¿Por qué China devela su armamento?

China celebró en el día de ayer el 70 aniversario de su victoria ante Japón con un gran desfile militar en la plaza de Tiananmen. Esta parada es la cuarta después de la desaparición de Mao y la primera que se desarrolla en otra fecha que el 1 de octubre, día de la proclamación de la República Popular en 1949. Mientras internamente busca reforzar el sentimiento patriótico de las masas ante las incertidumbres de su economía, el despliegue militar es la ocasión de mostrar su potencia al resto del mundo.

Meticulosamente preparada

A pesar de la gran escala del desfile, cada paso fue diseñado con una atención meticulosa al simbolismo político, reforzando un mensaje de unidad nacional bajo el Partido Comunista de China (PCCh). Así, poco después de las 10 horas, la guardia de honor avanzó 121 pasos por una alfombra roja en la Plaza de Tiananmen para llegar al asta de la bandera, un paso para cada año desde que Japón entró en guerra con las fuerzas de la dinastía Qing de China en 1894. Cincuenta y seis cañones – que simboliza la unidad de los 56 grupos étnicos reconocidos oficialmente por el gobierno chino – hicieron sonar 70 disparos, uno para cada año desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Una banda militar entonó el himno nacional, «La Marcha de los Voluntarios», y un coro cantó: «Levantaos, los que se niegan a ser esclavos; Con nuestra carne y sangre construir nuestra nueva Gran Muralla…». A continuación, el Presidente Xi Jinping, habló sobre una plataforma con vistas a la plaza de Tiananmen, mientras que los huéspedes extranjeros y miembros de la dirección del Partido Comunista observaban.

Una muestra de unidad nacional de la cúpula del PCCh

Junto al Presidente Xi en la Puerta de la Paz Celestial de Tiananmen -que servía de tribuna – estaban sus predecesores, Jiang Zemin y Hu Jintao, así como otros ex dirigentes del Partido Comunista y miembros antiguos. Como en anteriores congresos del Partido Comunista y los desfiles del Día Nacional, la aparición de líderes pasados y presentes tiene la intención de transmitir una imagen de unidad política. Unidad que busca ocultar las fuertes fricciones que hay en la cúpula del partido y que ha llevado a una fuerte campaña de purgas encabezada por su actual líder que ha reforzado su poder pero que ha abierto una caja de pandora estratégicamente. Es que si bien todos los dirigentes del PCCh están de acuerdo en la necesidad de encarar una transición hacia un modelo más basado en el consumo interno, son fuertes las divergencias sobre la profundidad que debe adoptar el cambio, además que toda reforma toca intereses creados de fuertes grupos de poder.

Un despliegue militar significativo

Sin embargo el mensaje mas fuerte han sido los “juguetes militares” mostrados por primera vez por Pekin. El desfile fue una pasarela para mostrar el armamento de China, el 84 por ciento se mostró por primera vez al público. De este arsenal se destacó la serie de misiles DF (por «Dongfeng», «Viento del este»): el misil balístico de corto alcance DF-15B, los balísticos de alcance medio DF-16, DF-21D y DF-26. El más significativo de todos es el DF-21 D, un ASBM («Anti-ship ballistic missile» o misil balístico antibuque) con una electrónica sofisticada que le permite, una vez en la atmósfera, dirigirse a su objetivo. Estos misiles salen de la atmósfera antes de regresar a tal velocidad -cerca de 3.500 km/h- que los hace prácticamente invulnerables ante las defensas antiaéreas clásicas. Su alcance exacto sigue siendo vago, los expertos militares occidentales lo estiman entre 900 y 1.000 km. Apodado ’asesino de portaviones’, este misil tiene el potencial para desactivar buques, incluidos los grupos de ataque de portaaviones, la pieza central del poder naval estadounidense. Ninguna otra nación tiene un sistema de este tipo; Washington y Moscú están limitados por un tratado que firmaron en 1987. Un proyectil que suscita estos últimos años muchas especulaciones en los medios militares acerca de su capacidad para modificar la relación de fuerzas en el océano Pacífico, coto tradicional de la 7ª Flota estadounidense.

También desfiló por primera vez el DF-26, primer misil de China capaz de atacar Guam (donde se encuentra una importante base norteamericana en el Pacifico Occidental) con una ojiva convencional desde un lanzador basado en territorio chino. Otro debutante: el DF-16 MRBM, al parecer capaz de atacar las bases militares en Okinawa. Además, es la primera ocasión que se exhibía la ojiva del misil balístico intercontinental DF-5B, la más poderosa arma nuclear de China, y el misil intercontinental DF-31A. En total, más de 500 piezas de maquinaria y artillería de un total de 40 tipos y cerca de 200 aparatos aéreos de 20 modelos distintos han participado en el desfile.

Jugada riesgosa política y diplomáticamente

Semejante despliegue militar es un fuerte mensaje para disuadir a potenciales adversarios extranjeros que de otra manera podrían interferir con los objetivos y ambiciones regionales y a nivel global de Pekín. China está diciendo que es otro país enteramente distinto con respecto a la vulnerable semicolonia de 70 años atrás.

Pero mostrar su poderío militar de manera tan abierta podría dañar en lugar de ayudar a las ambiciones de China para conseguir apoyo en Asia en torno a su pretensión de liderazgo regional indiscutible y sus esfuerzos para marginar a Japón y reducir la influencia estadounidense en la región. Aunque, dudando hasta último momento, sólo la líder de Corea del Sur, Park Geun-hye, estuvo presente de los líderes regionales. Hay que recordar que Corea también fue una de las principales víctimas del militarismo nipón en la primera parte del siglo pasado.

Grandes ambiciones que se estrellan a la realidad de la crisis de sobreacumulacion y sobreendeudamiento que podria irse de control

Aunque el desfile tuvo mensajes para varios destinatarios, internamente llegó luego de dos meses terribles para la burocracia de Pekín, que con la fastuosa celebración de hoy y haciendo llamado al sentimiento patriótico anti japonés buscó hacer olvidar las importantes incógnitas abiertas sobre el manejo económico del PCCh frente a la crisis bursátil o el creciente estupor en grupos sociales hasta ahora sostenedores del modelo, como puso de manifiesto la explosión industrial en Tanjin.

Las fuertes ambiciones de Pekín tanto a nivel económico como militar en transformarse en una nueva gran potencia imperialista son un resultado de un proceso de sobreacumulación prolongado, cuyo ciclo de alza infló y generó esta visión del mundo y del rol de China en el mismo en la máxima cúpula del PCCh.

Sin embargo en el corto y mediano plazo, su fijación se ha desplazado a garantizar que todo no se venga abajo, en otras palabras que la fenomenal crisis de sobreacumulación que tiene su talón de Aquiles en el sobreendeudamiento congenial al modelo chino no se salga de control. Es una tarea herculina -a pesar de contar con medios importantes, pero limitados- de resultado incierto. Su desigual y combinada industrialización tardía y el atraso con respecto a los principales países imperialistas en la productividad del trabajo son una pesada carga, difícil de superar, a pesar de los esfuerzos voluntaristas del PCCh.

Su fracaso puede crear los mismos fantasmas que históricamente asolaron a China: las explosiones y revoluciones sociales de todo tipo o la creciente intervención imperialista externa. La gran demostración de fuerza de hoy oculta que la prioridad de Pekín en los últimos meses está cambiando raudamente: de más en más está girando a mantener el orden social y retener el poder que va a ser profundamente trastocado por la crisis de transición económica, social y ecológica en curso. Un creciente curso a lo Putin con la creciente utilización de las amenazas reales o imaginarias del enemigo exterior para legitimarse en reemplazo de la ideología del crecimiento indefinido en quiebra. No es casualidad que el presidente ruso estuvo al lado de Xi Jinping la mayor parte de la parada militar.

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