Respuesta de la FT-CI a la carta abierta de la FIR de Italia

Compartimos con todos nuestros lectores la respuesta de nuestra corriente internacional, la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI), a la carta abierta que nos enviaran los compañeros y compañeras de la Frazione Internazionalista Rivoluzionaria (FIR) de Italia, con el objetivo de avanzar en un debate internacionalista por la reconstrucción de la Cuarta Internacional.

Por este medio respondemos a vuestra Carta Abierta a la FT publicada en vuestro diario online La Voce Delle Lotte el pasado 26 de mayo, la cual fue reproducida en todos los sitios de la red internacional La Izquierda Diario en castellano e inglés, y posteriormente fue traducida por camaradas de la FT al portugués y el alemán.

Ante todo, queremos manifestarles nuestras disculpas por el retraso en enviarles una respuesta formal. La intensa actividad política de los distintos grupos de la FT tanto en Europa como en América Latina nos ha impedido actuar con mayor celeridad, aunque en modo alguno consideramos esto una justificación.

Vuestra carta, la cual hemos recibido con gran satisfacción, ha sido la primera respuesta formal al Manifiesto por un Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista (Cuarta Internacional) lanzado por la FT-CI en 2013. El objetivo de dicho manifiesto, aprobado por la VIII Conferencia Internacional de la FT en agosto de 2013, fue abrir un debate internacional sobre la necesidad de impulsar un Movimiento por una Internacional de la Revolución Social, poniendo a consideración no un programa acabado, sino los que entendemos como los principales núcleos estratégicos y programáticos que, junto con la prueba de la práctica política y la lucha de clases, deberían delimitar desde nuestro punto de vista el campo de la izquierda revolucionaria y establecer el método para avanzar en la reconstrucción de la Cuarta Internacional sobre bases revolucionarias.

En dicho documento hacíamos un llamado todas las organizaciones de la izquierda revolucionaria, o de la vanguardia obrera y juvenil, que buscaran un camino hacia la revolución, nombrando explícitamente a aquellas organizaciones con quienes consideramos que era posible avanzar en este debate. Por ejemplo, a los compañeros del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Francia, a quienes entonces integraban con nosotros la Plataforma 3 (actualmente agrupados en la tendencia Anticapitalismo y Revolución) y a todos los que vieran necesario enfrentar la política liquidacionista de la dirección mayoritaria del NPA de establecer un bloque permanente con el reformista Jean-Luc Mélenchon, así como a compañeros y compañeras del ex Secretariado Unificado de otros países que enfrentaban la orientación mayoritaria de generalizar este tipo de bloques con reformistas, como los compañeros de OKDE-Spartakos, que resistieron la política de subordinación a Syriza en Grecia. Del mismo modo hacíamos un llamado a los compañeros del Partido Obrero de Argentina, con quienes desde 2011 integramos en Argentina el Frente de Izquierda y los Trabajadores y hemos coincidido en diversos hechos de la lucha de clases nacional e internacional, así como a la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI), de la cual como saben formaba parte entonces el PCL italiano.

Ninguna de estas organizaciones, sin embargo, respondió a dicho llamado, ni negativa ni afirmativamente. De hecho, por vuestra carta conocemos que en mayo de 2016 el CC del PCL resolvió dar una respuesta a nuestro Manifiesto, la cual no sólo nunca tuvo lugar, sino que siendo ustedes quienes insistieron en honrar esta resolución fueron finalmente expulsados de la organización. Esta actitud frente a una cuestión vital como es la lucha por la construcción de una dirección internacional de la revolución socialista, es para nosotros el reflejo, en el mejor de los casos, de una concepción abstracta y diplomática del internacionalismo, como bien dicen ustedes en vuestra carta. El resultado de esta política sólo puede conducir a la degeneración sectaria u oportunista.

A cuatro años de la publicación del Manifiesto, sin embargo, consideramos que nuestra propuesta como sus fundamentos programáticos, estratégicos y metodológicos no sólo mantienen plena vigencia, sino que la dinámica de la situación mundial y la lucha de clases abre nuevas oportunidades de acercamiento y debate internacionalista con compañeras y compañeros revolucionarios de distintas partes del mundo. Vuestra respuesta, así como el hecho de haber iniciado también discusiones con compañeros en Perú y Costa Rica, son una prueba de ello.

Una nueva etapa de la situación mundial

La situación política internacional ha cambiado radicalmente en los últimos cuatro años. Por ello, como sabéis, entre los días 6 y 11 de marzo la FT-CI realizó una reunión extraordinaria en Buenos Aires para actualizar y reafirmar los fundamentos estratégicos y ejes programáticos del Manifiesto que publicamos el año 2013.

Como planteamos en la actualización del Manifiesto de 2013 publicada recientemente, la proliferación de nacionalismos de derecha y, en particular, el encumbramiento de Donald Trump a la posición más alta del poder mundial, implica un cambio de gran magnitud con respecto a la situación anterior e indica que se ha abierto un período caracterizado por las tendencias al nacionalismo económico (que tienden a chocar con la estructura fuertemente globalizada del capitalismo actual), alianzas inestables, mayores disputas y rivalidades entre las grandes potencias, guerras comerciales y también conflictos militares en las que se vean involucradas. En ese sentido la guerra civil en Siria puede ser un anticipo.

En este escenario es que emerge Donald Trump encabezando un gobierno con fuertes rasgos bonapartistas, aunque débil, como se ha mostrado en sus primeros 100 días de gobierno. En un contexto de mayores divisiones entre los capitalistas, busca arbitrar entre diversas fracciones de la burguesía, para lo cual intenta apoyarse en una parte del aparato burocrático militar. Sin embargo, no goza aun una base sólida para sus políticas, ni entre sectores burgueses ni en el propio partido republicano.

El nacionalismo económico de Trump, sin embargo, no implica un repliegue nacional ni una política aislacionista, como sostienen algunos analistas o gobiernos como el de Maduro. Al contrario, el nacionalismo económico de Trump comprende políticas imperialistas agresivas en el terreno comercial y militar, como muestra su ofensiva militarista en Corea, lo que puede llevar a una mayor desestabilización a nivel mundial, así como una política más reaccionaria en el plano interno, como se expresa en su política antiinmigrante, antisindical y antidemocrática en general. La reciente salida de EEUU del acuerdo climático de Paris confirma los rasgos del trumpismo así como la batalla interna en el seno de la elite y el fantasma creciente del impeachment muestran sus dificultades para gobernar.

La llegada de Trump a la Casa Blanca no es un fenómeno aislado. La crisis histórica que atraviesa el capitalismo desde 2008 ha desatado tendencias a lo que Antonio Gramsci denominó “crisis orgánicas”, ya sea como tendencias en varios países centrales o en forma abierta en países semicoloniales y periféricos importantes como Brasil o México, o en potencias regionales como Turquía, donde hubo “salidas de fuerza” por parte de la burguesía. Nos referimos a crisis estructurales de conjunto, que abren un período de escisión de sectores importantes de las clases explotadas con los partidos tradicionales, crisis profundas de los regímenes políticos y la emergencia de nuevos fenómenos.

A izquierda, el surgimiento de nuevos fenómenos políticos se ha expresado en la emergencia de formaciones “neorreformistas” como Syriza en Grecia o Podemos en el Estado español, fenómenos como el de Jeremy Corbyn en el laborismo británico, etc. La coalición griega, Syriza, única que ha llegado al gobierno nacional de un país, ha mostrado en pocos meses su bancarrota, al convertirse en la aplicadora de los planes de ajuste y privatización de la Troika. Más recientemente en Italia, parece haber un intento de desarrollar una tendencia de este tipo en la política impulsada por el gobernador de Nápoles, De Magistris.

La extrema izquierda a nivel internacional, incluida gran parte de las organizaciones que se reivindican o provienen del trotskismo se han adaptado a estas direcciones relegando la lucha por la independencia de clase, y junto con ella cualquier influencia independiente sobre los sectores de masas que giran políticamente a izquierda.

Pero no se trata solo de los fenómenos más desarrollados, como Syriza o Podemos. En Francia la oficialización –contra el proscriptivo régimen electoral– de la candidatura presidencial por el NPA de Philippe Poutou fue parte de una dura lucha política interna, en la que junto a otros sectores tuvo un rol destacado la Courant Communiste Révolutionnaire de la que forman parte nuestros camaradas de la FT en Francia, que tuvo que enfrentar la resistencia de sectores de la dirección del NPA que bregaban por no presentar una candidatura independiente. O en Brasil, a finales de 2016, donde en el marco de la crisis del PT, el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) con Marcelo Freixo a la cabeza llegó al balotaje de las elecciones al gobierno municipal de Río de Janeiro (en un marco de importantes luchas obreras), buscando acuerdos con empresarios y promoviendo el respeto de la Ley de Responsabilidad Fiscal, en una orientación similar al camino seguido por Syriza antes que plantear la posibilidad de un curso alternativo de independencia de clase y ruptura con el capitalismo.

Frente a este tipo de políticas, creemos que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) de Argentina representa un frente político de independencia de clase conformado por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Partido Obrero e Izquierda Socialista que ha logrado instalar a la izquierda en el escenario nacional junto al rol destacado del PTS en la lucha de clases. El FIT muestra que los revolucionarios podemos tener tácticas de intervención (en este caso político-electoral) amplias y a la vez principistas, un camino inverso a la subordinación al neorreformismo.

Los nuevos fenómenos políticos que estamos presenciando son una expresión política derivada de la crisis económica capitalista abierta hace casi una década. Como decía Lenin, “la política es economía concentrada”. Y son, sobre todo, expresión del modo en que los capitalistas gestionaron esa crisis, con ataques generalizados al movimiento de masas y con una mayor intervención estatal para evitar un crack abierto, que solo postergó la crisis hacia adelante sin eliminar del escenario las probabilidades de nuevas catástrofes. Esto dio paso a un estancamiento prolongado de la economía, una crisis profunda y lacerante, que fue horadando las bases de dominio de los regímenes democrático burgueses en varios países. El fenómeno Trump, el hundimiento del viejo sistema de partidos en Francia y la ascensión de Macron utilizando el temor a los extremos tanto de derecha como de izquierda y, por izquierda, el ascenso de los neorreformismos, no pueden entenderse sino es en este marco.

Aunque todavía lo que prima a nivel internacional es la “crisis de los de arriba”, al mismo tiempo se esté desarrollando un lento pero sostenido proceso de recomposición en la subjetividad del movimiento obrero y de sectores juveniles. Ejemplos de esto han sido la lucha contra la Loi Travail en Francia en 2016 y la existencia de una vanguardia dispuesta a enfrentar a Macron desde el primer día de su asunción. También es expresión de este proceso el giro a izquierda de sectores de trabajadores y la juventud en países de Europa que, aunque con ilusiones reformistas, rechazan a los partidos tradicionales y se inclinan por formaciones como Podemos en el Estado español o a Jeremy Corbyn en Reino Unido, con la expectativa de terminar con los planes de austeridad y en rechazo a la “casta política” del establishment. También lo vemos en Brasil, donde venimos de un paro general en el proletariado continental más grande de América Latina y actualmente en una coyuntura de crisis de régimen dentro del bloque golpista, estamos presenciando la persistencia de un movimiento de masas que resiste los ataques de la burguesía. Como también en Argentina, con el paro general contra Macri y el apoyo de miles de trabajadores al FIT.

En el propio EEUU, Trump ha desatado un fuerte movimiento de protesta que, si bien tiene influencia demócrata y, en términos generales, puede ser capitalizado por un frente popular “antitrump”, plantea en perspectiva la emergencia de fenómenos progresivos de la lucha de clases y políticos.

Otro fenómeno novedoso es la emergencia de un gran movimiento progresivo de mujeres a nivel internacional, como quedó demostrado en las masivas movilizaciones del 8 de marzo de 2017, que puede estar actuando como caja de resonancia de los malestares de los sectores oprimidos y explotados y donde se expresan sectores por izquierda que cuestionan el feminismo liberal para la elite del 1%.

En este marco, la crisis de 2008 ha profundizado todas las contradicciones de la Unión Europea, como lo demuestra el brexit. Si bien el triunfo de Macron y el alejamiento en lo inmediato del panorama más oscuro de una victoria del “populismo de derecha” en un país central como Francia ha dado una nueva confianza a la burguesía de los principales países imperialistas europeos, las razones estructurales que dieron origen a estos fenómenos y a la crisis del proyecto burgués europeo están lejos de haberse solucionado. La perspectiva de una mejora económica en la zona euro, coadyuvada por el cambio de perspectivas políticas y por los resultados de los brutales ajustes en los países del sur de Europa, con años de una austeridad brutal, colabora con la vuelta de cierto optimismo burgués.

Sin embargo, detrás de este escenario más confiado de la burguesía, en los trabajadores y oprimidos perdura e incluso se agrava un marcado crecimiento del euroescepticismo. Es que, con el estallido de la crisis, las instituciones europeas y los gobiernos imperialistas buscaron descargar los costos de la misma sobre la clase trabajadora, mientras se rescató a la banca con un nuevo ciclo de endeudamiento de los estados. La capitulación de Syriza ante la troika mostró los límites del neorreformismo para enfrentar estas políticas que descargan la crisis sobre la clase trabajadora.

Los flujos migratorios que antes beneficiaron a los capitalistas se restringieron para expulsar mano de obra, levantando nuevos muros y controles fronterizos, provocando la muerte de decenas de miles de inmigrantes, al mismo tiempo que se estigmatizaba a los mismos como los “causantes” de la crisis, incentivando la xenofobia y el racismo. Los reaccionarios atentados del Estado Islámico en ciudades europeas son instrumentalizados por los gobiernos para redoblar el discurso securitario, xenófobo, islamófobo y guerrerista, mientras se mantienen los bombardeos en Siria o Irak. Una política que, a su vez, favorece el reclutamiento de nuevos partidarios del Estado Islámico en su ‘cruzada antioccidental’.

Ante la crisis de la UE, desde la izquierda se presentan dos grandes posiciones igualmente burguesas. Por un lado, los sectores que como Podemos, Syriza, Die Linke y otros plantean la estrategia de “democratizar” la Europa del capital con tibias medidas para hacer más “transparentes” instituciones reaccionarias como el Banco Central Europeo. El estrepitoso fracaso de Syriza demuestra que en los marcos de la UE del capital no hay salida progresiva para los trabajadores. Por otro lado, están quienes apuestan por alternativas “soberanistas” de izquierda, sosteniendo la ilusión de que puede haber una salida “nacional” favorable a los trabajadores.

Contra la utopía de democratizar la UE, contra la demagogia de la extrema derecha y las falsas ilusiones de los “nacionalistas de izquierda”, la clase trabajadora necesita levantar un programa de independencia de clase unificar las filas obreras y que la crisis la paguen los capitalistas. Contra las políticas de los gobiernos ajustadores y las instituciones imperialistas de la UE, es necesario plantear la ruptura con todos los pactos reaccionarios de la UE y la lucha por gobiernos de trabajadores, en la perspectiva estratégica de los Estados Unidos Socialistas de Europa. Esta es la única salida progresiva para la clase trabajadora del continente.

La nueva etapa internacional abierta a partir de la asunción Trump, las tendencias al nacionalismo reaccionario, la xenofobia y el chovinismo de las grandes potencias imperialistas, junto con la profundización de los procesos de crisis orgánica y el desarrollo de nuevos fenómenos políticos, plantea la posibilidad de saltos en las respuestas del movimiento de masas y la apertura de situaciones más clásicas de enfrentamiento entre la revolución y la contrarrevolución. Por ello es más necesario que nunca levantar bien alto las banderas del antiimperialismo y el internacionalismo proletario.

Convergencias políticas

Camaradas, el conjunto de los grupos que integran la FT-CI ha seguido con gran interés y simpatía vuestra batalla política dentro del PCL, así como vuestros esfuerzos por romper el aislamiento nacional trotskista al que se veía sometida vuestra antigua organización y avanzar en la tarea de difundir las ideas y los métodos del marxismo revolucionario entre la clase trabajadora, las mujeres y la juventud de Italia.

Como parte de ese proceso, la lectura de vuestros documentos y pronunciamientos públicos, así como los encuentros que hemos mantenido, especialmente vuestra participación como invitados en el Congreso fundacional de la CRT del Estado español, hemos hallado importantes puntos de convergencia.

En primer lugar, coincidimos en una cuestión fundamental, que es considerar al internacionalismo no como un principio abstracto sino una cuestión estratégica. La nueva etapa histórica en la que entramos plantea la necesidad cada vez más acuciante del internacionalismo revolucionario. El internacionalismo tiene un fundamento profundo en las contradicciones del capitalismo imperialista: la socialización creciente de la producción capitalista, mientras un puñado de grandes grupos económicos y millonarios se apropian de las riquezas sociales, así como el choque, que señaló Marx, entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la existencia de las fronteras nacionales. Pero también tiene su fundamento en el carácter internacional de la clase trabajadora, cada vez más extendida e internacionalizada internamente.

Por ello coincidimos en que el internacionalismo es una cuestión estratégica, porque no es posible pensar la lucha por el comunismo y por superar al capitalismo sino a escala internacional. Y como parte de esa lucha estratégica se encuentra en primer lugar la tarea de construir partidos revolucionarios en todos los países y una internacional de la revolución socialista que levante las banderas del antiimperialismo y el internacionalismo proletario. Al servicio de este objetivo es que reafirmamos nuestra propuesta para poner en pie un Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista (Cuarta Internacional), porque la tarea de poner en pie una internacional de la revolución socialista es uno de los principales deberes de los revolucionarios para afrontar la nueva etapa que se abre. Como ha demostrado toda la experiencia del siglo XX, no hay partido revolucionario “nacional” separado de la lucha por la construcción de un partido revolucionario internacional.

Sobre esta base de acuerdo, no podemos más que coincidir con vuestra caracterización política del PCL como una organización sometida hace años a un aislamiento nacional-trotskista. Del mismo modo, coincidimos en vuestra apreciación de la Coordinadora para la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI) como una “organización” internacional “que no ha funcionado prácticamente nunca sobre la base del centralismo democrático, que no ha conquistado a la causa del marxismo revolucionario a ningún nuevo sector de vanguardia de clase en el mundo (…), que han replicado en varias formas y medidas muchas taras de grupos protagonistas de la degeneración y disolución de la Cuarta Internacional como partido mundial de la revolución socialista –burocratismo, sectarismo, federalismo, nacional-trotskismo, eclecticismo teórico, laxitud organizativa–“.

En 2005, una importante delegación de la FT-CI acudió al único congreso de la CRCI realizado desde su fundación en 1997 (entonces Movimiento por la Refundación de la Cuarta Internacional), realizado en Buenos Aires, con la propuesta de avanzar en una organización común que luche por la reconstrucción de la Cuarta Internacional, a lo cual nos dieron una taxativa respuesta negativa, a pesar de coincidir en multiplicidad de cuestiones programáticas. Posteriormente, el PTS ha hecho diversas propuestas al Partido Obrero en ese país, especialmente después de haber conformado el FIT en 2011, sin lograr ningún avance. En Europa hemos invitado a la dirección del PCL a diversas actividades de la FT-CI (y del mismo modo hemos sido invitados a una actividad del PCL en Italia), expresando en cada oportunidad nuestra intención de dar pasos hacia una organización internacional común para la reconstrucción de la Cuarta Internacional, sin obtener la menor respuesta a nuestros planteos, como ustedes conocen perfectamente.

Consideramos que vuestra voluntad de superar el aislamiento nacional-trotskista, así como el método del internacionalismo abstracto y las relaciones diplomáticas, es un aspecto fundamental de convergencia política que saludamos vivamente.

Al mismo tiempo, consideramos un acierto por vuestra parte haber lanzado el diario online La Voce delle Lotte, en un marco muy difícil de lucha fraccional y posterior expulsión de vuestra antigua organización, el cual por lo que conocemos en muy poco tiempo está logrando una pequeña pero significativa influencia entre sectores de la vanguardia obrera y juvenil italiana.

Como sabéis, en 2014 nuestra corriente internacional impulsó la primera Red Internacional de diarios digitales de izquierda a nivel mundial, actualmente compuesta por 11 diarios en 5 idiomas (español, inglés, portugués, francés y alemán, además de una sección en turco), que todos los días publican centenares de artículos a disposición de millones de lectores, combinando los esfuerzos militantes de organizaciones de diferentes países, con contenidos de la más amplia variedad.

El lanzamiento de esta red internacional, que consideramos toda una novedad histórica para la izquierda es, por un lado, expresión de nuestra voluntad por poner los medios técnicos más avanzados al servicio de desarrollar una agitación sistemática desde las ideas y el programa marxismo revolucionario. Pero al mismo tiempo, la red de diarios es para nosotros un “organizador colectivo” internacional en el sentido leninista del término. Cada diario busca expresar y fortalecer un proyecto político ambicioso: la construcción de partidos revolucionarios, la fusión con los sectores avanzados de la clase trabajadora y la juventud, y la lucha por la reconstrucción de la Cuarta Internacional.

Creemos que el importante esfuerzo de vuestra joven organización en el impulso de La Voce Delle Lotte, no sólo muestra una gran audacia y voluntad revolucionaria, sino también una importante convergencia con esta perspectiva.

Por último, en los marcos limitados de conocimiento de la situación italiana, saludamos vuestra decisión de intervenir audazmente en el movimiento obrero, la juventud, las mujeres y los inmigrantes, como hemos podido leer en vuestros documentos y artículos, proponiéndose impulsar fracciones revolucionarias en los sindicatos y en los distintos movimientos de lucha con un programa transicional revolucionario, como una vía de intervención revolucionaria en la lucha de clases y, al mismo tiempo, de selección consciente de nuevos militantes para la construcción de vuestra organización. Un método que se opone a la política de adaptación pasiva y conservadora a los movimientos tal cual son que, combinada con intervenciones esporádicas en las elecciones en clave electoralista, es propia de la mayoría de las organizaciones centristas.

La clase trabajadora italiana, especialmente sus sectores avanzados, han sufrido durante décadas las consecuencias de la bancarrota del viejo PCI primero, así como de sus continuadores de Refundazione Comunista después. En ese contexto, la “extrema izquierda” italiana ha navegado entre la Escila del sectarismo y la Caribdis del oportunismo. La necesidad de sentar las bases de una organización revolucionaria internacionalista y principista es la principal tarea del momento. Razón de más por la cual desde la FT hemos recibido con alegría vuestra carta y seguimos con simpatía vuestros esfuerzos militantes.

Nuestro método y nuestra propuesta

La vuelta del nacionalismo imperialista, así como la posibilidad del desarrollo de procesos de lucha de clases cada vez más agudos y radicalización política, hace cada vez más urgente el desarrollo del internacionalismo proletario y el antiimperialismo y la conquista de fuertes partidos revolucionarios para intervenir en los acontecimientos y una internacional de la revolución socialista.

Como decíamos en el Manifiesto de 2013 y es un importante elemento de coincidencia que tenemos, el reagrupamiento revolucionario que hoy necesitamos no puede basarse solo en principios generales (ni en cuatro puntos elementales, como ha sostenido en su momento la CRCI), sino que debe partir de acuerdos frente a las grandes cuestiones estratégicas que ya la crisis capitalista ha puesto en debate en la izquierda mundial. Por ello el Manifiesto no es ni pretende ser un programa acabado, sino un aporte de los principales núcleos estratégicos y programáticos sobre los cuales consideramos que es posible avanzar en el debate y la acción práctica en común en la lucha de clases.

Nos referimos, entre ellos, a la necesidad de luchar por un programa de demandas transitorias para enfrentar la crisis, articulado consecuentemente en una perspectiva anticapitalista, antiimperialista y revolucionaria. Como parte del mismo, a integrar demandas democrático-radicales orientadas a acelerar la experiencia de las masas con sus ilusiones democráticas mediante el enfrentamiento al régimen y al estado burgués, para facilitar el camino al poder obrero.

Un programa que sea la base para construir partidos revolucionarios e internacionalistas y desarrollar fracciones revolucionarias en los sindicatos, por el frente único obrero y la autoorganización de las masas.

Como parte indisoluble de la lucha de la clase obrera por conquistar la hegemonía en el combate contra la dominación burguesa, nos referimos también a la necesidad de impulsar audazmente el combate contra opresión de género, la homofobia, el racismo y la xenofobia y contra toda forma de opresión y discriminación. Actualmente hay nada menos que 3.200 millones de personas que se ven obligadas a vivir de la venta de su fuerza de trabajo, una clase obrera más extendida mundialmente, más feminizada y multirracial, que puede actuar como sujeto hegemónico, tomando las demandas de todos los sectores oprimidos, como parte de un programa revolucionario.

Estamos en las antípodas de las organizaciones, que incluso reivindicándose marxistas revolucionarias, se han dedicado los últimos años a construir “partidos amplios” sin arraigo en la lucha de clases ni delimitación estratégica, o a adaptarse a direcciones nacionalistas burguesas como el chavismo, o variantes reformistas de izquierda como Podemos o Syriza, sustituyendo la perspectiva del “gobierno obrero” por la de “gobiernos de izquierda” o “antineoliberales”, es decir, un gobierno de gestión del capitalismo en el marco del estado burgués. Nada tienen que ver estos planteos con la táctica de gobierno obrero (como máxima expresión del frente único) como consigna anticapitalista ligada a una estrategia obrera insurreccional que reivindicamos los revolucionarios, y que está indisolublemente ligada a nuestra perspectiva estratégica: la destrucción del estado burgués y la conquista del gobierno de trabajadores revolucionario basado en organismos de autoorganización de masas para avanzar hacia el comunismo.

Una perspectiva que nos planteamos desde un punto de vista estratégicamente internacionalista. El carácter nacional por su forma, pero internacional por su contenido de la revolución socialista, y por ende la conquista del poder en un país no como fin en sí, sino como medio estratégico para la lucha por la revolución internacional, condición indispensable para avanzar hacia la conquista de una sociedad de “productores libres y asociados”, el comunismo.

Somos conscientes de que ninguna de las organizaciones que se reclaman revolucionarias en la actualidad puede resolver por sí misma una tarea de magnitud histórica como es reconstruir la Cuarta Internacional. Por ello, contra toda autoproclamación sectaria, sostenemos que la construcción de partidos obreros revolucionarios y la puesta en pie de una internacional de la revolución social, no será producto del desarrollo evolutivo de nuestras organizaciones ni de nuestra tendencia internacional, sino resultado de la fusión de alas izquierdas de las organizaciones marxistas revolucionarias y sectores de la vanguardia obrera y juvenil que se orienten hacia la revolución social.

En esta perspectiva se inscriben los combates que dan las distintas organizaciones que integran la FT-CI en distintos países y sobre esta base es que nos proponemos profundizar con ustedes el debate y la acción práctica común en la lucha de clases para poner en pie un gran Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista, la Cuarta Internacional.

Una propuesta práctica para avanzar

Camaradas, en vuestra carta, así como en los documentos públicos, hemos identificado un amplio marco de convergencia programática y estratégica, y coincidimos en que “la restauración del método marxista de construcción de la dirección política revolucionaria del movimiento obrero a partir del análisis científico del capitalismo, de las tareas estratégicas que derivan para la clase trabajadora y para los comunistas, de un programa y de una organización política que sigan estas premisas” es una tarea fundamental.

Con este objetivo, consideramos que tenemos planteado avanzar en un camino que nos permita profundizar en este proceso, por lo cual nuestra propuesta es conformar un Comité de Enlace, de exploración programática y acción política común, con representantes de la FIR y de la dirección así como de distintos grupos de la FT-CI, mediante el cual al mismo tiempo que continuemos explorando acuerdos y divergencias programáticas, avancemos en campañas políticas comunes y, en la medida de lo posible, experiencias comunes de intervención en la lucha de clases.

Al mismo tiempo, desde la FT-CI continuaremos bregando por dar pasos junto a otros grupos que defiendan la perspectiva de reconstrucción de la Cuarta Internacional, como los compañeros de la izquierda del ex Secretariado Unificado, a los cuales ustedes mismos también mencionan en vuestra carta, con el objetivo de avanzar hacia la formación de un gran Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista, la Cuarta Internacional reconstruida sobre bases revolucionarias.

Con la convicción de que podremos profundizar sólidamente en nuestros acuerdos, esperamos coincidir con ustedes para avanzar prontamente en este terreno práctico con el objetivo de dar pasos en la gran labor de reconstruir el Partido Mundial de la Revolución Social, que es la tarea histórica más importante de nuestra época.

Saludos comunistas internacionalistas,

Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI)

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