Podemos y el debate sobre la “unidad popular” en la izquierda

Después de las elecciones del 24M, el debate sobre qué candidatura para las generales irrumpió con fuerza. La demanda de una “confluencia” interpela directamente a Podemos y su líder Pablo Iglesias, que se resiste a relegar su “marca” y autoproclamado liderazgo. Lo que no se discute es qué programa, qué estrategia ni qué sujeto hace falta para terminar con el Régimen del ’78.

El resultado de las elecciones del 24M fue contradictorio para Podemos. Los mejores resultados electorales no lo obtuvieron las candidaturas de Podemos, que se presentó con “marca propia” en varias de las Comunidades Autónomas, sino las candidaturas municipalistas como “Ahora Madrid”, “Barcelona en Comu” o “Zaragoza en común”, convergencia de diferentes sectores de la izquierda y activistas sociales, en las que también se integró Podemos.

En el caso de “Barcelona en Comu”, confluyeron en la candidatura Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), Esquerra Unida i Alternativa (EUiA), Equo, Procés Constituent y Podemos. “Ahora Madrid”, por su parte, fue producto de la unión entre Ganemos, Equo, Podemos y ex militantes de IU, mientras “Zaragoza en Común” está integrada por Podemos, IU, Equo y otros grupos de la izquierda zaragozana, incluida la independista. En otras candidaturas o “mareas”, como las que proliferaron en Galicia o en Asturias, la dinámica integradora fue similar.

La diferencia de votos obtenida no es menor. Por ejemplo, en Madrid, la candidatura municipal “Ahora Madrid” obtuvo el 31.85% de los votos, mientras que la candidatura de Podemos para la Comunidad cosechó el 18.59%, aunque el promedio general lo acerca a un sobrio 13 o 14%.

Esta situación fortaleció y dio ánimos a los sectores que venían bregando por la confluencia con “otros sectores de la izquierda”, y a los partidarios de las candidaturas de “unidad popular” o de convergencia.

Esta semana apareció el manifiesto “Abrimos Podemos: por una candidatura constituyente”, firmado por el eurodiputado Pablo Echenique junto a otros diputados de Podemos, como Isidro López o Beatriz Gimeno de la Asamblea de Madrid, Juan Ignacio Moreno Yagüe, diputado en Andalucía y varios integrantes de concejos autonómicos y municipales de Podemos.

El manifiesto promueve la necesidad de una candidatura de este tipo para las elecciones generales de fin de año. “Concretamente, tras las elecciones autonómicas y municipales Podemos ya no es el único instrumento de cambio, aunque para las próximas elecciones generales nada sea posible sin Podemos. La irrupción de importantes fuerzas municipalistas en las principales ciudades, sitúa a Podemos en la intersección de buena parte de ellas, pero sin que quepa atribuirse exclusividad alguna”, define el documento que ya tiene una veintena de firmas.

También desde Anticapitalistas (la asociación heredera de Izquierda Anticapitalista tras la disolución en Podemos), en su balance del 24M a fines de mayo, ya se habían pronunciado a favor de la “unidad popular”. Y al calor del debate de los últimos días, desde la revista Viento Sur han publicado varios artículos defendiendo la idea de que Podemos no puede ser “el sujeto de sujetos” y que hay que avanzar en la confluencia hacia las elecciones generales.

Pero el dato más importante es que también en Izquierda Unida hay fuertes movimientos que apuntan al mismo objetivo. Golpeada tras el fracaso del 24M –cuando obtuvieron los peores resultados de su historia–, “castigada” por sus escándalos de corrupción, sus pactos con el PSOE y una larga presencia institucional que la ha desgastado, en IU ha recrudecido el debate interno sobre cómo salir del atolladero, ganando peso la idea de una “convergencia” con Podemos hacia las generales.

Con la venia del secretario general, Cayo Lara, el diputado Alberto Garzón se ha transformado en la voz cantante de esta política. Hace pocos días ha dicho que “se dejará la piel” para buscar la convergencia, aunque sin perder “sus siglas” y “su identidad” como Izquierda Unida.

Dentro de IU hay sectores resistentes a una candidatura de “unidad popular”, por el temor de que pueda terminar de desdibujar a la formación orientada por el histórico PCE. Aunque después del golpe electoral y su pésima performance, los que apuestan por la convergencia están mejor posicionados. De hecho, en la última reunión de la Presidencia Federal de IU, la propuesta de Garzón de promover una confluencia con Podemos para las elecciones generales fue aprobada con el 91% (53 votos), tres en contra (5,2%) y dos abstenciones (3,4%). Según El Mundo, tras la reunión el diputado mostró su «felicidad» ante este resultado, ya que es insólito que IU apruebe un acuerdo de este calado con más de un 90% de los votos.

Este jueves, Garzón inició una ronda de conversaciones para construir esa “unidad popular”. El primer encuentro fue con Equo, que se mostró favorable a una fórmula de unidad con IU y Podemos, y continuará con ICV y Anova.

La cúpula de Podemos a la defensiva

Pablo Iglesias y la dirección de Podemos se niegan rotundamente a avanzar en este sentido y siguen defendido presentarse como Podemos a las generales, a lo sumo integrando individualmente a sus listas a candidatos provenientes de otros espacios. El líder de Podemos no tiene ninguna intención de modificar su “hoja de ruta” de presentarse con sus siglas a las elecciones, ni está dispuesto a licuar su capital político como nave insignia del “proceso de cambio”, ese eufemismo que se ha puesto tan de moda en los últimos meses.

«La apuesta por el cambio y por la unidad popular no tiene nada que ver con acuerdos entre partidos, y mucho menos con lo que podríamos llamar una balsa de salvamento para nadie. Cada uno tiene que asumir las consecuencias de la estrategia política que ha llevado a cabo», dijo Iglesias en respuesta a la propuesta de “unidad popular” de IU.

Aunque en una mala relación de fuerzas, tampoco Izquierda Unida está dispuesta a disolverse dentro de Podemos. Sin embargo, el resultado de las elecciones municipales y el virtual “operativo clamor” que comenzó a desarrollarse a favor de una confluencia para las generales, ha puesto a Podemos a la defensiva, cuestionando su liderazgo político en la izquierda reformista española (y sobre todo su autopercepción de dicho liderazgo).

El ex número tres de Podemos, Carlos Monedero, buscando terciar en el debate, propuso una fórmula de consenso donde se presenten con el nombre de Podemos “+” las siglas de la unidad popular. Una propuesta que presupone que Pablo Iglesias sea quien encabece tal fórmula. Pero tras su reciente salida de la dirección de Podemos, en medio de duras disputas de palacio entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias -y el siempre presente escándalo en que se vio envuelto por el cobro de más de 425.000 euros por asesorías a los gobiernos de Venezuela y Ecuador-, Monedero tiene hoy poca influencia en el aparato controlado por Iglesias, Errejón y Carolina Bescansa. Aunque está por verse cuanto puede influenciar a sectores de las bases de Podemos.

Debates, formas y contenidos

Lo que se viene en los próximos meses es una fuerte disputa política por la forma que debería adquirir la candidatura para las generales, con qué siglas y con qué candidatos. Sin embargo, lo que es necesario profundizar son los grandes debates de contenido: qué estrategia, qué programa, qué sujeto y qué métodos para que el “cambio político” no resulte, en el mejor de los casos, en una regeneración cosmética del decadente régimen político del ’78.

Algo clave para poner en discusión es la actitud hacia el PSOE, uno de los pilares del régimen, con el cual en estos momentos se están tramitando distintos tipos de pactos para la formación de los nuevos “gobiernos del cambio”… o tan sólo para permitir que gobierne el PSOE y que no gane “la derecha”, pero permitiendo que el PSOE, uno de los pilares del bipartidismo, se fortalezca.

Entre Podemos, Izquierda Unida y las diferentes “candidaturas ciudadanas” que emergieron en las elecciones municipales, no hay diferencias sustanciales a nivel programático. En todos los casos han defendido moderados programas ciudadanos, con el propósito de gestionar las instituciones de la democracia capitalista “al servicio de la gente”. Una estrategia que, con o sin “confluencia”, expresa una izquierda reformista carente de sujeto, que se propone tomar “posiciones” en el entramado institucional del estado capitalista, pero sin siquiera promover la organización y la movilización de la clase trabajadora y las amplias masas populares para conseguir tales reformas.

El verdadero desafío no está en los acuerdos por arriba que lleven a algún tipo de “unidad popular” a la izquierda del PSOE, sino en poner en movimiento a las fuerzas sociales que puedan operar como un poder alternativo al de los capitalistas, su régimen y su casta de políticos a sueldo. La unidad obrera y popular, no como acuerdo electoral de cúpulas, sino como frente único en las calles para retomar el camino de la movilización y la autoorganización. Desde allí es desde donde puede surgir la “mayoría política” y el instrumento que abra un verdadero proceso constituyente para rediscutir todo sobre las ruinas de este régimen.

El verdadero desafío es, valga la redundancia, desafiar la miseria de lo posible.