El No de la CUP y los retos de la izquierda independentista y anticapitalista

CDC agrava su crisis y el bloque soberanista hace aguas. La “mano extendida” de la CUP tocada. Podem sigue buscando una “alternativa” negociada con el PSOE. Los retos de la izquierda independentista y anticapitalista catalana para levantar una alternativa de clase.

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La reunión ayer del Consell Polític de la CUP y el Grup d´Acció Parlamentaria de la Crida Constituent decidió no apoyar la investidura de Artur Mas. La decisión significa la crisis más importante del llamado bloque soberanista nacido tras las elecciones anticipadas de 2012. Una crisis que, sin embargo, plantea posibilidades para la emergencia de una alternativa de independencia de clase a la estrategia de “mano extendida”.

Hasta el 27S los 3 diputados de la CUP habían tenido una situación más “cómoda” y menos “difícil” que la que, como señalaba ayer la diputada Gabriela Serra, había quedado tras las pasadas elecciones. Sin embargo esta “incomodidad” no se deriva en exclusiva de la nueva aritmética parlamentaria. Los tres años de “mano extendida” pesan mucho más para poder entenderla.

En este tiempo, el partido de la burguesía catalana y su principal figura se han consolidado como la dirección del movimiento democrático de masas que emergió en la Diada de 2012. Y lo ha hecho sin oposición en este terreno. Han logrado imprimirle su propia hoja de ruta. Sacó el movimiento de la calle, salvo las masivas Diadas. Una condición necesaria para evitar que al calor de la lucha por la autodeterminación se activaran y confluyeran otras demandas sociales que estaban latentes y que se han expresado en las huelgas generales, explosiones juveniles como Can Vies o huelgas duras como Panrico o Movistar. El segundo ingrediente era desviar el movimiento a un cauce institucional y de negociación con el Estado central, que es el punto en el que está. Veáse el último punto de la declaración de “desconexión” del pasado 9N.

La “mano extendida” a Mas, ha sido la “mano extendida” a esta hoja de ruta. Por eso, tras el 27S gran parte de la “opinión pública” del proceso -y desde luego casi toda la “opinión publicada” independentista- se sumaba al #PressingCUP. Pero no sólo. David Fernández irrumpió con una posición favorable a permitir investir a Mas, y el propio Antonio Baños era partidario de esta línea. Hasta 1515 militantes y simpatizantes y la mitad de los representantes de las asambleas territoriales estaban de acuerdo. La mitad de la organización de la izquierda independentista. Su posición era coherente con lo realizado estos tres años, sólo que -esta vez sí- la aritmética parlamentaria obligaba a ser algo más generoso.

Para la otra mitad de la CUP, y para la mayoría de las organizaciones de la Crida Constituent, facilitar con dos votos a favor y 8 abstenciones la investidura de Mas significaba “cruzar el Rubicón”. Sobre todo por ser una figura totalmente ligada a los recortes, la corrupción y la represión. Esta por verse si este “hasta aquí podíamos llegar” se queda ahí o permite ahondar en la reflexión y el cuestionamiento de la estrategia que ha llevado a la CUP a esta situación: considerar que la alianza con los representantes políticos de la burguesía catalana es una necesidad imperiosa para lograr la emancipación nacional.

Está por verse también si estas “dos almas” de la CUP pueden sobrevivir juntas o si las deserciones individuales son el preludio de una ruptura del ala más conciliadora con Mas y CDC. Que esto último suceda, dependerá de si los partidarios del “no” están dispuestos a imprimir un cambio de rumbo opuesto por el vértice al de estos tres años en el terreno nacional. Las declaraciones de Serra ayer, reclamando una vez más un candidato de consenso, o de la misma Anna Gabriel esta mañana pidiendo a JxSí que presente a Oriol Junqueras, Raül Romeva o hasta la convergente Neus Munté, no apuntan en esta dirección.

Algunos defensores del “sí” e incluso simpatizantes de JxSí, han querido culpar a los “trotskistas” de la victoria del “no”. Hacen alusión a tres organizaciones que provienen de esta tradición y que son parte de la Crida Constituent -Lluita Internacionalista, En Lluita y Corrent Roig-. Fueron muy pocos los votos decisivos -36 frente a 30- para mover la balanza hacia el “no” y la posición de las organizaciones de la Crida fue en este sentido crucial. Sin embargo, algunas de ellas están muy lejos de las posiciones del marxismo revolucionario ya que aunque rechazan la investidura de Mas, no se oponen a seguir buscando un acuerdo con los representantes de la burguesía catalana para investir otra figura de consenso. Es el caso de Lluita Internacionalista que planteó desde el comienzo la misma fórmula 2 sí y 8 abstenciones para un candidato no relacionado con los “sectores de Convergència directamente relacionados con recortes y corrupción”. En Lluita por su parte ha mantenido en estos tres meses la esperanza en un acuerdo con ERC para lograr alguna de las fórmulas presidenciales de “consenso” que proponía la CUP. Solamente Corrent Roig ha mantenido una oposición tanto a Mas como a la búsqueda de otro candidato de “consenso” con JxSí.

Seguir buscando un candidato de consenso, más allá de las posibilidades casi nulas de que se lograse, es repetir e insistir en la “mano extendida” pero con un barniz más “potable” que el de un Mas president. Sin restarle importancia a la discusión del candidato, el fondo del problema es concebir que a la izquierda anti-capitalista catalana no le queda más opción que ser el sostén de izquierda de un govern de concentración en manos de otro representante de la burguesía catalana más “limpio” que Mas.

Paralelamente a esta crisis interna de la CUP, hay otro elemento clave del escenario que se abre, la irrupción de En Comú Podem el pasado 20D en Catalunya. Después del batacazo de Catalunya Sí que es Pot el 27S, Podem corrigió la línea, tomó la demanda del referéndum como prioritaria e incorporó en la campaña a la figura de Ada Colau. Además el impas post 20D en el Estado español y la posibilidad de que no haya acuerdo posible entre PSOE y Podemos por la negativa del primero a aceptar la consulta, puede hacer ganar muchos puntos a los aliados de Iglesias en Catalunya de cara a marzo.

Sin embargo la “hoja de ruta” de Podem no lleva a mejor puerto que la de la “mano extendida”. Una se pliega a la estrategia de negociación con el Estado desde las instituciones autonómicas. La otra apela a la reforma del Régimen del 78 de la mano de uno de sus principales partidos. Algo que necesariamente sólo puede conducir a un “nuevo encaje constitucional de Catalunya en España” que, como en el 78, no cuestione uno de los pilares para el régimen y la Corona: la negación del derecho de autodeterminación. Defender el derecho a decidir y buscar el acuerdo con el PSOE es todo un sin sentido, el único compromiso firme en favor de la autodeterminación de Catalunya sería impulsar la movilización social contra el Régimen político que la niega.

Sobre la “agenda social” es una “alternativa” igualmente impotente. La “mano extendida”, con una posición de fuerza “decisiva” para el ala izquierda, sólo ha logrado una promesa de plan de choque pírrico. El acuerdo con el PSOE y el respeto a los compromisos de deuda y con la Troika, sólo lleva a re-editar el fracaso de la experiencia Syriza.

El “ilusionismo” de la reforma interna del Régimen del 78 puede conducir al mismo callejón sin salida al movimiento por el derecho a decidir, que el persistir en una política de alianza de clases con los representantes de la burguesía catalana. Ver en estos proyectos una “salida” al impas provocado por la “mano extendida”, tal y comoplantea En Lluita por ejemplo , solo puede conducir a nuevas frustraciones. En este momento esta pues planteado abrir la discusión entre los sectores de la CUP que vienen de rechazar la investidura de Mas y las organizaciones de la izquierda anticapitalista, sobre qué estrategia alternativa hay que construir sin caer ni en una trampa ni persistir en la otra.

La crisis interna de la CUP es al mismo tiempo una oportunidad para la izquierda independentista que defiende un horizonte anticapitalista. Una oportunidad para imprimir un verdadero cambio de rumbo, que implique la ruptura definitiva del “frente nacional” y todo acuerdo con JxSí y la política de “mano extendida”.

La cuestión catalana sin duda va a seguir abierta en los siguientes meses. Unos meses en los que los enemigos del derecho a decidir no pasan su mejor momento debido a la parálisis institucional, el derecho a decidir puede despertar simpatías en el resto del Estado como se expresó con los resultados del 20D y CDC acaba de recibir un varapalo en esas mismas elecciones y ahora con el no a Mas y las primeras voces de sus socios pidiendole un paso atrás, como hizo Joan Tardá de ERC ayer o ha insinuado esta mañana el mismo Jordi Sànchez de la ANC.

En este nuevo marco se hace imprescindible un polo político que levante una estrategia de independencia política, de clase y basada en la movilización social. En necesario construir una alternativa que impulse, junto con otros sectores de la izquierda revolucionaria del resto del Estado, movilizaciones en favor del derecho a decidir y por la apertura de procesos constituyentes en Catalunya y el Estado que realmente puedan discutir, decidir y cambiarlo todo. Procesos de este tipo sólo serán posibles si logramos abrirlos sobre las ruinas del Régimen del 78, impulsando la movilización obrera y popular, una tarea en la que ni CDC ni el PSOE van a ser “compañeros de viaje”.

Esta pelea en común, será sin duda el mejor “pegamento” entre los trabajadores y pueblos de todo el Estado, para poder conseguir una libre federación de repúblicas de trabajadores y no un Régimen del 78 “regenerado” con nuevos “encajes constitucionales para las nacionalidades”.

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