La dictadura egipcia: los árabes preferidos de Hollande y Marine Le Pen

Hay un aspecto de la política exterior de Francia que el presidente y su principal opositora de extrema derecha comparten: el apoyo al golpe contrarrevolucionario de los generales en Egipto que cerró una primera etapa de la revolución en ese país.

A fines de noviembre, el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sissi fue recibido en el Eliseo por su par francés. Esta era la primera gira europea del dictador egipcio en búsqueda de legitimidad internacional. Tan importante fue para la dictadura egipcia este recibimiento, que la retribución vino rápidamente para su anfitrión francés.
En febrero de este año Egipto pactó la compra de 24 aviones caza Rafale por un valor de unos 5.000 millones de euros. Fue la primera vez que Francia exportó este avión de guerra que hasta ahora sólo utiliza la aviación gala, dejando atrás numerosas posibilidades de venta de Rafale truncas (Marruecos, Suiza, Brasil), que lo convertían en un verdadero trauma nacional de los distintos gobiernos franceses. Este contrato de exportación de los aviones producidos por Dassault Aviation (60%), Thales (22%) y Snecma (18%) abrió las puertas a otros contratos, siendo la diplomacia del Rafale uno de los grandes logros de la política exterior del gobierno “socialista” de Hollande.
Ahora es Marine Le Pen quien visita El Cairo, en sus viajes sorpresa al extranjero en búsqueda de una estatura presidencial ante las elecciones presidenciales de 2017. Ella fue recibida el pasado jueves por Ahmed Al-Tayeb, el jeque de la mezquita Al-Azhar, una prestigiosa institución del islam sunita.

Este viaje fue organizado por Aymeric Chauprade, quien había sido desplazado en enero del círculo cercano de la presidente del Frente Nacional, después de haber declarado que una «quinta columna» islamista estaba al acecho en Francia. Esta gira significa el retorno en gracia de este personaje ligado a las personalidades más reaccionarias del mundo entero, desde Putin a la extrema derecha austriaca.

En el entorno marinista se dicen contentos de haber encontrado un “país árabe anti- islamista”. Marine Le Pen misma ha saludado el domingo el combate contra el fundamentalismo del presidente egipcio. En la conferencia de prensa que puso fin a su visita de cuatro días, ella dijo: “El presidente Al-Sissi es uno de los líderes que tiene el mensaje más claro contra el fundamentalismo” y agregó «Nuestra elección en el Frente Nacional es clara, apoyar a los países que luchan contra el fundamentalismo, en primer lugar, por supuesto, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos». También dijo que la ideología de los Hermanos Musulmanes estaba vinculada a la de los yihadistas del Estado Islámico (EI). «Es indiscutible que la matriz de la ideología política del proyecto Estado islámico, la matriz está formada por los Hermanos Musulmanes», argumentó Marine Le Pen en referencia al partido del ex presidente Morsi destituido por los militares, una corriente islamista moderada de años de existencia en Egipto.

Pero contra la visión interesada de Hollande y Le Pen, es la derrota de la primera fase de la revolución que había volteado al dictador Mubarak por un golpe militar encabezado por otro militar como al-Sissi, lo que explica que se hayan reforzado los proyectos ultrarreaccionarios como el del EI.

Del conjunto de los levantamientos de la primavera árabe, Egipto había sido el proceso más avanzado, con la clase obrera jugando un rol importante. Pero esta primera fase de la revolución por falta de dirección y madurez subjetiva de la clase obrera se chocó con un límite infranqueable al no liquidar al ejército, el sostén fundamental del régimen y el estado. Este último, después de un momento a la defensiva en la que aceptó un desvío “democrático” encabezado por la Hermanos Musulmanes , utilizó la bronca que había con este nuevo gobierno, que llevó a nuevas movilizaciones de masas para desatar un verdadero golpe contrarrevolucionario en julio de 2013.

Desde entonces, el nuevo régimen lanzó una represión brutal, fundamentalmente contra la Hermandad Musulmana(HM) pero también contra organizaciones de vanguardia protagonistas del levantamiento de la plaza Tahrir, a la vez que absolvió a Mubarak y otros responsables de la represión del levantamiento de 2011. Según organismos de derechos humanos, desde la caída de Morsi hay más de 16.000 presos políticos y varios cientos han sido condenados a muerte en juicios sumarios. Recientemente, el mismo Morsi fue condenado a la pena de muerte. Esta dictadura plebiscitada está al servicio de restaurar la política neoliberal y garantizar un buen clima de negocios para atraer inversiones extranjeras.

Como ya ha sucedido en el pasado, el debilitamiento de la HM como contención islamista moderada está dando lugar al surgimiento de grupos armados radicalizados, con un discurso religioso extremo que hacen del terrorismo su método de acción. Antes en las cárceles de Sadat (general egipcio anterior a Mubarak y que firmó el acuerdo de Camp David por el que un país árabe reconoció al Estado sionista de Israel) se formaron los actuales cuadros de Al Qaeda.

La política imperialista de apoyar a los viejos y nuevos dictadores que ahogan en sangre las verdaderas ansias democráticas de las masas, es la que fomenta el islamismo radical. A su vez, esta política imperialista no sólo tiene consecuencias en el mundo musulmán, sino que también explica la radicalización de sectores de la comunidad árabe en occidente que ya se ha manifestado en los atentados de París.

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