Teoría y práctica

A continuación reseñamos algunos de los temas desarrollados en el seminario sobre Estrategia Socialista y Arte Militar coordinado por Emilio Albamonte y Matías Maiello que tuvo lugar en Buenos Aires entre el 18 y el 23 de febrero.

De las dos semanas de intensos debates, la primera de ellas estuvo dedicada al seminario sobre Estrategia Socialista y Arte Militar coordinado por los autores. Partimos de entender, como señalara Trotsky, la táctica en política —por analogía con la ciencia bélica— como el arte de conducir las operaciones aisladas, y la estrategia, como el arte de vencer, es decir, de apoderarse del mando.

Desde esta perspectiva, en el seminario se abordaron múltiples debates, entre ellos la relación entre programa y estrategia revolucionaria. A diferencia de lo que plantean los neokeynesianos y los keynesianos, incluidos los “de izquierda” en sus diferentes variantes o los “antineoliberales” (la idea de acumulación de reformas divorciada de las grandes catástrofes que impone históricamente el capitalismo), el programa y la estrategia del marxismo revolucionario busca dar respuesta a las tendencias profundas del capitalismo en su época imperialista, a las crisis catastróficas y las guerras a gran escala, que imponen a las masas “sufrimientos superiores a los habituales” que son el fermento de las revoluciones. Esta es una cuestión fundamental para la lucha política y programática.

Otro de los debates que atravesó el seminario fue la articulación dinámica entre clase, partido y dirección a partir de un contrapunto, estableciendo los puntos de contacto y sus importantes diferencias, con el esquema teórico Clausewitz sobre la “extraña trinidad” (odio del pueblo, cálculo de los generales, política del gobierno como elementos presentes en toda guerra), la cual se encuentra analizada en el libro Estrategia socialista y arte militar. Bajo el título “Clase, partido y dirección”, Trotsky escribe al final de vida uno de sus textos fundamentales donde explica la compleja relación existente entre los factores objetivos y subjetivos en la determinación del situaciones políticas y su evolución.

En las antípodas de las visiones fatalistas para las cuales la autodisolución del capitalismo “proveerá” victorias, Trotsky desarrolla el papel clave de la dirección y el partido, y el trabajo de la estrategia como elemento clave para conquistar triunfos revolucionarios. Una labor estratégica donde la construcción del partido revolucionario no surge, como suelen creer muchas corrientes de la izquierda, por el “engorde” del propio aparato sino como subproducto de los combates de los revolucionarios para el desarrollo de las tendencias más progresivas que da la realidad de la lucha de clases en cada situación concreta.

También el seminario abordó la discusión sobre la táctica del Frente Único Obrero. La misma, fue concebida como tal por la III Internacional (cuyas tesis al respecto fueron parte de los materiales de debate) para garantizar la unidad de la clase obrera en su lucha contra el capital, más allá de las divisiones sociales y las organizativas que imponen todo un abanico burocracias (sindicales y políticas), y al mismo tiempo para ganar, a través de la experiencia con aquellas direcciones tradicionales, a la gran mayoría del proletariado para la revolución. Hoy, con un proletariado altamente fragmentado, esta táctica tiene una enorme actualidad. Sin embargo, su significado está sumido en el mayor de los confusionismos, interpretada como “unidad de la izquierda”, como acuerdos diplomáticos con alas de la burocracia por fuera de la lucha de clases, e incluso como acuerdos políticos con corrientes burguesas o pequeñoburguesas.

Buena parte del seminario estuvo dedicada desentrañar su significado: por qué es una táctica y no una estrategia, cuál es su relación con el combate defensivo y cuál con la ofensiva, qué significación tienen los “frentes únicos” parciales (en determinados sindicatos, estructuras, etc.) donde los revolucionarios contamos con fuerzas suficientes para imponerlo, qué relación guarda el Frente Único con otras tácticas desarrolladas por Trotsky en la década de 1930 como el “entrismo” o el planteo de un “partido de trabajadores” que sostuviera para EEUU, entre otros puntos.

A su vez, se desarrollaron otros debates como el problema de sostener el centro de gravedad del partido en la lucha extraparlamentaria; la relación entre el desarrollo del movimiento de masas en situaciones revolucionarias y la ampliación de las posibilidades de resolución de los problemas militares de la insurrección; el análisis crítico de las “estrategias de desgaste” y las características de la acción de las burocracias para desactivar movimientos de la lucha de clases, entre muchos otros.

Todas estas discusiones estuvieron atravesadas por la realidad viva de la lucha de clases actual en la cual las diferentes organizaciones de la FT-CI vienen interviniendo en cada país. De esta forma, el seminario permitió tanto una indagación teórica colectiva como el desarrollo de la reflexión sobre la propia práctica.

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