria, que dirigen desde hace mucho una tendencia de izquierda en la Unef (unión nacional de estudiantes), en querer a toda costa cambiar el estado de ánimo de los estudiantes hacia problemáticas sectoriales, sindicales y, sobre todo, hacia la cuestión presupuestaria. Por el contrario esta politización demandaba que se sea capaz de dialogar con ella, partiendo de sus preocupaciones para proponerle objetivos incluso concretos, un programa.

El segundo obstáculo, desde mi punto de vista, es el que se encuentra en los camaradas que piensan que, para hacerse un lugar en semejante movilización, los revolucionarios debían adaptar sus ideas y sus métodos, mientras que justamente un fenómeno como los ZAD(1) demuestra que un sector de la juventud se plantea la cuestión estratégica, que es la más importante para nosotros.

Al contrario de esta adaptación, si hemos podido convencer a toda una serie de nuevos camaradas a unirse a nosotros a través de este movimiento, es porque hemos podido combinar la demostración práctica de nuestra utilidad, con discusiones ofensivas en las que defendíamos nuestra perspectiva revolucionaria, la lucha de clases, la organización, etc. A la vez, era necesario construir el movimiento a la escala de todo el Mirail, sus facultades y departamentos, contra los “anti-bloqueadores” y contra la Presidencia de Jean-Claude Minnovez que jugaba de árbitro para imponer mejor el fin de la partida, y discutir en profundidad con las concepciones zadistas, las ilusiones reformistas, o las ideas de los que se inspiraban en el nuevo libro del “comité invisible”, A nuestros amigos(2).

Volvamos a la situación actual. ¿Existe un lugar para una juventud revolucionaria frente al estado de emergencia actual, la guerra, etc.?

M.G.: Justamente por eso volví sobre nuestra experiencia en Tolouse. Estoy convencida de que es así e incluso de que la juventud tiene un rol decisivo. Si se estudia la situación, se constata por un lado que el giro bonapartista en curso [del gobierno francés NdR] no es indiferente para todo un sector de la juventud que ve la necesidad de defender las libertades democráticas, y por el otro, que esta dinámica de politización se hace esencialmente por abajo, con las direcciones reformistas dando el visto bueno, incluso colaborando, con el estado de emergencia y los bombardeos, que no están a la altura de canalizar la bronca que todo esto suscita.

En esta situación la responsabilidad para una juventud revolucionaria es clara: hay que ponerse, allí donde estemos, en primera línea de la construcción de un movimiento de conjunto contra el estado de emergencia y la pérdida de derechos, que enfrente las políticas ofensivas del gobierno.

En Mirail empezamos con dos asambleas generales, la más grande reunió 250 personas, una linda columna estudiantil en la manifestación del 30 de enero, y fundando un colectivo Stop état d’urgence (Alto el estado de emergencia, NdeT) en la universidad. Sé que otras facultades están por hacer lo mismo, como Paris 8, Paris 1, la ENS, y eso es bueno. Falta mucho por construir. Y al mismo tiempo, la juventud del NPA puede tomar esta movilización para levantar las profundas cuestiones que están planteadas por la situación, aportando nuestras respuestas como marxistas y revolucionarios. Esta es una tarea concreta para este fin de semana: lanzar finalmente una gran campaña de los jóvenes del NPA contra el estado de emergencia y todo lo ello implica.

G.L.: Efectivamente es importante subrayar mucho esta posibilidad: la configuración es tal que hay a la vez un gran desafío y una gran oportunidad para la juventud del NPA. Nadie más que nosotros puede ponerse en la primera línea, a nivel nacional, en una lucha codo a codo en la juventud contra la ofensiva securitaria y liberticida del gobierno, partiendo de las cuestiones democráticas inmediatas para plantear la cuestión del Estado, del poder, de quién posee y quién decide en esta sociedad.

Pero para esto es necesario salir de una discusión que para mí ha constituido un callejón sin salida hasta aquí, y que consiste en que, frente a la crisis que nos ha atravesado, cada uno se repliega en su pequeña rutina, y se limite a argumentar en torno a su propia práctica, su pequeña “receta” de construcción. Unos explicando que hay que hacer más reuniones públicas, otros, más movilizaciones locales, etc. La cuestión que se nos plantea no es votar un tipo de militancia en abstracto que sería válida en todas partes y en cualquier momento, sino que hagamos de la CNJ un verdadero momento de reflexión sobre nuestra intervención en la situación, el programa a desarrollar en la juventud frente al estado de emergencia, y las ideas que queremos trabajar, saliendo definitivamente de la falsa discusión sindicalismo versus propaganda.

El año pasado, frente a la represión sufrida por un camarada de Tolouse que se llama Gaëtan, logramos desarrollar una gran campaña, visible, convincente, y que nos permitía popularizar algunos elementos de nuestro programa. Esto es lo que hay que aprender a hacer: política, para dialogar con miles de jóvenes trabajadores y estudiantes.

En pocas palabras, ¿qué plantea la plataforma D además de estos grandes ejes?

M.G. : Para nosotros siempre fue fundamental lograr encarnar una juventud solidaria con los combates de la clase obrera, en un contexto en que, tanto durante las movilizaciones de los años 2000 como las corrientes actuales de politización, bajo el golpe del período de ofensiva liberal de las últimas décadas, a menudo se ha combinado una cierta radicalidad con una buena dosis de escepticismo sobre la posibilidad de derrocar este sistema y sobre el rol central que la clase obrera tiene que jugar en este proceso.

Es un tema de calidad, que hemos buscado promover desplegando una corriente de solidaridad con las luchas obreras de vanguardia que pudieron desarrollarse bajo el gobierno de Hollande, en automotrices, en los carteros, pasando por la huelga de los ferroviarios y una serie de otros conflictos. Este es, por lo tanto, un eje que seguimos llevando, sobre todo alrededor de la defensa de los 8 condenados de Goodyear, junto con otras apuestas como las que consisten en desarrollar más concretamente el internacionalismo del sector juvenil, o hacerse cargo de la lucha contra las opresiones y en especial las cuestiones feministas y de género.

También planteamos la idea de que los revolucionarios tenemos una responsabilidad hoy en el movimiento estudiantil, para reconstruir un sindicalismo de masas e independiente a la vez, contra la burocracia de la Unef, superando la debilidad y las divisiones actuales del sindicalismo de lucha; así estaríamos mucho mejor armados para las futuras movilizaciones.

Para terminar, ¿cuál es el desafío de este fin de semana para ustedes?

G.L.: Será necesario llevar adelante el conjunto de las discusiones políticas necesarias para que se rearme y se comprenda colectivamente la situación. Pero también hay un desafío interno, relacionado con la dinámica de los debates del partido. Es necesario que el fin de semana sirva para superar la situación de atomización y la dinámica centrífuga de los últimos meses. Los camaradas que saquen un balance común sobre la cuestión esencial de nuestras delimitaciones estratégicas con los reformistas, y que se reúnen alrededor de la defensa de una candidatura independiente y revolucionaria del NPA en las presidenciales, deben poder reagruparse en el sector juvenil.

Junta, esta izquierda del partido es ampliamente mayoritaria en la juventud, y según nuestra opinión, debe tomar esta situación para fijarse una hoja de ruta común, a través de la cual iniciar una nueva dinámica de construcción en la juventud. Sin excluir al resto de las sensibilidades, pero alrededor de las clarificaciones que son hoy esenciales para ponernos a la altura de las experiencias de los últimos años y de los nuevos desafíos planteados por la situación. Es al servicio de esta perspectiva que confiamos poner los buenos resultados obtenidos por nuestra plataforma durante esta conferencia nacional.

Publicado el 12 de febrero de 2016

Traducción: Rossana Cortez

(1) Rémi Fraisse fue asesinado durante las protestas contra la construcción de la presa de Sivens que era ampliamente rechazada por grupos ecologistas y organizaciones sociales y políticas. La zona de la presa había sido declarada como una ZAD (Zona a Defender) por diversos grupos de activistas. Una ZAD consiste en la ocupación de terrenos naturales o urbanos para defender su conservación a través de la acción directa.

(2) El Comité Invisible es un grupo de militantes neoautonomistas, influenciados por pensamientos postmarxistas (Deleuze, Foucault, Agamben), pero también por Spinoza e incluso Blanqui, que publicaron en 2007 un libro que marcó el espacio ideológico de izquierda radical, La insurrección que viene. Su último libro en 2014, A nuestros amigos, extendió su reflexión en términos de los movimientos de las plazas en 2011 y las revoluciones árabes, afirmando que si las “insurrecciones” han llegado, la revolución está todavía en preparación, por lo que llaman a organizarse y tienen influencia real en la juventud radicalizada.

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