Más de 160 personas debatiendo sobre «Mujeres y feminismos frente a la islamofobia»

Por: Cynthia Lub y Silvia Navarro

El pasado lunes 2 de mayo, Pan y Rosas en Barcelona acabó el curso con una charla de más de 160 personas sobre «Mujeres y feminismos frente a la islamofobia occidental».

 

En una sala llena con más de 160 personas, además de las que quedaron fuera del aula tratando de participar, se reunieron en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, jóvenes, estudiantes, mujeres trabajadoras, migrantes y la importante participación de colectivos y mujeres árabes y/o musulmanas. Todo el público tuvo una participación activa con aportes muy profundos, críticas constructivas y reflexiones en el debate.

Las ponencias de Cynthia Lub y Sílvia Navarro, que se pueden leer enteras en el blog de Pan y Rosas, comenzaron explicando los objetivos de la charla.

En primer lugar,Cynthia Lub aclaró «que nuestro conocimiento sobre este profundo tema como mujeres que habitamos y nacimos en Europa, es mínimo en comparación con una historia de lucha, de resistencia y de toda una conformación de un movimiento feminista árabe y/o musulmán muy rico y diverso, que a nosotras se hace imposible abarcar y mucho menos transmitir en una sola charla»,

«Pero como mujeres organizadas para luchar por la emancipación de la mayoría de las mujeres, tenemos el deber de al menos asomarnos a estas experiencias y sobre todo, tomar posición respecto a cuestiones claves que se dan en los países imperialistas, contra lo que nosotras creemos que debemos luchar. Es decir, es nuestro deber tener una posición internacionalista y antiimperialista respecto a nuestras hermanas de clase, explotadas y oprimidas también en estos propios países, continuó.

Este debate se hace necesario sobre todo después de que, tras los terribles atentados en París o Bruselas, el aumento del racismo y la xenofobia, expresado en el fomento de la islamofobia, coloca a la mujer como símbolo de “atraso y barbarie” de todo el mundo árabe y/o musulmán. Los postulados del “choque de civilizaciones” también tienen su expresión en algunas corrientes del feminismo.

Entonces, uno de los objetivos de la charla fue analizar cómo se expresa esta pseudoteoría en los debates dentro del feminismo y movimiento de mujeres. Desde los últimos atentados las tertulianas del PP, como Esther Esteban difundían la idea de que «las mujeres árabes son la expresión de la falta de libertad y democracia, «no son como con nosotras que vivimos en democracia y libertad», decía, «porque todas ellas son lapidadas, mutiladas y obligadas a usar el velo». Estas ideas calan hondo en la sociedad, y dan una imagen oscura llena de prejuicios raciales hacia la “mujer oriental», de la «otra».

Sílvia explicó cómo nace el discurso de la «islamofobia» y cómo suele atacar de forma más feroz a las mujeres. «Es por eso que nosotras queremos hacer énfasis en el hecho que la islamofóbia también es un problema de género. Este concepto, englobaría y articularía tanto prácticas xenófobas y racistas como conductas misóginas y machistas. Es por eso que hay que tener en cuenta la múltiple opresión que encarnan las mujeres árabes y/o musulmanas».

Por tanto, la charla se proponía desmistificar estos prejuicios, para lo cual fue necesario develar los mecanismos de victimización de parte importantes sectores del movimiento feminista de Europa, para enseñar “occidentales valores superiores” que puedan arrancar de la opresión a estas “pasivas y sumisas mujeres”. Para ello se utiliza lo que muchas feministas llaman “uniformización” de las mujeres de los países coloniales o semicoloniales, a través del cual se crean tópicos de gran impacto que generalizan comportamientos de “las otras” desde una visión euro-centrista. Como si la mayoría de las mujeres árabes, musulmanas, africanas o latinas, pobres y trabajadoras, que habitan Europa o Estados Unidos, no sufrieran opresión de género, desigualdad salarial, precariedad, feminicidio, a pesar de vivir y nacer en sociedades “cristianas y occidentales”. Tercero, un desconocimiento y/o ignorancia casi intencionada de las luchas de estas mujeres las mujeres del mundo árabe-musulmán.

En medio del debate, una joven estudiante dijo que nunca se había imaginado esta realidad, que los valores que se transmiten en Europa «nos tienen en un gran engaño» y que en el desarrollo de la charla había aprendido mucho de una realidad sobre estas mujeres que no conocía.

Al respecto, otra joven dijo que agradecía que hagamos esta crítica a los valores racistas europeos, ya que «no se puede hablar de superioridad, cuando en el Estado español las mujeres blancas sufren violencia como lo demuestran los casos de feminicidios».

Justamente este era otro objetivo importante de la charla, a partir de la crítica de estos postulados, dar a conocer que las mujeres árabes y musulmanas han sabido reconocer las particularidades de su propio horizonte histórico-social en el que se inscriben las relaciones de opresión, dentro de una universalidad de problemas identificables con los de todas sus hermanas de clase: duras condiciones laborales, desamparo en derechos sociales y políticos, violencia y acoso sexual, feminicidio, entre otros.

Desde ahí, y en esta «particularidad», entender que las mujeres han sabido diagnosticar el carácter de su opresión así como las estrategias para su liberación de cadenas que fueron dobles: la ejercida por los poderes autóctonos y la ejercida por el poder colonial occidental de los países imperialistas. Así es que el movimiento feminista y de mujeres árabes y musulmanas luchó por derechos como el sufragio femenino, participación política, igualdad en las condiciones de trabajo y educación, diferentes demandas en cuanto a la problemática de la poligamia —que es exclusiva para los hombres y desprotege a las mujeres—, la reducción del derecho absoluto de los hombres al divorcio o el incremento de la edad de matrimonio de las niñas.

Uno de los debates más polémicos que hay en la actualidad pero que no es nuevo es el tema del hijab. Cynthia Lub explicó cómo «las feministas árabes cuestionan al llamado ’feminismo occidental’ que insiste en la existencia de una forzosa conexión entre cultura y opresión de la mujer. De esta conexión se desprende la estrategia de “abandono de la cultura autóctona” como vía de emancipación. La prohibición del velo, hiyab, se inscribe entonces en esta premisa.

En los últimos años a raíz se ha prohibido el burka y el niqab en países como Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, en ayuntamientos de Catalunya (Estado español), en Alemania –donde la mitad de los estados prohíben el velo–, y en Italia, donde la ley antiterrorista de 1970 prohíbe prendas que cubran la cara.

Sílvia explicó que «ante ello nos tenemos que posicionar. Nosotras estamos totalmente en contra de esta prohibición: es una medida racista/ que introduce un debate falso hacia las mujeres árabe-musulmanas que viven en los países imperialistas para quienes el burka y el nikab es el último de sus problemas. Bajo esta prohibición “en nombre de la libertad” se encubre la persecución cotidiana a la población inmigrante, perpetuada por la xenofobia y el racismo. Aún así, muchas de ellas afirman que el problema del velo no es su problema principal. La explotación laboral, el analfabetismo, la discriminación, la islamofóbia y la xenofóbia constituyen verdaderos y serios problemas para estas mujeres mucho más urgentes que el velo».

Otra joven intervino en el debate diciendo que, como europea, siempre se había sentido avergonzada al escuchar a organizaciones feministas de Europa a favor de la prohibición de velo integral. Y que celebraba escuchar que un colectivo como el nuestro tomara una posición diferente, en contra de la prohibición. Toda la sala llena aplaudió su intervención.

Finalmente, Cynthia Lub explicó cómo al calor de las grandes experiencias de lucha y organización surgieron múltiples debates entre el “feminismo árabe y musulmán” y el “feminismo islámico” que emerge en la década de 1990.

Aunque no era el objetivo poner en debate a estas corrientes feministas, se plantearon reflexiones sobre la contradicción en buscar dentro de la religión rasgos emancipatorios para la mujer, por sus relaciones estrechas con los Estados y las diferentes instituciones del sistema patriarcal, claro socio de las sociedades capitalistas. Sin embargo, explicamos cómo nosotras no luchamos contra la religión desde una perspectiva anticlerical liberal, que le da un valor absolutamente progresivo a lo secular y absolutamente reaccionario a lo religioso, independientemente de los objetivos y las clases sociales en que se base cada uno. Así, por ejemplo en Francia, se prohíbe el velo integral desde el discurso anticlerical liberal.

La sala seguía llena y acabamos con muchas conclusiones en base a una profunda y dinámica reflexión colectiva. Una joven planteó que en definitiva, «la lucha contra el patriarcado no es una lucha religiosa o sólo cultural, sino una lucha contra el sistema capitalista que sufrimos todas las mujeres, sea del país que sea».

También se cuestionó si las compañeras que estábamos dando la charla, estábamos o no legitimadas a hablar de las experiencias de las mujeres del mundo árabe y/o musulmán, por ser blancas y europeas. A lo que Cynthia Lub respondió: «No sabemos si estamos legitimadas o no, ni quién debería legitimarnos. Pero de lo que estamos seguras es de que es nuestro deber luchar contra el racismo y la islamofobia que reacae sobre nuestras hermanas de clase. Es nuestra obligación, como agrupación de mujeres internacionalistas y antiimperialistas luchar contra los gobiernos como el del Estado español que aplica reaccionarias leyes de extranjería a todas las personas migrantes. Es nuestro deber no sólo aprender de estas experiencias, sino tomar posición, enfrentando a este régimen político racista, en contra medidas como la prohibición del burka, que no es más que la excusa para seguir persiguiendo a las mujeres árabes o musulmanas que habitan en las ciudades europeas».

Toda la sala aplaudió con mucho entusiasmo y una mujer de Guinea, dijo que no importa si somos blancas, negras, del país que sea y que «claro que no es lo mismo ser mujer y negra, pero todas somos oprimidas por el mismo sistema y debemos luchar juntas por algo grande». En definitiva, dijo Sílvia, «tenemos que luchar juntas contra un sistema patriarcal y capitalista que se retroalimentan y del que somos víctimas la mayoría de las mujeres, las trabajadoras, las migrantes, las jóvenes».